Miki González cumple 50 años de carrera musical. En su próximo concierto, el 19 de agosto en el Anfiteatro del Parque de la Exposición, celebrará también, la vida. Este concierto de rock es el primero que hará después de 16 largos meses. Desde abril del año pasado ha estado alejado de los escenarios debido a que le detectaron un segundo cáncer en su vida.
La primera vez fue a la garganta, en el 2015, y esta vez fue cáncer al colon. Los planes para seguir celebrando las bodas de oro se irán viendo porque “más que las entradas a los eventos lo que se está priorizando es la salud de Miki”, dice Fátima Foronda, su compañera sentimental, “una chata maravillosa” , quién además, esa noche, será la única telonera con su nuevo proyecto andino.
Durante este tiempo de convalecencia, Miki solo ha estado haciendo uno que otro concierto de música electrónica en el Valle de Urubamba. Pero ahora, esta leyenda del rock peruano tiene toda su energía puesta en la preparación de este concierto donde promete que habrá “una producción alucinante”. A pocos días de esa noche, Miki dice: “La valla está muy alta porque hay mucho que quiero hacer y no hay tiempo”. Además de lo técnico, Miki de 71 años, se viene pre parando físicamente porque durante el espectáculo cantará y se moverá por todo el escenario con su guitarra de siete kilos a cuestas.
El mítico Miki dice: “Antes éramos cuatro ancianos borrachos con mucha actitud, ahora somos 12 ancianos borrachos con mucha actitud, pero con muchísimo cuidado en la producción” y agrega: “Lo bueno es que ahora, con la tecnología, se pueden hacer maravillas”, porque esa noche se podrá escuchar, entre otros aspectos, la digitalización de algunas cintas de dos pulgadas del argentino Andrés Calamaro tocando hace más de 30 años.
Aunque no habrá tiempo para todo, Miki asegura que serán dos horas continuas llenas de sus más famosos hits y donde sus seguidores, de todos los estratos sociales y de diferentes generaciones, tendrán la oportunidad de cantar a voz en cuello Akundún, Vamos a Tocache, Tantas veces y Dímelo lo Dímelo.
Este exitoso músico peruano, padre de cuatro criaturas y sobreviviente a dos cánceres describe su vida de 50 años dedicado a la música como la “de un mártir”. A pesar de sus éxitos, él asegura que como artista “no hay manera de tener un standard de ingresos, de sostenibilidad”. Es más “se pasan épocas de penurias y de escasez demasiado largas”. A pesar de eso, asegura que nunca ha dejado de generar “contenido, como se dice ahora”.
“El Perú es salvaje y es hermoso”. Esto él lo sabe porque ha grabado a una infinidad de músicos del Perú profundo. Es gente que conoce, a los que les paga y además asegura: “Soy amigo de todos ellos”. Lo principal en su proyecto “es poner en valor todo este acervo popular que existe pero que muchas veces no lo conocen o no les importa”. Para Miki González, no es simplemente agarrar el lugar común y el estereotipo andino. “Es vergonzoso ver cómo los programas reflejan el mundo andino. Solo lo hacen para burlarse de ellos”, dice el músico.
Es por eso que él ahora no solo es leyenda en Tocache, sino, más recientemente, en el centro pobla do Santa Cruz, en el departamento de Ica, donde “han agarrado a Miki como el representante del huarango milenario”, afirma Fátima.
Todo comenzó cuando Fátima quería hacer un homenaje a sus raíces iqueñas. Miki lanzó una pequeña idea con ritmo de festejo a los que ella le puso la letra y título, Sombra de huarango. Esta composición, compuesta por esta dupla, es ahora, por resolución municipal, “declarada canción oficial del centro poblado de Palpa”.
Con esta vida bien cultivada y llena de retos, Miki González asegura que no le teme a la muerte: “Hay que asumirla como algo natural”. Más le teme a la soledad del artista que después de pasear por las calles donde todo el mundo lo reconoce, llega a su casa y hay silencio.