En medio de noticias desalentadoras, Proinversión se asienta como una isla de optimismo. No es poca cosa batir un récord de adjudicaciones en proyectos de Alianzas Público Privadas (APP) por más de USD 8 mil millones al terminar el año. Ya veníamos de USD 2300 millones en 2023 –la mejor cifra en cinco años tras el colapso del gobierno de Pedro Castillo–. Para su director ejecutivo, José Salardi, las APP (que ya representan una tercera parte de la inversión, con el resto en la más complicada obra pública) representan la fórmula del éxito en complemento con otro formato al alza, que son las Obras por Impuestos.
Hace 20 años visité Bogotá. Me sorprendió la enorme cantidad de letreros en sus casas con el anuncio de “se vende”. El peor momento de la guerra contra las guerrillas, los narcos, los paramilitares, la delincuencia común.
Hoy recorro Lima y ya es un lugar común ver los mismos carteles. ¿Qué está pasando? ¿Los peruanos están dejando el país? ¿No hay futuro?
No hay duda que los tiempos no parecen buenos, pero hace algunos días participé de una reunión de periodistas con ProInversión y sus números me insinuaron una lectura distinta. Más optimista, aunque para los próximos lustros.
En sus 22 años de creación esta agencia de promoción de inversiones ha gestionado 108 proyectos por el mecanismo de Asociaciones Público-Privadas (APP) por más de USD 28 mil millones de inversión, 105 Proyectos de Activos (PA) por encima de los USD 7 mil millones y ha adjudicado 531 obras por más de S/ 10 mil millones, utilizando la creación peruana denominada Obras por Impuestos (OxI).
En suma, alrededor de USD 38 mil millones de inversión, más pública que privada, en obras de infraestructura y servicios, de los más diversos sectores como energía, carreteras, puertos, aeropuertos, minería, telecomunicaciones, saneamiento, irrigación, salud, educación, turismo, entre otros.
¿Dónde están estas obras? La mayoría son grandes inversiones (como la línea 2 del metro de Lima y Callao) con plazos de maduración prolongados, que culminarán en los próximos años. Las de OxI si son pequeñas obras de corto plazo en colegios, campos deportivos, puentes y otros.
Como detalla su director ejecutivo, el economista y periodista José Salardi Rodríguez, ProInversión avanza hasta la adjudicación del proyecto, pero no hasta la entrega de la obra porque no forma parte de sus competencias. “Hay espacio para mejorar el marco normativo”, añade.
¿Cuál ha sido la clave de estas buenas cifras? Construir confianza en base al diálogo y la transparencia. También al cumplimiento de lo ofrecido a todos los participantes del mecanismo. “Conversamos mucho con el sector privado, los gobiernos regionales, las municipalidades, las empresas, los ministerios y entidades involucrados. Se escucha bastante, se conversa, se comunica, somos transparentes”, dice Salardi como buen periodista.
El también economista habla con entusiasmo de adjudicaciones recientes como el legendario ferrocarril de Huancayo a Huancavelica, el famoso “tren macho”, el mismo que según la leyenda rural “parte cuando quiere y llega cuando puede”. Se espera que esto ya no será así cuando se inviertan USD 565 millones en su mejoramiento y rehabilitación cofinanciados con el Estado en una concesión de 30 años.
Lo que sí está demostrado es que el porcentaje de culminación del proyecto y puesta en servicio de las APP promovidas por ProInversión, es mucho mayor que similar indicador de la tradicional obra pública adjudicada por un portafolio. Sin duda el “apretón de manos” entre el sector público y el privado, para beneficiarse mutuamente de la experiencia permite compartir riesgos, en función de sus competencias, funciona.
La lista de APP adjudicadas es larga con plazos de concesión que van desde los 10 años hasta las seis décadas. Bayovar, la longitudinal de la sierra, el anillo vial de Lima, el parque Industrial de Ancón, el nuevo hospital de Villa El Salvador, las plantas de tratamiento de aguas descentralizadas y otras que suman más de un centenar de proyectos en ejecución pueden empezar a cambiar el rostro del Perú, si culminan exitosamente. ¿Cuándo? En el mediano plazo.
¿NO PUEDE SER MÁS RÁPIDO?
Los funcionarios de ProInversión explican que otro punto crítico de su actividad es la selección adecuada de las empresas que van a llevar adelante los proyectos. La Contraloría interviene activamente evitando sorpresas. “Las empresas tienen que ser sólidas, con experiencia, para que puedan trabajar en el largo plazo, no podemos equivocarnos en su selección”, anota Luis del Carpio, de la Dirección Especial de Proyectos.
