Desde sus primeras apariciones en la escena bogotana hasta sus exposiciones en La Habana, Nueva York o Madrid, desarrolla un laboratorio simbólico donde la materia —agua, sonido, papel o piel— se convierte en vehículo de una sensibilidad filosa, íntima y crítica. Formada en diseño gráfico, mercadeo y arte, Leal (1971) ha sumado a su trayecto un posgrado en bioneuroemoción. Lo cual alimenta su práctica con una dimensión de escucha activa: del cuerpo, del entorno, del trauma.
Y Estudio de la caída de una hoja representa una cima silenciosa. La hoja, ese residuo vegetal ignorado, es en su lenguaje una alegoría de los cuerpos femeninos descartados por el sistema. Ella los recoge, los borda y reconstituye en una acción de restauración y resistencia. En cada puntada no restituye su lozanía sino la dignidad de su caída.
Las piezas presentadas —como el tríptico “Jardín secreto”, las “Arquitecturas” puntuadas con alfileres, o la gran hoja suspendida— exploran, desde diferentes escalas, la relación entre cuerpo, territorio y memoria. En “Cartografía / Suramérica”, una serie de estampas seriadas de hojas remiten al desgaste repetitivo de los cuerpos utilizados como objetos de servicio. La tinta se agota, la forma se desdibuja. La metáfora es transparente y brutal. Y sugiere incluso un sonido mecánico, industrial, como fondo para esta coreografía de desapariciones.
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Su linaje puede rastrearse en el textil, la costura y el cuerpo como poética radical: desde Louise Bourgeois, con sus tejidos memorísticos y estructuras biomorfas, hasta Mona Hatoum y sus instalaciones de fronteras corporales en tensión. Hay también resonancias con Ana Mendieta, cuya obra situaba el cuerpo femenino en rituales de desaparición o huella, ecos de Tracey Emin o Judy Chicago, quienes bordaron lo íntimo en su deslizamiento hacia lo político.
Todo lo cual se inscribe en una gramática del arte contemporáneo que articula “fragilidad performativa” y “resistencia semiótica”. Bourriaud podría ver en su obra una forma de “estética relacional silenciosa”, Hal Foster hablaría aquí de “retorno al cuerpo vulnerado” desde una crítica postmoderna del archivo y Griselda Pollock reconocería una apuesta por el arte como “espacio de duelo que reconstruye el deseo”.
Lo que hace singular a Lina Leal es, además del lenguaje material o su filiación feminista, su manera de situarse: ni víctima ni heroína. Trabaja con la conciencia del daño desde un gesto activo, de serena intimidad. Sin denuncia panfletaria ni estetización de la violencia, deviene en acto poético, ético y ritual. Para una obra que exige justicia de la mejor manera: bordándola. Porque, sin negar la herida, la convierte en belleza.
Muestras: Materia estática de Diego Alvarado y Estudio de la caída de una hoja de Lina Leal.
Lugar: La Galería.
Dirección: Conde de la Monclova 255, San Isidro
Fechas: del 10 de julio al 9 de agosto.
Entrada: Libre.