La meritocracia ha desaparecido del razonamiento público en el Perú. Lo sabe bien Mercedes Aráoz, quien integró gobiernos que, bajo distintas circunstancias, impulsaron reformas al respecto. “Servir es una iniciativa que podía ser mejorada”, considera, “pero trabajaba con los incentivos en la carrera pública para desarrollar la meritocracia en el Estado. El MEF demoró el proceso porque no lo dotaba de presupuesto. Y el problema es que, si no tienes una línea de formación para tener una carrera pública, lo que pesan son los intereses corporativistas”. En esas circunstancias, confirma, “la influencia de los sindicatos en el sector público es como nunca antes se había visto. No es que no se deban tener sindicatos, de ninguna manera. Pero en un momento se tenía una mística en el Estado. Y hoy, como en la práctica el Congreso no tiene límites fiscales, la iniciativa y la presión por mayor gasto corriente viene por ese lado”.
En CADE, Aráoz, actual profesora investigadora de la Universidad del Pacífico, conducirá la mesa Meritocracia y su impacto en la gestión pública, que contará con las exposiciones del español Francisco Longo, profesor del Centro de Gobernanza Pública de Esade, y el chileno Alejandro Weber, decano de la facultad de Economía y Gobierno de la Universidad de San Sebastián.
“Ellos traen una mirada muy interesante”, dice Aráoz. “Sin buena base burocrática, el desarrollo económico se perjudica dado que los sectores no conversan entre sí y las cosas se atoran. En el Perú no hay trabajo coordinado intersectorial a pesar de que hay varias aristas transversales, como la seguridad ciudadana y el desarrollo”.
La exvicepresidenta y exministra alerta que “el Estado ha aumentado muchísimo en su tamaño y queda claro que no hay mejores servicios. Y podrás tener las mejores leyes, pero nada funciona si eliminas los elementos de la meritocracia”.
Se refiere a la ley recién promulgada que permite nombrar a más de 3500 docentes contratados en las universidades públicas. “¿Cómo es posible?”, se pregunta. “En cualquier empresa se aplicarían indicadores de eficiencia antes de tomar una decisión semejante. Por supuesto, vamos a tener problemas y lo mismo ocurre en el sector Salud, con grandes dificultades en la base de formación del personal”.
Pero cree que el rumbo sí puede ser corregido. Una experiencia de choque como la de Javier Milei es un “fast track burocrático para eliminar los excesos. Se puede reducir el tamaño del Estado de manera eficiente”. Factores como el de Inteligencia Artificial pueden ayudar de manera que era inimaginable hasta hace poco. “El Estado no es igual que el sector privado”, advierte, “pero los incentivos funcionan en ambos lados”. Desde funcionarios mal pagados en posiciones sensibles hasta los excesos fiscalizadores como ocurre a veces con la Contraloría, pasando por una rotación imparable de ministros, es momento de volver a poner el tema sobre el tablero. “Tiene que ser parte de la agenda de los que vayan a postular”, insiste.