“Yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados, en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro”. Tal cual dice la canción popular, hace unos días un grupo cercano de amigos del museólogo y gestor cultural Lucho Repetto Málaga cumplieron su voluntad. Sus cenizas fueron echadas al río Apurímac (dios que habla), desde el centro del puente Q’eswachaca.
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