La Cruz del Centro

Con polarización rampante, democristiano alemàn Fran Preiss advierte que pilares europeos "están destrozandos".

por asistentemk

El alemán Fran Priess es un viejo conocido del Perú. Politólogo, filósofo y comunicador, se
desempeñó en un principio como periodista y luego hizo la mayor parte de su carrera en la Fundación
Konrad-Adenauer-Stiftung, con la que llegó al país en 1987. La semana pasada volvió para participar
en el Seminario Internacional “La política al servicio del bien común, la justicia y la paz”, organizado
por el Instituto de Estudios Social Cristianos, que cumple 50 años. El presidente del Instituto,
Armando Borda, enumeró los temas del evento, ligados a los principios y valores de la organización:
1) Desarrollo humano integral: pobreza y desigualdad, 2) Ecología integral-cambio climático, 3)
Inteligencia Artificial, 4) Persecución a los cristianos en el mundo, 5) La polarización como amenaza
a la democracia, y 6) Conflicto en un mundo polarizado. Priess disertó sobre la polarización,
monstruo de varias cabezas.
–“La Política, ¿la polarización de la sociedad se refleja necesariamente en la polarización
política?

Hay elementos que sí tienen que ver. Por ejemplo, las iniciativas del gobierno ruso a través de la
desinformación para desestabilizar a las democracias. No solamente con la guerra de Ucrania, pero
también con noticias falsas sobre políticos importantes y los Deepfakes con ejércitos de trolls. La idea
es socavar la confianza a la democracia y sus estructuras, porque si bien Putin y otros nunca van a
lograr que le crean a él, sí pueden lograr que la gente no le crea a nadie y en ese momento están a la
par. “Si lo veo con mis propios ojos y es falso, ¿qué puedo creer hoy en día?”.
–¿Es lo mejor que le puede pasar a ese tipo de autocracias?
Absolutamente. Es un discurso semejante en países como China, Rusia, Irán, Corea del Norte, todo
ese eje que se refleja en Latinoamérica a través de Cuba, Venezuela y Nicaragua. El discurso de
Occidente decadente. Putin es el protagonista número uno en cooperación con la Iglesia Ortodoxa del
Señor Kirill y otros que dicen que Europa se fija solamente en los temas LGBT y no respetan a la
familia, a los valores ni ayudan a sus amigos, como con la retirada de Afganistán y en el Medio
Oriente con la Primavera Árabe. Entonces, hay muchos aspectos que sí están entrelazados, pero
también hay efectos de la polarización que van más allá.
–¿Por ejemplo?
Hace años leí el libro de J.D. Vance, el actual candidato a vicepresidente de Trump que una vez lo
comparó con Hitler. Y hay otros en Europa. Es decir, ¿cómo es posible que poblaciones que antes en
Francia votaron por un partido Obrero comunista ahora estén con LePen y con la extrema derecha?
–¿El impacto de la migración? ¿El debate sobre lo woke que aquí se llama caviar?
En Alemania somos una sociedad que envejece rápido. Por décadas estuvimos muy bien pero ahora la
población se ha vuelto defensiva de lo que tiene y no de la conquista del futuro. El último médico con
75 años cierra su consultorio y no encuentra la persona que lo sigue. Y entra la pregunta: ¿quién tiene
la culpa? A un lado está la globalización donde el discurso por mucho tiempo solamente conoció
ganadores. Las industrias están viejas. La vivienda se ha encarecido fuertemente en ciudades grandes
como Berlín. Es muy difícil encontrar un apartamento y la gente ve que el Estado hace un esfuerzo en

