“Llevo casi siete años en esto”. Si bien Pedro Pablo Kuczynski (85) habla y se mueve un poco más despacio, su agudeza y memoria lucen intactas. Hace algunos meses presentó su libro de memorias pero dos eventos les dan pie a esta larga conversación con CARETAS en su domicilio de San Isidro: el agravamiento de la situación de su expresidente Martín Vizcarra y, sobre todo, la tormenta desatada en la Fiscalía a partir de las revelaciones de Jaime Villanueva, quien fuera asesor de la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, actualmente suspendida.
–¿Cómo reacciona ante la crisis del Ministerio Público?
No hablo del Equipo Especial. La Fiscalía en general ha perdido el norte completamente. Es un órgano de investigación que reemplazó a la Policía de Investigaciones del Perú y ya no hace eso. Está dedicada a política. Es el nuevo Código Procesal Penal que le da tanta fuerza a la Fiscalía. Se discutió en el Consejo de Ministros cuando yo estaba con Toledo e hice un montón de observaciones, pero no hice la observación principal, que es que un mismo ente no puede investigar y acusar. Hay un conflicto y el el incentivo es acusar a como dé lugar.
– Ni siquiera es un modelo que prevalezca en toda América Latina.
Esto viene a raíz de los problemas que tuvimos en el gobierno de Fujimori. Nos hemos ido al otro extremo. Hay que buscar un equilibrio. No juegan limpio, pues. No le avisan a uno y ya han citado a la prensa. Le pasan información a algunos privilegiados y a otros no. No es transparente.
– Jaime Villanueva declaró que Rafael Vela se refirió al “cerco” a Alan García. ¿El término es correcto?
Lo acorralaron y trataron de hacer lo mismo conmigo. Cuando Alan vio que a mí me metían dentro, dijo a mí no me pasa eso. Yo he dicho que la fiscalía mató a Alan. Es un decir, claro, pero ciertamente lo acorralaron y como no podían agarrarlo con las cosas grandes lo hicieron con la conferencia que le pagó Odebrecht.
– Al día siguiente del suicidio de García, José Domingo Pérez fue a la audiencia de prisión preventiva contra usted, a pesar de que antes no parecía haber tenido igual interés en el caso. ¿Cómo lo recuerda?
Se les iba un presidente. ¿Quién más quedaba? Ya estaban investigando a Ollanta. Cuando tienen a alguien grande, el objetivo es humillarlo. Cuando me vinieron a recoger, felizmente, nos hicieron esperar y yo salí a las 11. Si no, querían sacarme enmarrocado. Toda la televisión estaba aquí afuera. Cuando cerraron mis casas, también. Mucho antes de que ocurriera nada.
– ¿Cuál es la situación con sus dos propiedades incautadas?
La Corte Suprema dijo que no habían seguido los trámites debidos. Entonces se devuelve a la corte inferior, pero parte del problema es que siempre el mismo juez que es Jorge Chávez Tamariz. Está siguiendo mi caso hace casi seis años.
– Una es la casa de al lado, que señalan se compró con plata de Odebrecht. ¿Qué pasó?
Yo la compré hace tiempo, con mis ahorros. Se las pasé a mi hija cuando Humala dijo que iba a expropiar la segunda casa de todos los ricos. Los abogados me recomendaron meterla en una compañía. Y esa compañía la tenía que financiar. Entonces tuve que comprar la casa de vuelta. No tiene nada que ver con Odebrecht. La casa de Cieneguilla la construí ladrillo por ladrillo. Ahora se la han dado al Inabif como un sitio para niños con Down. No puedo objetar eso, pero sí que no me paguen nada. Me quitaron el ingreso que tenía para contratar abogados. Ahora vivo del endeudamiento, como si fuera Argentina.
– Se ha conocido una acusación fiscal preliminar de 6 mil páginas, donde incluyen las empresas estadounidenses en las que trabajó como parte de su red de lavado de activos. ¿Qué responde?
