MADRID, 4 Ago. (EUROPA PRESS) –
Hasta 25 países han notificado casos de cólera a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en lo que va de año, por lo que el organismo sigue evaluando el riesgo a nivel mundial como “muy alto”, teniendo en cuenta “el gran número de brotes y su expansión geográfica, así como la falta de vacunas y otros recursos”.
“Tras décadas de avances en la lucha contra el cólera, los casos vuelven a aumentar, incluso en países que no habían visto la enfermedad en años”, advierten desde la OMS. El cólera es una infección intestinal aguda que se propaga a través de los alimentos y el agua contaminados con la bacteria ‘Vibrio cholerae’, a menudo procedente de las heces. Por tanto, con agua potable y saneamiento, el cólera puede prevenirse.
Desde que se publicó el último informe de situación sobre el brote multinacional de cólera el 6 de julio de 2023 (que cubría los datos notificados hasta el 15 de junio), y hasta el 15 de julio de 2023, se notificó un nuevo brote de cólera en la India el 15 de mayo de 2023.
La región de África de la OMS sigue siendo la más afectada, con 14 países que han notificado casos de cólera desde principios de año. La capacidad general para responder a los brotes múltiples y simultáneos sigue estando bajo presión debido a la falta global de recursos, incluida la escasez de la vacuna oral contra el cólera y de suministros para el cólera, así como a la sobrecarga del personal médico y de salud pública, que está haciendo frente a múltiples brotes paralelos de la enfermedad y a otras emergencias sanitarias.
En 2022, 30 países notificaron brotes de cólera, un 50 por ciento más que la media de años anteriores. Esta tendencia continúa en 2023. Los brotes recientes también han sido más mortíferos, con tasas de letalidad que son las más altas registradas en más de una década. “Puede matar en cuestión de horas si no se trata, pero el acceso inmediato al tratamiento salva vidas”, insisten desde el organismo sanitario de las Naciones Unidas.
Aunque los factores desencadenantes de los brotes de cólera –como la pobreza y los conflictos– son duraderos, el cambio climático y los conflictos están agravando el problema. Los fenómenos climáticos extremos, como inundaciones, ciclones y sequías, reducen el acceso al agua potable y crean un entorno ideal para que prospere la infección.