“Nosotros generamos infraestructura sostenible. Las APP miran al futuro. No tenemos que soñar, estos proyectos van a ser realidad. Nadie duda que al Perú le va a ir bien. Nadie invierte en puertos si no ve buen futuro. Sólo tenemos que soportar el corto plazo y elegir bien” comenta con certeza técnica. Los políticos ven el corto plazo, los técnicos tienen que ver el largo plazo.
Ese criterio es acertado, pero ¿por qué el desarrollo de un proyecto de infraestructura demanda tanto tiempo en nuestro Perú? Con certeza superar la densa “permisología” pública puede explicar la mayor parte de los años que se pierden en hacer realidad un proyecto. Pero también la parte de ejecución puede extenderse por deficientes estudios previos, entre otros factores. Es evidente que a mayor tiempo en hacer realidad una obra, mayores son los costos.
Un caso concreto es la Línea 2 del Metro de Lima y Callao. Se anunció en el 2012, se adjudicó en el 2014, con más USD 5 mil millones de inversión. Se planificó concluir los 35 kilómetros (principal más ramal) de vía férrea en aproximadamente siete años (2021), luego se amplió el plazo a fines de 2023 y ahora se proyecta tener operativo el sistema completo en 2028. Es decir 14 años de ejecución.
Es cierto que las realidades son muy distintas pero nuestros tiempos empalidecen frente al desarrollo de la infraestructura china: han logrado construir los 1300 kilómetros de vía férrea del tren de Beijing a Shanghai en tres años; les demandó 10 días construir el hospital de Wuhan para mil pacientes de la pandemia COVID-19; instalaron un puente nuevo (Sanjuan Bridge) en Beijing en 43 horas. Aquí el puente Santa Rosa, que conectará el nuevo aeropuerto “Jorge Chávez” estará listo a mediados de 2027, dentro de tres años. ¿No sería oportuno recibir el know how chino en construcción con materiales prefabricados y sistemas modulares?
MADE IN PERÚ
Hace 16 años se desarrolló en el país el mecanismo de canje de Obras por Impuestos (OxI) que permite a las empresas privadas adelantar el pago de su impuesto a la renta, financiando y ejecutando obras y servicios de interés para la comunidad. “Aquí la empresa no busca rentabilidad sino mejorar su reputación en el entorno donde opera”, precisa Denisse Miralles, directora de inversiones descentralizadas.
“El monto puede ser de un millón de soles, pero tiene un gran impacto en la población beneficiada”.
La iniciativa puede partir de una municipalidad o de una empresa que se ponen de acuerdo para la ejecución de una obra determinada o la entrega de un servicio.
En OxI desaparece el riesgo de la paralización de obras, frecuente cuando son contratadas directamente por los municipios o entidades públicas. ¿Por qué? “Porque la empresa a cargo del proyecto contrata a la compañía que va a ejecutar la obra y si esta falla inmediatamente la reemplaza, es la empresa la principal interesada en terminar la obra en los plazos establecidos, con los estándares de calidad definidos, solo así puede solicitar al ministerio de Economía el certificado de deducción del impuesto a la renta que le entrega la SUNAT” detalla la funcionaria.
Mediante este mecanismo, con inversiones menores, se pueden desarrollar proyectos de reforestación, rellenos sanitarios, proyectos culturales, comisarias, seguridad ciudadana, mantenimiento de carreteras, laboratorios en universidades públicas, entre otras. De hecho, si en Ayacucho se hubiera utilizado OxI en el mantenimiento de carreteras se hubieran evitado los recientes accidentes mortales.
Las adjudicaciones por este mecanismo para este año superan los S/ 2 mil millones. Si se toma en cuenta que el tope presupuestado para OxI en 2024 es de alrededor de S/ 34 mil millones, hay todavía muchos recursos por invertir. ¿Por qué los gobiernos regionales, municipales, universidades no apuestan más a este mecanismo de la mano con empresas privadas? ¿No será que como es un mecanismo muy supervisado en su ejecución se convierte en un enemigo de la corrupción?
Después de ver tanto potencial deportivo en las Olimpiadas de París y tantas películas peruanas y obras de teatro galardonadas, con insuficiente apoyo económico, ¿no será posible ampliar este mecanismo a canjes de DxI o AxI (deporte y arte por impuestos)?
En 2019, poco antes de la pandemia, regresé de visita a Bogotá. Esta vez ya no pude ver letreros de “se vende”. Colombia respiraba más tranquila (después del acuerdo de paz). Ahora utiliza OxI con asesoramiento peruano, sobre todo en la inversión descentralizada.
° Periodista y consultor en comunicaciones