Fue presentada ante el juez, que la descartó. Dicen que toda mi vida he lavado de dinero. Yo le manejé un fondo de capital privado para América Latina a Nicholas Rohatyn, que es el hijo del hombre que salvó a la ciudad de Nueva York de la bancarrota a mediados de los 70. Tenía mi oficina aquí, donde estaba el Club Empresarial. Me pagaban un sueldo y se pagaban los impuestos. Los inversionistas eran las AFPs y otros. Todo limpiecito, claro. Y yo he estado muchos años en el directorio de lo que se llamaba Siderúrgica Argentina, que se transformó a Techint cuando lo colocaron en la Bolsa de Nueva York. Yo ayudé a organizar su privatización y hoy es una empresa exitosísima. Es la siderúrgica más importante de América Latina. Esto ocurrió hace 20 años y entonces meten lo del lavado de dinero para prolongar la investigación.
– El centro de la investigación tenía que ver con su exsocio Gerardo Sepúlveda y su empresa Westfield, que asesoró a Odebrecht para estructurar el financiamiento de la Interoceánica. El MEF objetó inicialmente el proyecto con usted al frente. ¿Qué cambió para que luego le dieran luz verde?
Efectivamente, no queríamos exonerar al proyecto de lo que era el SNIP (Sistema Nacional de Inversión Pública). Creo que lo que cambia fueron las protestas en el sur del país. Toledo no se atrevía a ir a Arequipa. La gente exigía la Interoceánica. El exparlamentario Luis Cáceres Velásquez escribió tomos sobre el tema y la CAF la tenía priorizada. Por eso se llama IIRSA, la Red Sudamericana. No hay duda que hubo presión por ese lado para nosotros. Pero nos pareció que iban muy rápido y debía pasar por el SNIP, que era impopular. Los grandes proyectos en el Perú siempre son controversiales. Pasó con Mantaro y con Camisea. Con el Ferrocarril Central. Javier Diez Canseco deliraba en el Congreso sobre Camisea, que era la peor cosa del mundo. Ahora estoy haciendo un librito con los grandes proyectos que necesita el Perú.
– Keiko Fujimori declaró en RPP que una cosa eran los abusos del caso Lava Jato y otra su renuncia a la Presidencia, que fue un hecho político.
En noviembre del 2017 los fujimoristas mandan a la comisión Bartra el papel que había firmado Sepúlveda, era la primera vez que lo había visto. Era el contrato con el Banco de Crédito para eventualmente ayudar a financiar la Interoceánica si es que ganaban la licitación. La comisión Bartra me entrevista y Vitocho García Belaunde dijo que no había nada. En la conferencia de prensa afuera dijeron todo lo contrario y ahí empezaron. Entonces, primera vacancia en diciembre, no lograron los votos, en parte porque la izquierda se ausentó del Parlamento. Tres meses después ya es una conspiración distinta, porque ahí está metido Vizcarra con su ayudante César Villanueva, que le consiguió los votos en el Congreso. Y cuando veían que no iban a conseguir nuevamente los votos, lanzaron la idea de los “Mamani-videos” que nadie ha visto hasta hoy. Sacaron que Bruno Giuffra le daba el número de teléfono a alguien y así crearon la impresión de que había una cochinada. Fue un operativo psicosocial. Yo estuve sentado aquí con César Acuña y Jorge del Castillo el día anterior y me dijeron que me iban a apoyar. A la mañana siguiente, empujados por esto, dijeron no lo apoyamos. Entonces ahí tuve que renunciar.
– Los pronósticos no eran claros. ¿Estaba seguro?
Sí estaba seguro de que tenían los votos.
– ¿No hubiera sido mejor que lo vaquen?
Creo que ser vacado es un insulto a la persona. El orgullo profesional me impedía hacerlo. Y con Keiko hicimos todo lo posible para colaborar. Después de la reunión con Cipriani hicimos otra en Palacio con Vizcarra. Keiko y yo hicimos una agenda de 24 cosas, y después silencio.
– ¿Nunca perdonó lo de la hija de ladrón?
Creo que la gente alrededor de ella le decía que debería ser la presidenta y que con 73 congresistas no se debía quedar de lado.
– ¿Cómo observa en retrospectiva el indulto a Fujimori?
