
La designación de Constantino Ávila Córdoba como nuevo presidente de EsSalud trajo cola. Fiorella Molinelli, exjefa de la institución, lo consideró un “personaje allegado a César Acuña y al ministro de Salud César Vásquez, pues fue director en el MINSA. No tiene experiencia en la seguridad social. Su nombramiento responde a la evidente alianza de gobierno con APP, dejando de lado la urgente necesidad de una gestión enfocada en los asegurados y la mejora del servicio. ¿Hasta cuándo las cuotas de poder estarán por encima de la salud de los peruanos?”.
Una lógica que confirma crisis estructural del Sistema de Salud peruano, que ha sido evidenciada y agravada por la pandemia y el crecimiento de enfermedades crónicas. Según un reciente estudio de Videnza consultores encargado por Comex, a pesar de que el 91.7 % de los ciudadanos cuenta con algún tipo de seguro de salud, la cobertura efectiva sigue siendo insuficiente, y la calidad del servicio está lejos de lo esperado. La fragmentación del sistema, la alta rotación de funcionarios y la falta de financiamiento adecuado han llevado a un aumento sostenido del gasto de bolsillo de los peruanos, que ha crecido en 29 % en los últimos años, dejando a muchas familias en una situación de vulnerabilidad.
La crisis no es solo de infraestructura o presupuesto, sino también de gestión. La coexistencia de EsSalud, el Seguro Integral de Salud (SIS), las Fuerzas Armadas y Policía, y el sector privado ha generado duplicidad de esfuerzos, ineficiencia en la asignación de recursos y un acceso desigual a los servicios médicos. Mientras que algunas zonas urbanas cuentan con hospitales de alta especialización, en el interior del país los centros de atención primaria siguen careciendo de equipamiento básico y personal suficiente.
Uno de los síntomas más visibles de esta crisis es la saturación de los hospitales y la falta de atención en el primer nivel. El modelo peruano sigue siendo hospitalocéntrico, lo que significa que la mayoría de los pacientes busca atención en hospitales, incluso cuando su condición podría resolverse en centros de menor complejidad. La Organización Mundial de la Salud recomienda que el 80 % de los problemas de salud sean resueltos en el primer nivel de atención; sin embargo, en el Perú esta cifra no llega ni al 50 %, lo que provoca largas colas, tiempos de espera excesivos y atención deficiente en los hospitales.
El informe de Videnza destaca además que el financiamiento del sistema de salud es ineficiente y fragmentado. Aunque el número de asegurados ha crecido significativamente en los últimos años –alcanzando casi el 100 % de la población nominalmente asegurada–, el presupuesto destinado a la salud no ha crecido en la misma proporción. El Seguro Integral de Salud (SIS), que atiende a más del 73 % de la población asegurada, depende enteramente de los fondos que el Ministerio de Economía y Finanzas le asigna cada año, sin una planificación de largo plazo.
A nivel de recursos humanos, la situación también es preocupante. El Perú tiene solo 10 médicos por cada 10 000 habitantes en el sector público, una cifra significativamente inferior a la de otros países de la región como Colombia (23.6) o Chile (29.7). Esta escasez de profesionales de salud se traduce en largas esperas para citas médicas y deficiencias en la atención de emergencias.
Además, la infraestructura hospitalaria presenta serias deficiencias. El 95 % de los establecimientos del sistema público tiene infraestructura y equipamiento inadecuado, lo que limita su capacidad de respuesta. A esto se suma la falta de medicamentos: 2 de cada 5 establecimientos de salud no tienen disponibilidad de medicamentos esenciales, lo que obliga a los pacientes a comprarlos en farmacias privadas, incrementando aún más su gasto de bolsillo.
LAS REFORMAS NECESARIAS: EL ROL DEL SECTOR PRIVADO
Ante este escenario, el sector privado aparece como un actor clave para mejorar la eficiencia y la accesibilidad del sistema de salud. El informe de Videnza Consultores propone una serie de medidas que buscan optimizar la administración de los recursos públicos y fortalecer la participación privada para cerrar brechas en infraestructura, atención y abastecimiento de medicamentos. Entre las principales propuestas se encuentran:
- Fortalecimiento del Seguro Integral de Salud (SIS): se plantea que el SIS funcione como un verdadero Fondo de Aseguramiento, con capacidad de gestionar su propio financiamiento de manera eficiente. Para ello, su presupuesto debería calcularse en función de una prima por afiliado, y la contratación de servicios debería realizarse mediante mecanismos eficientes de pago, garantizando que los fondos se utilicen de manera efectiva.
- Implementación acelerada de Redes Integradas de Salud (RIS): un modelo que permitiría descentralizar la atención y garantizar que los pacientes sean atendidos en los niveles adecuados, evitando la sobrecarga de los hospitales. En este esquema, se incluiría la participación de establecimientos de EsSalud y del sector privado, asegurando una mejor distribución de los recursos.
- Creación de un fondo universal para la cobertura de alto costo: esta medida busca evitar que las enfermedades graves y crónicas se conviertan en una carga financiera catastrófica para las familias. Se propone que el fondo sea intangible y autónomo, garantizando que los recursos no sean desviados y que los tratamientos de alto costo estén cubiertos de manera efectiva.
- Optimización del acceso a medicamentos: se proponen dos medidas clave en este aspecto. Primero, la masificación de la receta médica electrónica, lo que permitiría mejorar la trazabilidad de los medicamentos y reducir el riesgo de desabastecimiento. Segundo, una alianza con farmacias privadas para garantizar que los pacientes crónicos puedan recoger sus medicamentos cerca de sus domicilios, evitando desplazamientos innecesarios y largas esperas en hospitales.
- Desarrollo de infraestructura hospitalaria bajo el modelo de Asociaciones Público-Privadas (APP): la brecha de infraestructura en el sistema de salud peruano es demasiado grande para ser cubierta únicamente con inversión pública. Se propone impulsar la construcción y operación de hospitales a través de APPs, asegurando que los centros de salud cuenten con el equipamiento y el personal necesario.
- Uso estratégico de la tecnología: un componente clave de la reforma es la implementación de sistemas de información interconectados, incluyendo la historia clínica electrónica y plataformas de gestión hospitalaria (ERP). Esto permitiría una mejor toma de decisiones, reduciría la duplicidad de pruebas médicas y optimizaría los recursos del sistema de salud.
UN CAMBIO IMPOSTERGABLE
Las deficiencias del sistema de salud en el Perú son arrastradas durante décadas y la pandemia no hizo más que evidenciarlas con mayor crudeza. Sin embargo, la solución no pasa solo por aumentar el presupuesto, sino por hacer más eficiente el uso de los recursos disponibles y permitir una mayor colaboración con el sector privado en infraestructura, logística y prestación de servicios.