buscar alojamiento digno para migrantes. No necesito volverme de extrema derecha para entender el
reflejo. Allá entran también los populistas, que son muy fuertes para nombrar los problemas, pero
nunca dando soluciones. Los efectos en el centro es que los partidos se tratan de unir para mantenerse,
a costo de sacrificar la claridad. Milito en la Democracia Cristiana y estamos obligados a hacer
coalición con los verdes y la socialdemocracia. Muchos electores se preguntan a dónde fue su voto.
Les cuesta entender que necesitas hacer compromisos.
–¿La democracia liberal está en riesgo de colapsar?
Sí, porque si vemos el mundo desde Alemania teníamos un modelo cómodo con tres pilares:
seguridad social más o menos gratuita, seguridad energética con el gas barato de Rusia que además
beneficiaba a nuestra industria y la globalización donde otros compraban nuestros autos y hacíamos
buenos negocios en China. Los tres pilares están destrozados. China ya no es solamente un gran
mercado, sino un gran competidor con tecnología avanzada.
–¿Qué papel debe jugar Europa?
Una Europa muy fuerte, soberana, con sus propios proyectos. Pero estamos lejos. Francia y Alemania
no lideran como se debe y los ciudadanos en muchos países confían más en el viejo estado nacional
que en Bruselas y la comunidad de 27. Su fortaleza son strongmen omo Orbán en Hungría. Sin
embargo, creo que hay que hacer todo lo posible para fortalecer la Unión Europea.
–¿Qué significaría en ese contexto un triunfo de Trump?
No creo que la sustancia de la política de Trump en su primer mandato fuera muy distinta a lo que
hizo Obama o ahora Biden, que siguió con políticas proteccionistas. En lo que se diferencian es que
Biden apostó mucho más a los aliados y formar alianzas. Trump es como una empresa de seguros: yo
vendo protección y ustedes pagan. El Partido Republicano es cada vez más aislacionista. Antes
estaban a favor de contratos de libre comercio y son mucho más cerrados. Si uno quiere negociar,
necesita fuerza propia. Trump va a pedir que aumente su gasto de defensa y seguridad. Al mismo
tiempo Europa tiene que mostrar cierta soberanía y autosuficiencia sin estar en condiciones de
reemplazar completamente ese paraguas de seguridad que proviene de Estados Unidos.
–Perú tiene una democracia debilitada y es cada vez más dependiente de China. ¿Qué le
conviene en esta circunstancia?
Ellos están ofreciendo inversiones en infraestructura para los países que la necesitan. Pasa en África.
En América Latina al final lo que dicen es que no importa tanto de dónde vienen las inversiones.
–¿Si Europa quiere contrarrestar esa influencia por qué no invierte más?
En temas energéticos, de materias primas y cooperación estamos mejor posicionados, pero
necesitamos más empresas que realmente inviertan. Lo que dicen los empresarios europeos del Perú
es lo mismo que del resto de Latinoamérica: no puedo planear a medio y largo plazo porque cambian
el gobierno y cambia todo. Y todavía cuesta entender por qué hay tan poca disposición de cooperar
entre los países de la región que tienen el mismo idioma. La excepción en los últimos años, donde se
pensó eso es un proyecto muy interesante, fue la Alianza del Pacífico.
–Brasil estaba llamado a ser un gran jugador, pero siempre miró hacia dentro. Tras el impacto
del caso Lava Jato, hoy Lula busca impulsar vías regionales de transporte.

Brasil e India siempre fueron los dos grandes países con un gran futuro y un presente triste. Con los
primeros mandatos de Lula, trató internacionalmente de boxear un poco por encima de su peso. Con
Bolsonaro fueron cuatro años de mirarse al ombligo y caos interno. Ahora es otra vez Lula y es algo
similar a Estados Unidos. Un presidente de edad avanzada, con un mindset bastante viejo y además
condenado por corrupción. Quiere jugar en las grandes ligas. ¿Pero le importa lo que pasa en Costa
Rica? No excluyo la posibilidad de que el proyecto de carreteras salga bien. Brasil puede ser una
superpotencia. Pero hasta la fecha ha decepcionado.
–¿Y la tibieza con la dictadura de Venezuela?
Especialmente a los gobiernos de izquierda les cuesta condenar violaciones de derechos humanos y
cívicos cuando provienen de un gobierno que también es anti Estados Unidos, anti lo que sea. Brasil,
Petro o López Obrador podrían ser muy de izquierda, pero tener como base el respeto a los Derechos
Humanos. Lula fue el responsable de meter a Chávez al Mercosur y excluir a Paraguay. El resultado
fue un bloque inoperante.

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