Sebastián Rodríguez Larraín está en la monumental tarea de rescatar la prolífica obra de su padre: el arquitecto Emilio Rodríguez Larraín. El primer paso ha sido la inauguración de la exposición “Emilio Rodríguez-Larraín: Paisajes Ancestrales” en una exclusiva galería Nueva York que representa el regreso póstumo del artista a esta ciudad después de 60 años.
“La muestra presenta una selección de pinturas rara vez expuestas, realizadas entre 1959 y 1964, que pone de relieve un aspecto único del legado del artista. Para profundizar en la rica y versátil obra de Rodríguez-Larrain,”, dice el catálogo de la galería
“En Perú mi papá es un artista consagrado”, dice con orgullo. No es para menos porque se han realizados tres retrospectivas a su nombre. En 2006 se le otorgó el Premio Tecnoquímica, “el premio más grande para un ciudadano en artes”, y ha representado a Perú en tres Bienales de Venecia (1960, 1964 y 1972).
Como artista ERL hizo pintura, escultura, instalación y lo que se conoce como Land Art. No por nada, importantes museos de arte de todo el mundo, y colecciones privadas, tienen obra de este artista peruano. Entre los museos está el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Musée de la Ville de Paris y el Museo de Arte de Bunkamura, en Tokio.
No hay duda que en la obra de Emilio Rodríguez Larraín hay valor más allá del mercado. “Hay valor histórico, valor cultural y artístico además de intelectual”. Mismo hombre orquesta, Sebastián está coordinando esfuerzos para generar un movimiento hacia el redescubrimiento de la obra y que no ocurra lo que pasó con la “Máquina de Arcilla” en Trujillo, que se perdió por simple abandono y si no se hace algo pronto, su escultura la “Torre de adobe de canto” en el Parque de la Exposición correrá la misma suerte.