La obra de Gonzalo García Callegari está marcada por la crítica festiva/irónica. Bajo esa coordenada, ha forjado una poética en donde lo social resulta la materia a canibalizar (pensemos en la serie Peruanismos), pero su nueva exposición, Putavida, que exhibirá del 1 al 31 de julio en la librería La Rebelde, en Barranco, es su trabajo más personal: el asombro de la infancia y su relación con el erotismo; el goce contra la represión. El sexo no es un tema caduco.
—¿Qué diferencia a esta exposición Putavida de las otras que has realizado?
Si bien la sensualidad y el cuerpo humano han estado presentes antes en mi propuesta artística, es la primera vez que toco el tema del erotismo y del sexo de una manera tan directa y gráfica, elaborando todo un conjunto de obras en torno a su descubrimiento, al deseo, la culpa que éste conlleva, el miedo al castigo, la censura, etc.
—¿Desde cuándo venías trabajando en Putavida?
Los primeros esbozos de Putavida fueron realizados desde principios del año 2016. Hice algunas obras preparatorias, pero sentía que la idea no había madurado lo suficiente y la dejé reposar hasta encontrar el momento adecuado. Entonces vino la pandemia en el año 2020 y este proyecto que estaba dormido se despertó y encontré que era el momento perfecto para desarrollarlo.
—Como una respuesta ante la desgracia.
Efectivamente, fue una respuesta vital ante tanta incertidumbre, tanta convulsión y tanta muerte. Era una manera de decir que yo seguía vivo y de sentirme vivo. Además, al estar tanto tiempo encerrado y no poder ir a mi taller, fue la oportunidad de meterme de lleno en el tema y avanzar lo que se podía con lo que tenía a mano: bocetos, ideas y una computadora. Cuando las restricciones se flexibilizaron y pude volver al taller, la ejecución fue muy rápida pues ya tenía todo pensado y la parte técnica resuelta.
—¿Crees que el erotismo es menos encendido hoy que antes?
No diría que es ni menos ni más encendido que antes. Desde hace miles de años el sexo es el sexo, nada nuevo se ha inventado en todo este tiempo. Lo que ha cambiado es el acceso a este tema y la manera es cómo se nos presenta. Las fotografías que yo he utilizado para esta propuesta vienen de una época anterior a mi infancia, la mayoría son de principios del siglo XX, cuando este material gráfico era muy pequeño y se escondía en las billeteras de los hombres, que las intercambiaban por otras con sus amigos o conocidos. Muchas eran fotografías de fotografías, por eso algunas son de tan baja calidad (recordemos que en esa época no existían fotocopiadoras y el revelado era costoso). En mi niñez, durante los años 1970 y principios de los 1980 en Lima, todo era oculto, clandestino, rodeado de un aura de prohibición y de censura. No había dónde encontrar información, el colegio no te la daba y en tu casa tampoco la encontrabas. Recién empezaban a llegar los primeros VHS que lo cambia todo en el mundo del erotismo pues lo gráfico y estático se vuelve casi real a través de un televisor. Pero su acceso era aún muy restringido. En cambio, hoy en día todo lo que quieras ver o saber está a solo un click de distancia y a través de la pantalla de un teléfono. La influencia de la religión hoy ya no es tan fuerte como antes, y la sexualidad se vive de una manera mucho más natural, en muchos hogares los padres ya hablan de estos temas con sus hijos. Muchas cosas han cambiado en poco tiempo, sobre todo en las grandes ciudades.
—Un regreso a la infancia y adolescencia vía el descubrimiento del erotismo. Las fotografías vintage son el puente a ese descubrimiento.
Así es, esta vez he trabajado con mi propia historia
personal, con mi desarrollo como adolescente creciendo en medio de un país
subdesarrollado, con una fuerte influencia de la religión católica y en plena
dictadura militar. En realidad, me doy
cuenta que cada vez más me interesa trabajar con mi memoria sobre sucesos
pasados. Es desde ahí que elaboro mis propuestas artísticas. De toda esa reflexión también se desarrolla
mi propuesta pictórica sobre la historia peruana.
Lo que hago en Putavida es rememorar mis primeros acercamientos al
erotismo y al sexo y todas las emociones y sentimientos que estos temas me
provocaban, pero a la vez también existía la necesidad de mantener todo esto
tapado, oculto, por miedo al castigo, porque estaba prohibido. Y lo resuelvo
colocando elementos lúdicos sobre las escenas eróticas: así aparecen los
crucigramas, pupiletras, rompecabezas, superhéroes, trapecistas, etc. Todos
ellos elementos muy presentes en mi infancia y que aparecen constantemente en
mi trabajo.
—El erotismo está muy ligada a la poesía, la sensualidad de la imagen, la sugerencia.
Claro, el erotismo me parece mucho más interesante que la pornografía pues te permite sugerir antes que mostrar. Cuando se oculta parcialmente o se sugiere algo, provoca descubrir lo que está detrás. En cambio, cuando se muestra totalmente, ya no existe el misterio y la imaginación se esfuma. La imagen ya no estimula a tu cerebro sino directamente a tu fisiología. La respuesta de tu cuerpo entonces es automática, mecánica, ya no existe la seducción ni el misterio por aquello que hay que descubrir o develar.
—Pocos trabajan el erotismo.
Lo más presente en todo el proceso de Putavida han sido mis propios recuerdos y sentimientos sobre estos temas. No son muchos los artistas que trabajen con el erotismo y la sexualidad de manera explícita, son temas difíciles que provocan aún muchos temores e inseguridades, incluso cuando son inherentes a la naturaleza humana. Existe una línea muy fina para que el erotismo no aparezca como vulgar. Y a la vez no tiene mucho sentido reprimir ni temer a algo que es natural. Entre esos dos ámbitos es que se mueve Putavida.