Mara Casafranca da vida a una Carmen diferente, desafiante y profundamente humana. En su interpretación para el Ballet Municipal de Lima, bajo la dirección del coreógrafo Jean Grand-Maître, Carmen no es solo una seductora gitana, sino una mujer de alma libre que se rebela contra las normas y el sometimiento. Casafranca destaca cómo esta versión del personaje, inspirada en la obra de Prosper Mérimée, encarna la voz de todas las mujeres que han sido abusadas y maltratadas, mostrando una resistencia feroz a la fragilidad y la sumisión. “Este protagónico no es la mujer perfecta o la clásica princesa, sino que es desafiante, empoderada y rompe las reglas. Su esencia no está basada en la perfección o en los prototipos moralmente aceptados. Cuestiona las reglas y la aceptación de la sociedad y busca seguir sus instintos sin ser juzgada por ellos”, remarca la artista. Interpretar a Carmen le permite a la ballerina alejarse de los roles tradicionales de princesas perfectas, tan comunes en el ballet clásico, y adentrarse en un papel lleno de matices. La fuerza de esta Carmen reside en su capacidad para transitar entre la vulnerabilidad y la agresión, un reto técnico y emocional que Casafranca asume con pasión. Concluye indicando que disfruta explorar una personalidad opuesta a la suya, pero con la que comparte su determinación.
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