Una tarde veraniega de fin de semana, una joven familia, el esposo de 31 años, la esposa de 26 años, y la hija de apenas dos años, sale de su casa a distraerse al centro comercial Real Plaza, en la ciudad de Trujillo. De repente, se cae el techo del patio de comidas donde estaban: todos mueren. Hubo más fallecidos y otros heridos. Solo cabe una pregunta ante este hecho: ¿puede haber algo más absurdo que esa familia haya perdido la vida en el centro comercial de una de las empresas más importantes del país, propiedad del hombre más rico del Perú?
Sí, claro, en el Perú hay cosas más absurdas, aunque menos dramáticas. Por eso seguimos llamando la atención del mundo. Los siguientes tres recientes ejemplos así lo demuestran.
Cuando se celebró la reunión de APEC (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico), en noviembre pasado, se inauguró el denominado mega puerto de Chancay, una obra de gran envergadura con una inversión total cercana a los cinco mil millones de dólares, que tiene como objetivo constituirse en un importante centro de comercio internacional de la región. Pues bien, recordemos que en dicha ocasión estaba en nuestro país el presidente de China, Xi Jinping, quien declinó asistir personalmente a la inauguración invocando razones de seguridad. El acto entonces se llevó a cabo virtualmente.
Claro, todo parecía indicar que las consideraciones de seguridad estaban restringidas a evitar atentados contra la vida del mandatario chino; no obstante, ahora puede deducirse que el concepto de seguridad era más amplio, y es que se acaba de caer un puente en Chancay, que causó la muerte de varias personas. Realmente absurdo: se ejecuta una obra multimillonaria y colapsa un puente de acceso a la ciudad donde está el gran puerto.
Algo parecido, por el sinsentido que conlleva, está ocurriendo con el nuevo aeropuerto Jorge Chávez. Las obras de ampliación han demandado alrededor de dos mil millones de dólares y tienen como propósito convertirlo en un moderno terminal aéreo. Sucede, sin embargo, que se han olvidado de construir los accesos al nuevo aeropuerto. Aunque no se pueda creer: no hay, por el momento, vías de ingreso al aeropuerto (próximo a inaugurarse, sin saberse por dónde se podrá entrar al acto). De hecho, la reconocida empresa internacional Bloomberg, ha publicado un reportaje acerca de lo absurdo de la situación: una obra monumental a la que no se puede entrar. Un disparate.
En el caso del puente de Miraflores (el último absurdo peruano de este recuento), todavía no hay nada que se haya caído, simplemente porque nada se ha construido. Todo lo que existe está en el suelo, literalmente, impidiendo el libre tránsito. Sobre la pista están las estructuras metálicas del puente, los aparejos de construcción y una inmensa grúa, sin funcionar; todo en espera de una decisión de la Municipalidad de Miraflores acerca de cómo terminará este puente, que si se construye es probable que nadie transite por temor a caerse.
En todos los casos hay algo evidente: la incompetencia; pero hay más: la ridiculez, lo cual los convierte en patéticos.
*Abogado y fundador del original Foro Democrático.