Nuestros artistas tienen pocos incentivos para trabajar y sin embargo lo siguen haciendo porque de ello depende la supervivencia espiritual, así se convierta en coleccionista de su propia obra. Somos un país en el cual el Estado no estimula a ninguna disciplina artística y la empresa privada da apoyo muy puntual a determinados proyectos, como los concursos.
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