La nueva estrategia incluye una política fiscal más proactiva y ajustes cíclicos excepcionales para impulsar el consumo, hacer las inversiones más eficientes y fortalecer la demanda interna.
Estas medidas tienen como objetivo abordar la actual amenaza de deflación, que se ha visto exacerbada por una caída en el sector inmobiliario y un débil gasto de los consumidores. En noviembre, el índice de precios al consumo subió sólo un 0,2% interanual, mientras que los precios al productor cayeron un 2,5%.
Al principio, los mercados reaccionaron positivamente: el índice Hang Seng de Hong Kong subió más de un 3% y el rendimiento de los bonos del gobierno chino cayó a un mínimo histórico del 1,92%. Los analistas ven este cambio de política como una señal de que Beijing está tomando más en serio los desafíos económicos. Sin embargo, la implementación de las medidas sigue siendo incierta.
La atención se centra claramente en fortalecer el consumo, mientras que las reformas estructurales como la innovación y la optimización de la cadena de suministro siguen siendo secundarias. A pesar de la retórica positiva, los economistas piden cautela: hasta ahora el estímulo ha tenido sólo un efecto limitado en la confianza de los hogares y las empresas privadas.
La medida de China marca un cambio significativo en la política económica y podría tener implicaciones globales. Los próximos meses mostrarán si estas medidas son suficientes para impulsar de manera sostenible el crecimiento y romper la espiral deflacionaria.
Frank Sohlleder, ActivTrades.
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