Aniversario de Arequipa | Los Petroglifos de Toro Muerto y el Parque Jurásico

Una buena oportunidad para visitar en Arequipa dos espacios a pocos metros de distancia pero con miles de años entre ellos.

por Edgar Mandujano

Por: Roberto Ochoa Berreteaga.- En estos días, cuando los arequipeños tiran la ciudad por la ventana para celebrar su mes de jubileo, es una buena oportunidad para conocer dos espacios ubicados a pocos metros de distancia pero con una diferencia de miles de años de diferencia entre ellos. Se trata del parque paleontológico de Querulpa y los petroglifos de Toro Muerto, en el vecino Corire. Ambos destinos en el corazón del bello e imponente calle del río Majes, provincia de Castilla.

La Ciudad Blanca es un punto de partida para los circuitos turísticos que, en no más de tres horas de viaje, permiten visitar ambos destinos. Sin embargo, lo mejor es permanecer en la zona un par de días (puede ser un bien fin de semana) para visitar tranquilamente ambos sitios, recorrer el valle, probar una jornada de canotaje en las aguas cristalinas del Majes y gozar su fina gastronomía.

Investigaciones realizadas por el arqueólogo, Juan Pablo Villanueva, echan nuevas luces.

Poco antes de llegar y pese a estar a menos de mil metros sobre el nivel del mar, desde la carretera e pueden contemplar las cumbres del apu nevado Coropuna, el volcán más alto del Perú. Recordamos que hasta hace apenas un siglo, el Coropuna era considerado el pico más alto de América. Tanto así que el propio Hiram Bingham, antes de llegar a Cusco y a Machupicchu, ascendió a dos de las cumbres del volcán con el objetivo de ser el primer montañista en lograr esta hazaña. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando en una de las cumbres nevadas encontró una bandera con el lema “vote for women” que había sido colocado tres meses antes por la célebre feminista y montañista Anne Smith Peck, paisana de Bingham. Años después se pudo comprobar que el nevado Huascarán es el más alto del Perú y que el Aconcagua (en Chile) es el pico más alto de América.

Se han identificado poco más de 2500 rocas (todas de origen volcánico) con petroglifos.

La primera parada es en el pequeño poblado de Querulpa para visitar el “parque jurásico” creado a raíz del hallazgo de antiquísimas huellas de dinosaurios. Las mismas que se pueden conocer luego de un corto ascenso por una montaña donde se han colocado dinosaurios de tamaño natural y un par de buenos miradores para comprobar la imponente belleza del valle. Hay paraderos para niños y pequeños espacios con cactus y apachetas. Querulpa goza de una primavera eterna así que lo mejor es llevar un buen sombrero, repelente y una botella de agua. Lo recomendable, también, es comprobar los estratos geológicos que forman la montaña, como si se tratara de un gigantesco “mil hojas”. En cada estrato está escrita la historia geológica de este bello valle arequipeño.

TORO MUERTO ASTRONÓMICO

La visita y caminata continúa en el poblado de Corire, donde está el acceso de la zona arqueológica de Toro Muerto, célebre por sus cientos de petroglifos (grabados en piedra). Lo mejor es visitarlo con un buen servicio de guía turístico. Si va en auto propio hay que preguntar a los vecinos porque el camino de acceso desde la carretera es corto pero no está bien señalizado. El ingreso cuesta 7 soles e incluye una breve y bien dateada explicación de guardaparque. Existen varias rutas, con diverso nivel de exigencia, para poder contemplar los dibujos que decoran las piedras volcánicas.

Para entender la importancia arqueológica e histórica de Toro Muerto, así como los reveladores hallazgos realizados durante las recientes investigaciones, lo mejor es visitar la página: https://www.toromuerto.org/

Desde el 2018 funciona el proyecto de investigación dirigido por la arqueóloga Liz Gonzáles y el polaco Janusz Woloszyn, de la Universidad de Varsovia. Hasta la fecha, se han logrado identificar poco más de 2500 rocas (todas de origen volcánico) con petroglifos en un área de diez kilómetros cuadrados. Gracias al equipo liderado por Gonzáles y Woloszyn hoy se sabe que la ocupación humana y los diseños corresponden a un periodo de tiempo que va desde el intermedio temprano hasta el horizonte tardío, es decir, desde el 200 DC hasta 1500 DC. Las primeras ocupaciones corresponden a la denominada cultura Sihuas, contemporánea con los moches, Nasca, Lima y Recuay. Sin embargo, la gran mayoría de grabados corresponden a la etapa Wari. La zona pudo ser un encuentro estratégico de caminos, entre la sierra y costa sur. Se sabe además que pudo servir como escenario para rituales propiciatorios y de veneración de ancestros.

Sin embargo, recientes investigaciones realizadas por el arqueólogo Juan Pablo Villanueva han servido para demostrar su hipótesis: muchas de estas piedra grabadas sirvieron para mediciones astronómicas como solsticios y equinoccios.

Para esto, Villanueva y su equipo eliogieron la zona más alta de Toro Muerto, donde predomina emerge un conjunto de rocas como si se tratara de una isla rodeada de arena. “Se trata de rocas de ubicación natural pero que fueron grabadas con imágenes radiales que semejan el sol porque se trataban de marcadores astronómicos”, nos dice el arqueólogo.

“Identificamos 65 rocas con petroglifos, 16 con imágenes radiales que miran a un punto de observación en el oeste, es decir desde el oeste hacia el este, noreste y sureste, como apuntando hacia la salida del sol”, añade.

Lo sorpredente es que la roca con mas petroglifos ocupa un lugar central en esa aglomeración pétre y es precisamente esta piedra la que marca la salida del sol el 21 de septiembre (equinoccio de primavera austral) mientras que otra piedra repleta de “soles” y figuras de hombres y camélidos,marca –desde el mismo punto de observación- la salida exacta del sol en el solsticio de invierno el 21 de junio.

Por si fuera poco, en una de esas piedras se ha logrado identificar doce enigmáticas figuras con diseños radiales acompañadas con el mismo número de personajes con los brazos abiertos, que podrían representar los doce meses del ciclo solar.

Villanueva confía en volver a excavar la zona para comprobar si el punto de observación estuvo marcado con alguna “huanca” (piedra sagrada) o grabada con petroglifos.

Por todo esto, el valle de Majes es ahora un referente turístico y científico de visita obligada para celebrar el jubileo de la capital arequipeña.

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