La Universidad de San Marcos vivió una de sus noches más memorables con el esperado concierto de Dua Lipa, que convirtió el Estadio de San Marcos en el epicentro del pop global. Desde las 8:00 p. m., decenas de grupos de fanáticos avanzaban por la Ciudad Universitaria buscando sus accesos, creando un ambiente de fiesta entre vendedores de merchandising, comida callejera y la presencia inevitable de revendedores, que ofrecían entradas a precios iban de S/500 a S/ 1000.
Una vez dentro, el anuncio en las pantallas —“EL CONCIERTO COMENZARÁ 9:30 PM”— fue recibido con calma. Los asistentes aprovecharon para comprar bebidas, conversar y disfrutar la previa. Pero a las 9:25 p. m., las luces se apagaron y un rugido colectivo anunció lo inevitable. Cinco minutos después, Dua Lipa apareció con una entrada triunfal. Lo que siguió fueron más de dos horas de precisión milimétrica: pop, electrónica, baile y un repertorio capaz de encender cualquier escenario del mundo.

La artista británica, que a sus 30 años sigue redefiniendo los conciertos masivos, encantó con clásicos como One Kiss, Levitating, Break My Heart, New Rules y nuevos favoritos como Houdini y Illusion. Cada canción era acompañada por coreografías pulidas, luces vibrantes y fuegos artificiales que convertían al estadio en una gigantesca máquina de emociones. Su banda y bailarines mantuvieron un ritmo incesante, haciendo que el show no perdiera intensidad ni un segundo.
Uno de los momentos más celebrados ocurrió cuando invitó al escenario al artista peruano Mauricio Mesones para interpretar “Cariñito”, desatando un coro monumental que recorrió las tribunas. La conexión de Dua con Lima fue inmediata y constante: entre ovaciones, agradeció al público, elogió la ciudad y confesó que los sabores del Perú —después de visitar restaurantes como Maido y otros en Barranco— la habían conquistado completamente.

Su cercanía se volvió un sello de la noche. Bajó a la zona de cancha para abrazar fans, aceptó celulares para hacerse selfies improvisadas y bromeó con el público como si estuviera entre amigos. En un gesto que se volvió viral al instante, tomó el teléfono de una joven de primera fila y se grabó cantando mientras caminaba por el escenario, devolviendo el aparato ante el asombro de su dueña.
El viaje musical incluyó explosiones de euforia con Hallucinate y Electricity, momentos íntimos con Love Again y un final apoteósico con Don’t Start Now e Illusion. Canción tras canción, Dua Lipa demostró por qué es una de las figuras más influyentes del pop contemporáneo: domina el escenario con naturalidad, ejecuta cada presentación con disciplina quirúrgica y mantiene una cercanía real con su público.
Para los miles que colmaron San Marcos, el concierto no fue solo un espectáculo internacional: fue una experiencia emotiva, inesperadamente cercana y contundente, comparable con los grandes hitos del pop que marcaron generaciones. Una noche en la que Dua Lipa no solo brilló: conquistó Lima por completo.