Cuando todo parecía listo para que el nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez abriera sus puertas, un inesperado giro en la pista de despegue ha generado turbulencias. La esperada inauguración del terminal, inicialmente programada para este mes, se ha postergado 60 días, reprogramando su apertura para el 30 de marzo de 2025.
Seguridad primero: el argumento oficial
Según anunció el ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes, la decisión responde a la necesidad de garantizar un inicio de operaciones bajo los más altos estándares de seguridad, eficiencia y regularidad. “Es prioritario asegurar que todas las áreas operativas funcionen de manera óptima. Por ello, se establecerá un periodo de pruebas de 60 días para afinar detalles y evitar inconvenientes que puedan afectar a los usuarios”, señaló el ministro tras reunirse con representantes de Lima Airport Partners (LAP) y otros actores clave del sector aeronáutico.
El objetivo de este aplazamiento es realizar pruebas operacionales integrales en el lado aire y tierra, identificar posibles fallas, corregirlas y capacitar al personal para que esté completamente preparado para el nuevo flujo operacional.
¿Un debut escalonado o integral?
Aunque el 30 de marzo parece ser la nueva fecha definitiva, aún queda por definir si la apertura será gradual o si se optará por un arranque total. Esta decisión, según el titular del MTC, se tomará en coordinación con LAP, la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y la comunidad aeroportuaria.
El gerente general de LAP, Juan José Salmón, enfatizó que este retraso permitirá realizar una transición “segura y eficiente” hacia el nuevo terminal, asegurando que toda la comunidad aeroportuaria esté lista para ofrecer una experiencia óptima a los usuarios.
Tensiones en la pista: ¿fallas en el despegue?
A pesar de las explicaciones oficiales, el retraso no deja de generar suspicacias. Algunos sectores han señalado que la demora podría deberse a una falta de planificación adecuada o a desafíos técnicos que no se abordaron a tiempo. Otros, más optimistas, ven en el aplazamiento una oportunidad para garantizar que el Jorge Chávez esté a la altura de las expectativas.
Sea como sea, el reloj ahora corre para cumplir con una fecha que pone a prueba no solo la capacidad operativa del nuevo terminal, sino también la paciencia de los usuarios y la credibilidad de los responsables del proyecto.
¿Un despegue sin turbulencias?
El nuevo Jorge Chávez promete ser un hito en la conectividad aérea de Perú, pero esta postergación plantea dudas sobre la capacidad del proyecto para despegar sin sobresaltos. Con los ojos puestos en marzo, la comunidad espera que esta segunda fecha no sea otra parada técnica en la pista de aterrizaje.