Mariella Agois falleció este domingo 21 de enero, coincidiendo con una imponente antológica en el MALI que abarca 30 cuadros realizados en los últimos 15 años. Su nombre es indispensable en nuestra historia del arte porque fue una de las pocas -cualquier que sea su género- que puede ser considerada maestra en el Perú. Este texto fue escrito antes de su partida y ha sido adaptado a esta nueva realidad.
Cuando conocí a Mariella Agois a inicios de los años 80, ella era -y siguió siendo- una destacada fotógrafa y cofundadora de la fotogalería Secuencia. Desde el inicio me sedujo una obra de sólidas indagaciones conceptuales a partir del espacio popular. Se trataba de la serie Chorrillos # 1 en papel de gelatina de plata realizada entre 1978-1980. Me sorprendió además su capacidad de convocar a los fotógrafos más destacados de la época por lo que en 1984 organicé la muestra ConSecuencia como una suerte de homenaje a todos ellos.
A pesar de un prestigio consolidado, Mariella decidió especializarse en pintura y marchó a al Art Institute de Chicago de donde egresara en 1985. En 1987 terminó su maestría en una institución que conozco bien. Chicago es una ciudad apasionante porque allí se puede apreciar mejor que en ningún otro estado la historia de la arquitectura norteamericana. En esos viajes, la visité en su estudio y me sorprendió el apasionamiento con el que me hablaba de la pintura que desarrollaba en esos años de intenso aprendizaje.
A su regreso en los años 90 la invité a una gran muestra en lo que es hoy la sala Miró Quesada. Su pintura marcaba el signo de los tiempos: Posmoderna, próxima al neoexpresionismo, heroica y con un contenido expansivo hacia la condición femenina. A partir de entonces Mariella se convirtió en una artista imprescindible en muestras nacionales e internacionales y los curadores la convocaban para enriquecer sus propuestas con sus experiencias.
Si bien sus pulsiones iniciales en el campo de la pintura la ubicaban en las antípodas del Hard-Edge de los 60, siempre había en su obra elementos precursores de lo que vendría después. Laberintos formados con trenzas, tableros de mesas cuadriculados, corazones agredidos por prismas y, de cierta manera, lo pudimos apreciar también en sus cuadros de tejidos y en las posteriores cajas abiertas que expusiera primero en Forum y luego en Lucía de la Puente.
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De esta manera se sucedieron indagaciones que mostraban un riesgo y, simultáneamente, una ruptura con todo lo anterior. Sin embargo Mariella nunca dejó de lado la fotografía a pesar de que la pintura lucía tener prioridad en sus preocupaciones estéticas. En varias oportunidades la invité a muestras nacionales e internacionales y su presencia a veces era pictórica y otras fotográficas. Sus participaciones en las Bienales de Lima y sus envíos a España, Estados Unidos, Uruguay y al resto America Latina fueron inolvidables. Sin embargo la fotografía siempre la acompañaba. Fue profesora en el Centro de la Imagen y recuerdo muy bien la serie “El Cantar de los cantares” donde introduce el código braille que luego haría extensivo a la pintura e inclusive al diseño. Tengo siempre presente su participación en la muestra sobre Godard que organicé en el Centro Cultural de España. Lo considero un hito en su trayectoria. Analizó la filmografía del francés y tomó los fotogramas más representativos de las 6 películas que Anna Karina (musa – amante – esposa) hizo para el director. El resultado es una de las mejoras secuencias entre cine y fotografía que se han hecho en el Perú.
En el 2007 el MALI expuso las obras de Joseph y Anni Albers, conteniendo sus experiencias en México y Perú. Fue un hito que ejerció muchas influencias. No puedo precisar cuánto pudo contribuir Anni al trabajo de Mariella pero entre ambas existe un paralelo entre la geometría, los tejidos, los diseños y tantas cosas más. Fue una exposición tan trascendente como la que hizo Jean Dewasne en 1954 en la Galería Lima, con una radical abstracción geométrica que marcó a muchos artistas de la joven generación de la época. Cartucho Miró Quesada publicó en su columna “En blanco y negro” que esta pintura “es la expresión de lo que puede y debe ser la pintura en función a la arquitectura contemporánea… Un respeto a la superficie, una monumentalidad de forma, un equivalente pictórico de la tecnología constructiva moderna, una voluntad de simplicidad y rigor, y una concordancia de espíritu”.
70 años después se pudiera decir algo similar de la muestra de Mariella Agois en el MALI. Curada -sintomáticamente- por Paulo Dam, Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, arquitecto y notable investigador. Su presencia refuerza el contenido arquitectónico de esta obra. Lo acompaña Jorge Villacorta y la misma artista. Es una mujer de respetable conocimiento y sabe a la perfección qué puede exhibir cuando se le impone la exigencia de seleccionar 30 piezas de una producción amplísima.
No avizoro a plenitud en esta obra el eco de Frank Stella ni las intenciones lúdicas a las que se aluden en la presentación. Admito que puede haber en ella un juego pero en todo caso luce intenso, obsesivo, apasionado como fue su vida misma. En la epidermis, aprecio en estas pinturas una orientación más próxima a las indagaciones del arte óptico que pudiera ser el resultado de basar su trabajo en vectores. Como bien señalan los curadores, ella toma el patrón lineal conocido como chevron: “dos diagonales se dan encuentro en ángulo agudo y coinciden en un punto, comparable a la cabeza de una flecha. … Los patrones visuales de Agois pueden consistir en franjas paralelas que ella organiza dinámicamente a nivel pictórico …” Ver ejemplo: https://www.shutterstock.com/es/search/chevron-pattern-thin-line /
Pero estos trabajos son más complejos que la creación virtual de planos, dobleces y profundidades. He tenido oportunidad de ver registros de la mejor instalación geométrica que se ha hecho en el Perú -a cargo de ella- y que debería de ser pública. Sus líneas expansivas son esencialmente arquitectónicas y tienen la capacidad de romper con la ortogonalidad de cualquier espacio, dislocando cualquier tipo de perspectiva, permitiendo al espectador estar enclaustrado en una habitación donde todo luce próximo a estallar.
Lo contenidos de la pintura de Mariella Agois exceden la simple apreciación vectorial. Por ejemplo, en la actual muestra en la Fundación Juan March en Madrid, se presentaron importantes obras internacionales en la exposición Antes de América. Considerada la mejor exposición de España en el 2023, reúne las influencias precolombinas a partir del siglo XX a la actualidad. En la zona dedicada a “Invención y conceptualismos” brillaba una obra suya, “Pliegue 47”, del año anterior. Ella sostenía “Usamos espacios como los que nos ofrece lo precolombino que son parte de nuestra identidad… he nacido en este territorio que es geográfico y cultural, a la vez. Entonces son mis referencias…”
Esta antológica es muy oportuna. No por coincidir con una muerte imprevista sino por la extraordinaria importancia de la artista. A lo largo de los años ella fue experimentando nuevos lenguajes y acumuló una riquísima documentación inédita – a la que he tenido un acceso privilegiado- que debería de hacerse pública junto a una gran retrospectiva suya. Es una tarea pendiente del MALI a una de nuestras mayores artistas.
Mariella Agois fue deslumbrante en todos los aspectos de su vida. Siempre estará conmigo en este tiempo que me resta.