Escribe: CHEMA TOVAR
La elegancia de lo atemporal. Una crónica sobre el restaurante miraflorino que se ha convertido en el custodio de las celebraciones familiares y la música de cámara en Lima.
En el número 111 de la calle Martín Dulanto, en el corazón de Miraflores, se ubica la Trattoria Don Vito, un establecimiento con más de cuarenta años de historia. Este lugar ha trascendido su menú para convertirse en un verdadero custodio de la tradición familiar y el romance.
El compromiso con la cocina italiana artesanal es la columna vertebral del lugar. Desde el inicio, la experiencia invita a la inmersión clásica, con entradas que rinden culto al antipasto. El Vitel Toné, un clásico del Piamonte, a base de carne de ternera bañada en una cremosa salsa de atún y anchoas, no solo es un plato: es una declaración de principios sobre la defensa de las recetas canónicas. A este se suman los Fondos de Alcachofas rellenos o la clásica Caprese alla Mozzarella de Búfala, que preparan el paladar para los protagonistas.
Don Vito defiende la nobleza de la pasta hecha en casa, elaborada a diario en su propio taller con el rigor de la antigua usanza. La cocina aquí no teme a la sencillez del sabor bien ejecutado. Platos como el emblemático Póker de Pastas o la robusta Lasagne Don Vito –una capa tras capa de pasta, carne a la boloñesa, jamón y la perfecta proporción de quesos mozzarella y parmesano– son el ancla culinaria que reúne a las personas. La comida en Don Vito es el sustento material que permite que se desarrollen los encuentros y las celebraciones, convirtiéndose en la materia prima de sus recuerdos.
Sin embargo, esta historia culinaria está íntimamente ligada a la atmósfera. El ambiente de Don Vito, con su iluminación cálida y su decoración clásica, lo ha consolidado como un lugar predilecto para pedidas de mano y aniversarios. Las familias lo eligen como el punto de reunión constante, manteniendo la visita como un ritual que se extiende por generaciones. Los clientes regresan por el sabor, pero también por la memoria que atesoran en sus salones.
Para completar esta atmósfera, está el papel distintivo de la música. La predilección de Don Vito por la música clásica y de cámara no es un mero adorno; es una elección consciente que eleva la cena. Los acordes discretos y atemporales envuelven al comensal, creando una sensación de intimidad y reflexión que facilita la conversación profunda. Don Vito es la prueba de que la armonía se encuentra tanto en el equilibrio de una salsa bien hecha como en la melodía de un violín.
Si usted busca una cocina italiana rigurosa, donde el sabor auténtico es el telón de fondo para los momentos más importantes de la vida, su mesa lo espera en la calle Martín Dulanto.



