La bipersonal “León–Guerra García’ refleja la mirada que dos peruanos, el pintor Pancho Guerra García y el columnista Rafo León tienen sobre la sociedad.
“Rafo es un narrador pintando”, señala Guerra García que hace más de 25 años se dedica a la docencia artística en diferentes ambientes, culturales de Lima. Y continúa: “Su pintura no es anodina. Él tiene mucho que decir”. Es más, varios de los cuadros de esta exposición en la Casa Fugaz, en Monumental Callao, son una respuesta a la crisis que vive el país. “Uno nace para expresarse, no puedes dejar de hacerlo hasta que te mueras”.
Guerra García por su parte es un artista que se moviliza en transporte público por la ciudad “recogiendo historias”. Mucho de eso termina plasmado en estos lienzos que nos muestran una Lima que varios no ven. “Es alucinante lo que pasa en la calle”, dice todavía asombrado, y asegura que en el transporte público “hay vida” y es un lugar donde “la gente hace alianzas”.
Rafo, 20 años mayor, y con miles de kilómetros recorridos por los rincones del país responde: “El Perú ha cambiado muchísimo y en una forma aceleradísima hacia algo que no juzgo, que es la homogenización. Todo, cada vez, se parece y es una pena porque quita la identidad a las ciudades, se pierden los acentos, hay una arquitectura fea”. Y ante la pregunta si ¿El Perú tiene como salvarse? respondió: “Yo no sé si el Perú tiene para salvarse, pero yo no voy a vivir más de seis años”, dice con una sonrisa y agrega: “Yo no aplico a esa pregunta”.
La sensación para Guerra García es que en medio de está improvisación a todo nivel, vivimos al borde del abismo, pero “lo que nos salva es el humor”. A lo que Rafo agrega: “El problema es que a nadie le importa. La gente está en otra cosa”.
