El presidente de EE. UU. autoriza a las fuerzas del orden a actuar en iglesias y colegios, generando preocupación en las comunidades migrantes.
En una medida controvertida, el presidente Donald Trump ha autorizado a las fuerzas del orden federales a realizar arrestos contra inmigrantes ilegales en lugares considerados sensibles, como iglesias, hospitales y colegios. Esta decisión, anunciada por el Departamento de Seguridad Nacional bajo el liderazgo del secretario interino Benjamine Huffman, busca “atrapar a criminales extranjeros”, incluyendo a aquellos que han ingresado ilegalmente al país.
La nueva política, que revoca una normativa de 2011 que restringía los arrestos en estos espacios, ha desatado el temor en las comunidades migrantes, temerosas de que sus hijos eviten asistir a la escuela por miedo a ser detenidos. Además, la administración planea enviar entre 100 y 200 agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) a ciudades como Chicago y Nueva York, donde la presencia de migrantes es significativa.
Tom Homan, designado como el nuevo ‘zar’ de la frontera, ha declarado que las deportaciones comenzarán inmediatamente tras la toma de posesión de Trump y ha advertido a los alcaldes que si no colaboran, enfrentarán consecuencias legales. Mientras Trump promete una dura postura contra la inmigración, se plantea un escenario de creciente tensión en un país donde las políticas migratorias han sido un tema divisivo.