En los últimos días, mientras los tentáculos de Andrés Hurtado desplegaban la atención mediática, se dieron episodios que prefiguran los desafíos que enfrentará la debilitada democracia peruana en las elecciones generales esperadas para 2026.
Tras la muerte de Alberto Fujimori ronda en el ambiente la incertidumbre sobre el reparto electoral de su bolsón y de la derecha liberal no fujimorista. Para ese sector, una división de preferencias como la que se produjo en 2021 podría ser fatal y dejar la mesa servida para otra segunda vuelta de pesadilla.
La opción electoral de Carlos Añaños, fundador de Ajegroup y parte del poderoso grupo empresarial familiar hasta 2017, despertó mucha expectativa entre varios líderes empresariales de peso en el país. Algunos de ellos, como Roque Benavides y el exvicepresidente Ricardo Márquez, conversaron frecuentemente con Márquez antes de su inscripción en junio en el partido Perú Moderno (PM) y acordaron brindarle su apoyo.
Si bien es cierto Añaños apenas había comenzado a aparecer en las encuestas –que a estas alturas es una competencia incierta, con Keiko Fujimori en la débil punta del 10 % según Ipsos en julio– en un sondeo como la Encuesta del Poder publicada en Semana Económica, aplicada a líderes de opinión, el 26 % lo ubicaba como el candidato idóneo para defender el modelo económico, muy por encima de Carlos Neuhaus (7 %) y Benavides (6 %). Añaños se había posicionado, al menos en la punta de la pirámide. Su origen ayacuchano y afluencia en el quechua le ayudaban como prospecto de campaña.
La edición 2710 de CARETAS dio cuenta de los problemas que atravesaba su proyecto, pues las conversaciones con el alcalde de Surco, Carlos Bruce, con el objetivo de que este fuera a Lima con PM, no llegaron a buen puerto. Se hizo sentir la indefinición de Añaños sobre su propia candidatura y la posibilidad de financiarla.
Al mismo tiempo pesaban cada vez más las diferencias con Perú Moderno, “propiedad” del empresario Wilson Aragón, dueño de las famosas frazadas “Tigre”.
El 19 de septiembre, CARETAS digital dio cuenta del mensaje que le transmitieron a Bruce a través de Pedro Cachay, una de las personas más cercanas a Añaños: el empresario ya no iba más en PM. Bruce, entonces, se inscribió en Somos Perú y trajo consigo a un grupo de alcaldes distritales para cimentar su estrategia.
Julia Príncipe, designada por Añaños como presidenta de la Comisión Política Nacional, chocó con Chocano y se negó a aceptar a varios posibles candidatos propuestos por el grupo de Aragón. ¿Hubo inflexibilidad de su parte? Un protagonista con conocimiento de causa advierte que los cuestionables venían de ambos lados. Especial controversia entre los que estaban atentos despertó la presencia del abogado Walter Dolorier, que se ha mostrado cercano a Añaños, quien aparece con una buena lista de referencias judiciales y en comisaría. Entre los cargos figuran violencia familiar, maltrato psicológico, robo agravado, omisión de asistencia familiar, agresión y delitos contra la propiedad industrial. El último episodio fue en febrero de este año, cuando fue intervenido manejando en presunto estado de ebriedad.
Cuando el viernes 20 la sangre de la desafiliación estuvo a punto de llegar al río, y tras una conversación entre ambos jefes, PM emitió un comunicado en el que anunció que revisaría la lista de todos los postulantes a alcaldes y Gobernadores y representantes regionales como lo demandó Añaños. Y se aclaró que el empresario no es candidato, como de hecho es cierto por el momento. El otro representante principal de Añaños, Rolando Vallejos
Mientras se enfrían las aguas, si se terminan de enfriar, son barajadas posibilidades como la de “reubicar” a Príncipe en la estructura y volver a cambiar los estatutos para que Aragón no tenga la mayoría en la Comisión (son 6 y 6, pero Príncipe no vota en su condición de presidenta).
Una combinación de territorialidad e inexperiencia política. Pero también un choque entre dos empresarios provincianos exitosos que demandan respeto del otro. Si Añaños pretendía mandar desde Madrid en la casa en la que lo invitaron, este fue un primer contacto con la realidad. El tiempo dirá si su proyecto se salva. Si no ocurre, una de las que celebrará será Keiko Fujimori.
INTERNA FUJIMORISTA
La pregunta sobre el futuro del fujimorismo pasa por la respuesta de la tónica de la relación entre Keiko y su fallecido padre durante los últimos meses.
CARETAS recabó la versión sobre un episodio procedente de una fuente directamente involucrada en el mismo. A mediados de junio, el expresidente estaba resuelto a ser candidato a la Presidencia o al Senado en 2026. La lógica dictaba que se inscriba en el partido de su hija, Fuerza Popular. Corría el plazo para la fecha límite del 12 de julio, día en el que debían estar inscritos en los partidos quienes pretenden ser candidatos en 2026. Y la fuente recibió una inquietante información: iban a inscribir a Fujimori, pero con bajo perfil y luego del plazo. Entonces le hicieron llegar la advertencia al propio patriarca. Qué se apurase. Así lo habría hecho el 19 de junio, en público y con video en compañía de Keiko para oficializar su inscripción. La fuente afirma que Fujimori padre le mandó a agradecer el gesto, pues habría estado en lo cierto. El expresidente tampoco habría tenido una buena relación con otros importantes dirigentes “keikistas”, como el secretario general del partido, Luis Galarreta.
Si bien se trata de un trascendido, la versión proviene de primera mano. Diez días después del rito de inscripción, Keiko declaró que le “encantaría” que su padre fuera el candidato, pero que esa decisión dependía de él. La incertidumbre desapareció el 15 de julio, cuando la hija oficializó que el candidato sería, efectivamente, su padre. La imposibilidad jurídica sobre esa posibilidad saltó de inmediato, pero la decisión fue ratificada y defendida.
La última encuesta de Ipsos arroja que el 55 % cree que Keiko mantendrá el liderazgo del fujimorismo tras la muerte de su padre. El 22 %, en cambio, se inclina porque su hermano Kenji cumplirá con ese papel. Lo cierto es que el benjamín de los Fujimori no está inscrito en Fuerza Popular y, de nuevo según los trascendidos, se encuentra en conversaciones con partidos como Avanza País. No hay que olvidar, sin embargo, que si quiere ser candidato al Congreso podría hacerlo como parte de la cuota del 20 % de invitados de la que disponen los partidos.
La tensión político-familiar de los últimos meses tuvo raíces profundas. Keiko Fujimori saboteó el indulto que el expresidente Pedro Pablo Kuczynski le otorgó a su padre en 2017. Cuando el antifujimorismo abandonó al gobierno tras esa decisión, Keiko petardeó a PPK con su mayoría parlamentaria en lugar de darle sustento gubernamental. Puede argumentarse que esa decisión trajo una larga serie de consecuencias, desde el empoderamiento de los fiscales Lava Jato –que la metieron tres veces presa, por cierto– hasta la seguidilla de presidentes descabezados. Más allá de la discusión jurídica y política, si el indulto se hubiera hecho firme desde un principio, Fujimori hubiera estado libre los últimos siete años de su vida, y no los últimos 8 meses.