Adiós, Álamo

Escribe: Patricia Salinas O. | Pese a que fue uno de los mejores reporteros en la historia de la televisión peruana, ningún canal le hizo homenaje alguno.

por Patricia Salinas

La televisión peruana es muy ingrata, demasiado ingrata. No sorprende que en ninguno de los canales en los que trabajó Álamo Pérez Luna Canales, hayan hecho, después de su muerte, reportaje alguno sobre su larga y prolífica carrera. Por ahí algún comentario casi a media voz, pero nada más. Porque así de mezquina es la tele, te usa y te descarta, y si no hay un escándalo de por medio, no vale la pena mencionarlo, porque no da rating.

Pero que te reconozcan tus pares es casi un milagro en este medio, lleno de celos profesionales, complejos y obviamente mucha envidia, y eso sí lo logró. El jueves pasado, día de su muerte, muchos colegas escribieron en sus redes, cosas realmente conmovedoras, al punto que, sin haber enseñado en ninguna universidad, quedó probado que fue un maestro.

“Mientras yo estaba en el colegio él ya estaba contando grandes historias en televisión, destapes como el caso Lunarejo o Vaticano, reportajes que más parecían documentales; con esa voz inconfundible que se quedó grabada en la mente de toda una generación de pulpines reporteros que queríamos escribir como él, estructurar como él, locutar como él. La vida me permitió trabajar bajo su dirección en Panorama …Nadie como él para hacer un reportaje de la nada como el día que, con solo tres fotos, destapó las andanzas de un exministro, o el día que con el viejo archivo de oro de Panamericana, reventó el rating con un documental potente sobre Ferrando”, escribió Fernando Díaz, quien fue a verlo al hospital, apenas unos días antes de su fallecimiento cuando le dijo “He vivido intensamente”.

Por su parte, René Gastelumendi posteó: “Lo único que voy a decir de él es que, por muchos años, fue el intrépido reportero que todos los periodistas de televisión queríamos ser. Su voz serena, sólida, determinante, tal vez la mejor voz de la crónica y el periodismo de investigación del país. Su pluma simple, directa. Su estructura narrativa digna de un gran cuentista, de un gran narrador de historias. También su percha. Talento puro. Vivió todas las aventuras, las buenas y las malas”.

Pero el que describió con mayor exactitud parte de sus logros, fue Beto Ortiz, quien le dedicó varios posts y estoy segura que si hubiera tenido un programa en vivo en lugar de El valor de la verdad, le hubiera hecho un homenaje como aquella semblanza que escribió en Perú 21 en 2014, cuando entre ampays y chismes varios medios le hacían un cargamontón.

“Antes de que la Shirley y la Kathy se mechonearan y se arrancaran las extensiones, Álamo ya había entrevistado en vivo a Néstor Cerpa Cartolini al día siguiente de la toma de rehenes en la residencia del embajador del Japón. También a Maritza Garrido Lecca en Yanamayo y al camarada ‘Ricardo’ del MRTA en la clandestinidad de El Sauce, Tarapoto. Había realizado los primeros reportajes sobre Aerocontinente y Fernando Zevallos, hoy condenado por narcotráfico. Había cubierto el horrible asesinato de María Elena Moyano, acompañado al papa Juan Pablo II en su histórica visita a Cuba, entrevistado a Jorge Garzón, estrella de la TV colombiana pocas horas antes de que los paramilitares lo mataran, y obtenido el testimonio del General Ramírez del Ejército Peruano quien, mirando a la cámara, le dijo a su hijo: ‘Si nos encontramos en el campo de batalla, dispara tú primero porque no sé si podré matar a mi propio hijo’.  Era el padre del terrorista apodado Camarada Feliciano”, decía parte de aquel artículo escrito por Ortiz hace 11 años.

Ese era Álamo Pérez Luna, el de los grandes reportajes, el de las ‘pepas’, el reportero estrella de La Revista Dominical, el director de Panorama y de Día D y también el que a veces tuvo que trabajar en la sombra como en Vidas secretas, porque los directivos de las canales ya no lo querían en su empresa.

Ese era el Álamo Pérez Luna que quiero recordar hoy. Sus errores, sus sombras y sus demonios, se los dejo a esas aves carroñeras que abundan en estos tiempos.

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