En la última edición del Festival de Cine de Lima PUCP, se pudo ver la tercera película de Adrián Saba: La erección de Toribio Bardelli. En este trabajo, una familia disfuncional comparte un dolor que la une más allá de las diferencias entre sus integrantes: la muerte de la madre/esposa. Una película sobre el duelo, sí, pero abordada sin ceremonialismos; narrada con ironía y humor, elementos que no solo la hacen entretenida, sino también cuestionadora en sus múltiples lecturas que le brinda al espectador. La erección de Toribio Bardelli confirma la proyección de Saba, quien conversó con CARETAS.
—La erección de Toribio Bardelli, como forma, puede ser vista como trágica, pero el humor atempera. Tu película trata varios temas: el duelo, el sexo en la tercera edad, el trato entre padres e hijos, por ejemplo. ¿El humor siempre fue una alternativa?
Muchas gracias por tu observación, siempre supe que la historia tenía que contarse con humor. Es un elemento muy importante en mi vida personal, que no solo me ofrece sosiego, si no me proporciona perspectiva sobre la vida. Al observar la experiencia humana existen dos caminos, o caes en la desesperanza o caes en el humor. El humor es el último bastión de fe.
—El humor en la película está lejos de lo anecdótico.
Hacer La erección de Toribio Bardelli presentó un desafío único y un placer inmenso a la hora de encontrar el equilibrio entre el humor y la tristeza. El objetivo no era simplemente incluir el humor a través de chistes, sino infundirle significado, ternura, y relevancia narrativa. La película busca ofrecer una perspectiva única sobre el género, donde la alegría y el dolor conviven en una danza perpetua.
—¿Qué locación hallaste que te llamó la atención y que no esperabas?
Al no ser una película tan fantástica como mis anteriores largometrajes, las locaciones que buscábamos eran más comunes a la realidad, pero no por eso menos especiales. Dentro de ello, encontramos el departamento de Toribio, que en verdad es la parte baja de una casa en Casuarianas que ya venía con gran parte del decorado y nos dio muchas posibilidades para filmar cómodamente durante tres días. Por otro lado, las calles del centro de Lima, las venía considerando hace mucho tiempo para un próximo proyecto y las pude aprovechar para esta película. A mí me encanta locacionar, me ayuda a completar la historia que quiero contar. También me divierte imaginar las distintas formas en las que podemos aprovechar y transformar un espacio.
—Toribio tiene una obsesión por el sexo, pero no es lo que se llamaría un viejo verde, sino un hombre herido por partida doble: la muerte de su esposa y la infidelidad. La escena de la ducha, mientras está en la sala de su departamento con sus hijos, refleja un sentimiento familiar roto. ¿Cómo ideaste la trama?
La trama siempre me nace de sentimientos personales que en un inicio son difíciles de comprender o identificar. Luego empiezo a imaginarme posibles mundos y circunstancias en donde pueden habitar esas emociones, y si bien la película puede ser leída en primera instancia como una crítica a la masculinidad tradicional, en el fondo busco explorar un grupo de personas que lucha con un sentimiento de duelo profundo y compartido que se extiende mucho más allá de la pérdida de un ser querido. Es un duelo por la existencia misma. Este lamento existencial lo quería explorar a través de una familia. Por más particular, incompleta, disfuncional, o desarraigada, que pueda ser una familia, es la agrupación más cercana e inevitable para todo ser humano.
—Los hijos de Toribio, podrán ser una metáfora actual: la falta de entendimiento de los hijos adultos con sus padres mayores. ¿Buscaste suscitar una autocrítica en el espectador?
Completamente. Creo que el ciclo constante de un hijo con sus padres es de desentendimiento y entendimiento. Esto se da en la escala de toda una vida o en el día a día.
—Cada hijo de Toribio, tiene conflictos peculiares, que sumados a los este, presentan a la otra protagonista de la película: la madre. Tu película genera varias lecturas actuales y aquí un punto, que puede generar debate: ¿acaso las nuevas generaciones, con virtudes y defectos, juzgan (no es lo mismo que el trato) menos a sus padres?
Es una pregunta interesante, a mí me importaba representar la realidad de que cada hermano, en verdad, tiene una relación distinta con sus padres. En ese sentido, Luz parece ser las más comprensiva de los tres, con Sara estándo al otro extremo. Yo no sé si las nuevas generaciones juzgan menos a sus padres, sería bonito para la humanidad, pero creo que la familia, con todas sus contradicciones y este ciclo de entendimiento y desentendimiendo, es algo que siempre va a exisitr. En el pasado estaban los Picapiedras y en el futuro estarán los Jetsons.
—¿Qué factor positivo ves en el cine peruano actual?
Me gusta que cada vez se hacen más películas y todas muy diversas, me gusta que existe la libertad de expresión y que, a pesar de muchas carencias institucionales, el cineasta peruano tira para adelante. Admiro a todos mis compañeros.
—¿Qué no te gusta de su dinámica?
Si bien la DAFO ha venido haciendo un gran trabajo en los últimos años, hacen falta más recursos. El presupuesto anual para TODO el cine peruano (que incluye formación de espacios, educación, la filmación de películas, post-producción, distribución nacional, promoción internacional, restauración, investigación, etc.) está cubierta por el presupuesto que equivale a la producción de una sola película francesa. ¡Imagínate!
—Nuestras autoridades no la ven: la potencialidad del cine en la formación de las personas.
El desarrollo de una nación depende intrinsicamente del desarrollo de sus artes. No porque el arte representa cultura, que es una palabra muy vasta y fácil de deformar, si no porque el arte —el cine en este caso— es una máquina de empatía. Desarrolla la capacidad en los seres humanos de ponernse en el lugar del otro, y cuánta falta nos hace en el Perú.
—¿Por qué ver La erección de Toribio Bardelli?
Porque actúa Gustavo Bueno, ícono de nuestra cinematografía, que a pesar de sus riesgos ha logrado interpretar a uno de los personajes más entrañables de su carrera en el cine. Esto me lo dijo él personalmente después del estreno en el Festival de Lima. También porque Gisela Ponce de León y Rodrigo Sánchez Patiño han creado personajes entrañables y porque toda la película está hecha por un equipo muy talentoso que tuvo mucha atención al detalle y amor al cine. Y porque —espero— te vas a divertir. Pero más importante aún, porque te podrías conmover.
(Gabriel Ruiz Ortega).