En la campaña siempre dije que lo iba a hacer. Pensaba que Fujimori tenía que irse a su casa. Incluso se hizo un intento de sacar una ley que permitiera su arresto domiciliario. Ahora, lo manejé mal, no hay duda. Debí esperar a que venga el Papa, que ya me había dicho che, soltálo.
– ¿En medio de la actual cacería caviar puede argumentarse que ese sector le sacó la alfombra con el indulto?
De mí bancada, los entre comillas caviares fueron los primeros en largarse. Estuvieron conmigo porque fue una elección entre Keiko y yo. Y yo gané el sur, Cajamarca, lugares absolutamente inesperados. Verónika Mendoza, Marisa Glave fueron claves para frenar la primera vacancia.
– ¿Cuál fue ese papel conspirativo de Vizcarra en la segunda vacancia?
Él había pedido ir como embajador a Canadá. Y averiguamos que se estaba reuniendo con Keiko. En febrero cuando fuimos a las anconetas estuvo con ella la noche anterior. Y me lo negó. Es un mentiroso patológico.
– ¿Sangre fría la del hombre?
Pero no hay duda. Me embaucó por completo. Y yo, el pelotudo, no hice mi due diligence.
– ¿Quién lo llevó a su equipo?
José Manuel Hernández, que ya confesó mucho de la corrupción de Vizcarra hace varios años atrás. Y la Fiscalía, tranquilita.
– ¿Hay un doble rasero?
Estos son los nuestros. Déjalos tranquilos. Al gringo hay que hundirlo. Así es. Pérez vivió en Moquegua. Y las humillaciones que me ha hecho son terribles. Es humillar. No es investigar. Tanto tiempo es una tortura, sobre todo dada mi edad. Si yo tuviera 25 años. bueno, cinco años más no importan. Pero cuando tienes 85 significan la tumba.
– ¿Cómo quedó Odebrecht?
Lava Jato generó una ola anticorrupción en muchos sitios, lo que estaba bien. Pero se descontroló. Y Odebrecht está campante y sonante. Ahora se llama Novonor. Nuevo Honor. O sea, el cuajo, realmente. Emilio, el papá de Marcelo, ha escrito un libro donde dice que todo lo ocurrido era porque los americanos temían la competencia. ¡Por favor! Y a los días de firmar el acuerdo de colaboración con la Fiscalía se llevaron los US$1000 millones que tenían sentados aquí y que yo había congelado con el Decreto 003, que luego fue una ley del Congreso. Odebrecht les pasó el papel de Sepúlveda y se lo pagaron. Hay que ser realista.
– ¿Qué sigue en su caso?
No tenemos plata para pagar grandes estudios de abogados. Hace tiempo quería hacer una demanda constitucional pero no tenía los dólares para hacerlo. Ahora lo vamos a volver a intentar. ¿De dónde saldrá la plata? No sé. Lo primero es recuperar las casas. La que está al lado la han convertido en una oficina administrativa, creo que de la Policía, en un barrio residencial. Segundo, hay que destrozar este borrador de acusación que ya fue rechazado una vez.
– ¿Qué le dijo José Domingo Pérez cuando vino aquí?
La única vez que vino aquí, hará como hace año y medio, fue a ofrecerme ser colaborador eficaz contra Toledo. Le dije que no sabía nada que no hubiera salido en los periódicos. No hay duda de que hay que hacer Justicia. Pero hay que hacerlo bien.
– ¿Cuál es la situación con su familia?
Mi esposa Nancy cree, con justa razón, que si ella viene Pérez no la deja salir. A mí no me dejan salir. Tengo una válvula aórtica que es una operación bien complicada, me la pusieron en la Clínica Mayo hace 21 años. Desde hace un año tengo que hacerme un chequeo y no me dejan. Entonces en cualquier momento me voy a quedar seco ahí. Lo he pedido varias veces, pero aquí la Fiscalía imprime miedo. Los médicos tienen miedo de firmar un papel. Y la Convención Interamericana del Adulto Mayor dice que yo puedo escoger a dónde me trato. Pero eso no les importa.