Guillaume Canet y una película para recordar: “Blood Ties”

por gruiz

Muchos lo intentan, pero son contados los que pasan de la actuación a la dirección (y viceversa), y de estos “elegidos”, poquísimos muestran más que un apreciable valor estético en ambos terrenos. Esto es lo que ocurre con el francés Guillaume Canet, quien ha actuado en más de treinta películas. El gran público lo ubica gracias a su participación en The Beach (2000) de Danny Boyle y Jeux d’enfants (2003) de Yann Sammuell. Canet pertenece a la estirpe de los que primero leen los guiones antes de firmar contrato. Esta es una seña de honestidad creativa (o de una búsqueda de expresión); además, ha dirigido cortometrajes desde el inicio de su carrera actoral e hizo su primer largometraje con la suficiente experiencia recibida de los cineastas con los que trabajó. Ne le dis a personne (2006) y Les Petits Mouchoirs (2010) reflejaban madurez pese a las inevitables caídas formales.

Entre sus entonces dos primeros trabajos en calidad de director, protagonizó Les Liens du sang (2008), de Jacques Maillot. A esta película la podríamos encausar en la tradición del cine negro y el cine policial, o una mixtura de ambas. Digamos que no supera el paliativo de “interesante”, a razón de cierto apuro en el desarrollo de las acciones medulares de la historia, que no solo se suscribía a un par de hermanos divididos entre el bien y el mal.

Descontento con ese trabajo, Canet regresó a la carga: se colocó detrás de cámaras y trajo, para el circuito gringo, una versión más desarrollada del mismo en 2013, de la mano de James Gray, quien dejó por un momento la dirección (uno de los mayores exponentes actuales del cine policial/negro) y reescribió el guion, sin perder su esencia setentera, con Canet. El resultado: Blood Ties (Lazos de sangre). Canet puso la actuación, mientras que Gray la verosimilitud.

Tráiler de “Blood Ties”. Fuente: YouTube.

Canet convocó a Marion Cotillard, Clive Owen, Billy Crudup, Lili Taylor y James Caan. También al ex The Wire Domenik Lombardozzi, Noah Emmerich, Mila Kunis y Zoe Zaldana. Blood Ties cuenta la historia de dos hermanos (Chris y Frank Pierzynski) en apariencia antagónicos (el mayor: ladrón y asesino; el menor: agente policial). Chris sale de la cárcel e intenta rehacer su vida con la ayuda de Frank, pero le es imposible ajustarse a una vida honrada y alejada de pleitos. Mientras tanto, el ejemplar Frank se vale de su poder para quedarse con la mujer y la hijita de un delincuente que mandó a la cárcel.  

Canet los desnuda en sus miserias —logradísimo contraste— y así entendemos quién es más honesto y coherente con sus códigos de vida. Canet es más emocional que estructural. Canet arriesgó a sabiendas de que sus desafíos a la lógica narrativa/estructural alejaban a Blood Ties de candidatear a obra maestra. Sin embargo, esto es lo que menos importa. Aquí hay una intensidad salvaje que motiva al espectador a una posible participación durante la emisión (efecto brechtiano). Es decir, Blood Ties genera en quien la ve oleadas de impotencia y fastidio que muy pocas veces vemos en el cine de hoy, tan complaciente con el espectador. Por lo dicho, esta película no es una obra maestra, pero no tiene que serlo para quedarse por muy buen rato en la memoria de uno. Búsquenla.

(GRO).

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