Escribe: ARQ. URB. Jorge Ruiz de Somocurcio*
En el discurso inaugural de las XXXIII Olimpiadas, el presidente del Comité Olímpico Francés,
Tony Estanguet, sentenció: “En toda la historia de los Juegos Olímpicos es la primera vez que
no se inauguran en un Estado sino en una ciudad”. Y efectivamente, todos los íconos de París
desde el río Sena hasta el museo de Louvre se convirtieron en los personajes de la fiesta
inaugural. Los espacios públicos, las calles, los balcones, las fachadas de los edificios de cinco
pisos, los puentes, la Torre Eiffel incluyendo la consagración a la cultura del amor con Celine
Dion. Todas eran alegorías de la ciudad repletas de gente que no tuvo que pagar nada para ser
parte de la celebración.
Luego han aparecido las satanizaciones; una aparentemente irrespetuosa referencia a la
última Cena, o “clochards” reubicados de los bordes del río, o la celebración transgénero, pero
en realidad son elementos accesorios del concepto original: una olimpiada para la ciudad y la
gente y no al revés y han sido las Olimpiadas más ecológicas de la historia.
Han costado unos 9,700 millones de euros, menos de la mitad de lo que costaron las
anteriores en Tokio. París ha marcado un parteaguas para futuros eventos de significado
planetario; no se trata de quien invierte más, si no de cómo se democratiza la sociedad del
espectáculo y se hace un homenaje a la civilización urbana en eventos que quieren celebrar
valores humanos inmanentes.
UN MINISTERIO MÁS SÍ IMPORTA
Un ministerio no es un fin. Es un medio para alcanzar propósitos de un Estado, como parte de
la consecución de los grandes objetivos de un país.
En 1896, después de la guerra del Pacífico, el gobierno de Nicolás de Piérola creó el Ministerio
de Fomento y Obras Públicas como respuesta “al estímulo para el desarrollo del adelanto
material del país”. Fue el primer ministerio de Infraestructura.
En 1969 fue desactivado por el gobierno de Juan Velazco Alvarado distribuyéndose sus
competencias entre los ministerios de Transportes y Comunicaciones, Energía, Industria y
Comercio y Vivienda.
Hoy en 2024 se anunció la creación del Ministerio de Infraestructura, recogiendo los pedazos
del antiguo ministerio de Fomento y Obras. ¿Suena raro no? Como si una máquina del tiempo
pasara por nuestro país y se integran una serie de Programas que fracasaron cómo la
Autoridad para la Reconstrucción con Cambios o la Autoridad Nacional de Infraestructura o
Agua Segura para Lima y Saneamiento Urbano. En fin, se arma una cartera de 17.000 MM de
soles en manos de un Estado incompetente y serías evidencias de corrupción.
Y las preguntas que se caen de maduras son ¿quién va a definir las prioridades? ¿Cuál es la
hoja de ruta? No hay respuesta. Se crean las condiciones para que sean otra vez las Odebrecht
quienes manipulan la gran inversión pública.