Pedro ‘Perico’ Heredia lidera desde hace 20 años una red de conservación en el Valle de Uctubamba, Amazonas, que fue duramente golpeado por los incendios de las últimas semanas. Después de 22 días de combatir los incendios con palos y ropas, y sin apoyo del Estado, dice, “me siento de verdad resentido”.
Se atreve a decir que este movimiento conservacionista que él lidera donde conjuga iniciativas privadas y comunidades campesinas “es el más fuerte del Perú”, y probablemente el único en el país que está ganando sus propios fondos sin intervenciones de ONGs. A pesar de las limitaciones, pudieron combatir eficientemente los múltiples incendios que se produjeron en las casi 300 mil hectáreas. “Hubo días en que hemos tenido 18 incendios simultáneos”.
Heredia lamenta que en los amaneceres se podían identificar, solo en su área de conservación, 25 diferentes tipos de aves, de las cuales al menos ocho o diez eran endémicas. Ahora que el fuego arrasó con grandes extensiones y “existe silencio. Es como si fuera un periodo de luto”.
Es la segunda vez que se producen grandes incendios en esta zona de Amazonas. Y al igual que la vez pasada estos ocurrieron porque alguien prendió un fósforo en una chacra. La primera vez fue en el 2017. En esta oportunidad el daño es grave, y aunque al cierre de la edición no se tenían las cifras exactas Perico Heredia señala que “con seguridad este ha sido el peor atentado ambiental de la historia del Amazonas” y que alrededor de 25 000 hectáreas han sido afectadas. Se ha perdido el hábitat de importantes especies en peligro de extinción como el mono choro, el oso de anteojos o el colibrí cola de espátula.
Para Heredia este incendio “puede ser un gran aviso de lo que se nos viene”. De acuerdo a los análisis que han hecho en la cabecera de la cuenca del ro Uctubamba, donde hay índices alarmantes de metales, esto volverá a repetirse y “estamos casi seguros que en 2025 va a ser peor”.
Ahora viene el reto de establecer la estrategia post incendio. Como ambientalista en su red, comenzará a corto plazo un plan de respuesta rápida para generar alimentos para los insectos, aves y mamíferos que son los que más están sufriendo porque, entre los 3000 y 1800 metros de altura sobre el nivel del mar, se han cortado sus corredores biológicos por causa de las hectáreas llenas de cenizas.
Desde Naciones Unidas
El biólogo cusqueño Constantino Aucca Chutas, co-fundador y presidente de la Asociación de Ecosistemas Andinos (ECOAN) se encuentra esta semana en Nueva York, durante la Semana De Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas, porque como ganador, en 2023, del The Earthshot Prize, que promueve el príncipe William de Reino Unido, participa en reuniones para hablar sobre “la resiliencia positiva” en las comunidades indígenas.
Los incendios de las últimas semanas son para Aucca producto de la fuerte sequía de los últimos meses. Además de “de la mala costumbre” de quemar las chacras pensando que de esta manera se va a atraer a la lluvia.
También es cierto que, en diversas zonas del país, principalmente en la Amazonía, con frecuencia los agricultores queman los hábitats naturales para reemplazarlos por monocultivos como palma aceitera, caña de azúcar, arroz y por supuesto coca. “He visto mucho de eso últimamente”, dice Aucca.
“Del Congreso salen leyes antiforestales y promineras, y a pesar de las manifestaciones estamos en un clima de falta de gobierno”.
Aucca asegura que “todos los incendios en Sudamérica son provocados. ¡Todos!”. En la región no hay incendios naturales, a diferencia del hemisferio norte donde las temperaturas pueden llegar a ser extremas y los pinos se incendian.
Los 38 incendios del gaffé de la presidenta Boluarte, añade, se quedan cortos. Asegura haber recibido llamadas de colegas en varias zonas que le detallaron “cientos” de incendios.
A través de ECOAN, Aucca trabaja en la restauración de los bosques altoandinos. Ya han plantado 4.5 millones de árboles de queñuales.
Confía que la gran parte de las zonas incendiadas se pueden recuperar –bosques secundarios tipo pastizales y arbustos–, pero esto no será lo mismo para un bosque primario donde se encuentra toda la información genética y biodiversidad del ecosistema de la zona. Cuando se quema una foresta de esta categoría “lo que aflora es roca y suelo”.
Una consecuencia de los incendios de las últimas semanas han sido las cenizas cayendo sobre los nevados y eso acelera la desglaciación y por ende más pérdida de las únicas fuentes de agua. Es un problema aún más grave y los expertos ven que lo que se está creando es una bola de nieve. “La roca va a exponer sus minerales y el agua ya no va venir tan pura como siempre, llegará contaminada con minerales”.
Aucca tiene el compromiso de educar con ciertos beneficios a las personas en las comunidades “para que no estén solo pensando en quemar”.