Por: Ricardo González Vigil
Mucho hay que agradecerle al recientemente fallecido Carlos Zúñiga Segura (Pampas, Tayacaja, 1942 – Lima, 2025). Miembro de la Generación de los 70, formó parte de los “Poetas Mágicos”, grupo integrado por César Toro Montalvo (con quien realizó innumerables publicaciones y actividades en las décadas siguientes), Omar Aramayo y Roger Contreras, que organizó un concilio de poetas en 1970, en Jauja.
En primer lugar, su producción poética, relevante desde Inauguración de la ausencia (1979). Su sensibilidad brota intensamente lírica; no obstante, alcanzó un logrado aliento épico-lírico, nutrido por sus raíces andinas, en Memorias de Santiago Azapara Gala, Gran Señor de Tayacaja (1998) y Señor de Marbella (2009, tributo a Magdalena del Mar).
Aplaudamos, también, al editor generoso, director desde 1975 de la revista La manzana mordida, arboleda abierta a todas las tendencias, especialmente abocada a difundir nuevos autores; y el sello editorial Capulí, donde destaquemos debutó un poeta de la importancia de Walter Curonisy, y se creó una colección dedicada a las voces femeninas, dirigida por Cecilia Bustamante. Agreguemos que desde 2017 codirigía con el poeta Santiago Risso Bendezú la revista Bambú / Pliego peruano de Haiku.
Festejemos, igualmente, sus valiosas antologías, especialmente Literatura de Tayacaja (1995) y Antología de la poesía infantil peruana (1999).
Finalmente, elogiemos su fecunda labor como gestor cultural, sobresaliendo los aportes a su terruño (probó que los hermanos vanguardistas Serafín Delmar, Julián Petrovick y Federico Bolaños habían nacido en Pampas y fue declarado hijo predilecto de Tayacaja, en 2009) y al distrito de Magdalena del Mar, donde residía (recibió la máxima condecoración municipal “Félix Dibós” y fue homenajeado por la Cámara Peruana del Libro en la primera Feria del Libro de Magdalena).