Ha pasado un año desde el golpe de Estado de Pedro Castillo. Fue el 7 de diciembre del 2022. La trágica jornada del profesor chotano no solo terminó con su detención y su posterior encierro, sino que se dio un capítulo adicional, probablemente el más punzocortante: su exaliada, Dina Boluarte, que dijo que iba a renunciar si este era vacado, juró como su reemplazante en el trono de Palacio de Gobierno.
La secuencia de aquella fecha arrancó con un encuentro importante: el de Salatiel Marrufo, exjefe del gabinete de asesores del Ministerio de Vivienda, con la Comisión de Fiscalización del Congreso. El detenido debía dar sus descargos respecto a los cobros irregulares —o coimas— que se había estado pidiendo desde la alta esfera del Ejecutivo para garantizar algunos puestos. Es decir, este exfuncionario debía darle nítidez a esa ruta fiscal que aseguraba la existencia de una organización criminal liderada por el entonces mandatario.
Corte y Confesión
Y Marrufo dijo lo siguiente:
“Al señor presidente de la República, Pedro Castillo Terrones, se le daban 50 mil soles mensuales para que mantenga en el puesto a Geiner Alvarado, este dinero fue entregado por Alvarado en Palacio de Gobierno, fueron entregados en 9 oportunidades, luego de cada Consejo de Ministros, en total se entregó 450 mil soles por ese concepto”, apuntó.
Luego, agregó: “El 16 de mayo del 2022, el presidente visita el despacho del ministro y luego visita mi despacho en el que personalmente le entrego 100 mil soles al señor presidente”. Y luego agregó: “En enero 2022, Geiner Alvarado iba a ser cambiado de despacho, por tanto, dentro del dinero que teníamos de la señora Goray, se le entrega 1/2 millón al presidente por el ministro”.
También implicó al circuito familiar: “Asimismo, recibimos dentro de los requerimientos, que se atendiera a la familia del presidente. A la señora Gloria Castillo Terrores se le entregaba 60 mil soles para ella y sus hermanos, esas sumas fueron entregadas por Geiner Alvarado y por mí”, contó.
Contragolpe chotano
Casi de inmediato, ya siendo más de las 11 de la mañana, el entonces presidente Pedro Castillo salió ante cámaras para dar un mensaje a la Nación, el mismo que se terminó transformando en un golpe de Estado, uno que empezó y terminó mal.
Entre las medidas que adoptaba para su quiebre del Estado de Derecho estaban:
1) “Disolver temporalmente el Congreso de la República e instaurar un Gobierno de Emergencia excepcional”.
2) “Convocar en el más breve plazo a elecciones para un nuevo Congreso con facultades constituyentes para elaborar una nueva Constitución en una plazo no mayor de 9 meses”.
3) “A partir de la fecha y hasta que se instaure el nuevo Congreso de la República se gobernará mediante decretos Ley.
4) “Se decreta el toque de queda a nivel nacional a partir del día de hoy miércoles 7 de diciembre del 2022 desde las 22 horas hasta las 4 horas del día siguiente”.
5) “Se declara en reorganización el sistema de justicia, el Poder Judicial, el Ministerio Público, Junta Nacional de Justicia y el Tribunal Constitucional”; “Todos los que poseen armamento ilegal deberán entregarlo a la Policía Nacional en el plazo de 72 horas. Quien no lo haga, comete delito sancionado con pena privativa de la libertad que se establecerá en el respectivo decreto Ley”.
6) “La Policía Nacional con el auxilio de las Fuerzas Armadas dedicarán todos sus esfuerzos al combate real y efectivo de la delincuencia, la corrupción y el narcotráfico, a cuyo efecto se les dotará de los recursos necesarios”
Y más.
Esto solo provocó que desde el Congreso se agilice el proceso de vacancia. Bastaron 101 votos para que pueda materializarse. Para amagar esta medida Castillo intentó dirigirse con su familia y Aníbal Torres hasta la embajada de México. El presidente de ese país, Manuel López Obrador, les iba a dar asilo.
Pero el objetivo se quedó a la mitad de camino. A la altura de la Clínica Internacional, la escolta presidencial recibió la orden de detener al profesor chotano. Fue así que este y Torres fueron llevados a la Prefectura. Mientras el primero terminó en el penal de Barbadillo, el segundo fue dejado en libertad por una enfermedad.
Y así terminó el régimen: fruto de un golpe mal diseñado.