Avanzamos para atrás, diría Umberto Eco, y nuestra historia, fatigada de avanzar, retrocede sobre sí misma. La criminalidad organizada y la corrupción política, caras de la misma moneda, funcionan de formas audaces y efectivas. Quienes deberían detener su avance, han decidido beneficiarlos con su accionar y su legislación.
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