El gran diputado arequipeño Roberto Ramírez del Villar decía con frecuencia que hay que saber distinguir entre lo notorio y lo notable y, lamentablemente en el Perú, o no nos damos cuenta de la distinción o nos importa un bledo al punto de dejar que cada campo se envilezca por la presencia de noticias sensacionalistas y casi siempre descalificadoras y no del requerimiento de propuestas y el espacio para un intercambio alturado entre los que conocen las materias.
Cada campo de la vida es especial a su manera, en sus objetivos, en sus fines. De tal manera que esta no es una distinción que sólo sirve para la política, sino que sirve también para enriquecernos en el deporte y hasta para el propio mundo del canto o del baile.
Es notoria una persona que con elevado peso se presenta a una competencia de fútbol y su equipo lo hace alinear en un partido importante del campeonato en el que va disputando el liderazgo. Es notable que quien se sume a la escuadra sea un jugador en el “prime” de su carrera atlética que es más goleador que Ronaldo Nazario o que el inglés Harry Kane.
Lo grave para la comunidad deportiva será que se trate con más atención y se le dedique mucho mayor cobertura al primero que al segundo, a que se resalten características de él que no tienen nada que ver con lo auspicioso del juego y que, al segundo, como si ya se hubiese acostumbrado la sociedad a verlo anotar, se le mencionara principalmente para criticar su contrato con una marca de “chimpunes” o una forma de peinarse.
Con eso devaluamos el fútbol claro está, pero el mismo ejemplo es aplicable a la política. Hoy van y vienen “trascendidos” sobre aspectos de las vidas particulares de quienes tienen el encargo de conducir su municipio, su nación o su región. Pero, ¿cuánto tiempo y tinta se ha utilizado en explicar los planteamientos de los distintos personajes que se han esforzado en presentar alternativas de solución y luchan con denuedo para pasar una norma de beneficio a la sociedad?, ¿cuántos de estos que hacen un notable esfuerzo, el que incluye el de resistir embates descalificadores de adversarios y “bocas flojas” pueden aspirar a ser tratados con seriedad?, ¿a que quien lo llama o lo “invita” para “entrevistarlo” no lo corte recién comenzando a dar su respuesta o cuando la está desarrollando, le impida terminar de expresarse con el argumento del tiempo o el espacio tirano?
Obvio que hoy, en el mundo de los 140 caracteres y del tik tok, sea más fácil y llamativo dar más cabida a lo notorio que a lo notable, pero así no avanzará el país.
Volvamos, por el contrario, al gran Enrique Zileri Gibson al que todos recordamos, quien siempre encontraba un ángulo festivo y divertido, pero, sobre todo, siempre les daba a las cosas un tratamiento serio y equilibrado.