La Entrevista del Domingo | Pedro Barreto: El Cardenal Amazónico

"El Perú necesita beber de la esperanza, pero sin verdad no hay reconciliación".

por Edgar Mandujano

Entrevista: Enrique Chávez

El cardenal Pedro Barreto Jimeno asistió al Seminario Internacional “La Política al Servicio del bien común, la justicia y la paz”, organizado por el Instituto de Estudios Social Cristianos, que a su vez conmemora medio siglo de trabajo. Participó en una mesa sobre Ecología Integral y Cambio Climático, que compartió con Mariela Cánepa y Pedro Gamio. Aquí sus impresiones.

La encíclica papal Laudato Sí marcó un antes y después en la visión de la iglesia frente al medio ambiente. En este evento usted expresó esperanza. ¿Cuál es su balance frente a la situación de la Amazonía en el Perú?  

Hay dos aspectos que me parecen muy importantes. La esperanza tiene que ponerse en acción. No es una esperanza conceptual, es una esperanza que parte de una convicción de fe, es que Dios guía la historia. Dios nos ha dado una casa común que tiene una biodiversidad, el Perú mismo y la Amazonía en su conjunto. Esa es la esperanza puesta en acción. Es decir, estamos en un momento muy importante porque la Iglesia ha sumado un conjunto de experiencias a través de más de 500 años de presencia en la Amazonía, con luces y sombras. Pero desde hace diez años, exactamente con el Papa Francisco, se inició una nueva forma de trabajo a través de una red eclesial panamazónica, REPAM, que preparó el Sínodo amazónico convocado por el Papa Francisco y que desembocó en la creación de una conferencia eclesial de la Amazonía. Yo soy presidente de la Conferencia Eclesial conformada por todos los bautizados: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos y de manera especial, indígenas. Entonces hay una vicepresidenta indígena del pueblo de Sarayaku en Ecuador, en el Vicariato Apostólico de Puyo. Hay una religiosa que es franciscana, catequista, que es también de un pueblo originario, Kirill. En Brasil hay un laico de Ecuador. Hay un sacerdote que es afrodescendiente brasileño, que nació en la Amazonía. Y yo como presidente. Es la experiencia de escuchar directamente a los pueblos indígenas, especialmente las mujeres que han sabido y saben cómo mantener la paz. Por otro lado, hay circunstancias dolorosas.

Como los asesinatos de los líderes medioambientales.

Así es. Hay otro aspecto que también me duele en el alma, porque estaba en Puerto Maldonado, en el norte del río Cenepa. La minería ilegal está cubriendo de alguna manera la deficiente actitud del Poder Ejecutivo del Poder Legislativo, no solamente de ahora, sino de las últimas décadas. Y, por lo tanto, es un signo de mucho dolor y mucho sufrimiento, pero que nos hace trabajar con fuerza en este camino sinodal que estamos viviendo en la Iglesia. El signo de caminar juntos, que no es un invento del Papa Francisco, sino de la Iglesia primitiva, estamos reaprendiendo a trabajar mediante un diálogo, mediante la escucha, especialmente con aquellos que realmente son y deben ser portadores.

Decía usted que en medio de estas circunstancias, a veces dolorosas, tiene esperanza. ¿Por qué? Por ejemplo, acabo de estar con un empresario que están reforestando y haciéndolo sostenible. Y al mismo tiempo también buscando cómo potenciar la lucha contra la anemia en Puerto Maldonado. Se puede decir que no todos los empresarios buscan solamente la rentabilidad.

Ahora que habla de la anemia, me preguntaba si la Iglesia tiene una posición actualizada sobre el tema de la pobreza en el Perú. Por ejemplo, con la ampliación de programas sociales.  

Los programas sociales fundamentalmente son asistencialistas. El asistencialismo definitivamente no construye una sociedad fraterna. Pero hay casos muy especiales después de la pandemia, cuando se ha incrementado la pobreza como con la pandemia. Tiene que haber una asistencia, pero tenemos que trabajar de manera muy, muy urgente. La verdad es que me ha conmovido profundamente una visita que hice con el obispo de Iquitos, Monseñor Miguel Ángel Cadenas, a dos asentamientos humanos, tanto el 21 de septiembre como el asentamiento humano Iván Vásquez, que son personas que vienen también de la misma Amazonía y que van a la ciudad y que escogen terrenos que no debieron escoger porque son insalubres. Pero es la necesidad. Y hay el desagüe que sale, pasa por las casas. O sea, es como un río de desagües maloliente. Y que lo más grave es que es un desagüe de EsSalud. Yo he visto a tres metros gallinazos. Un horror. Y los niños ahí. La población está luchando desde hace años y ha conseguido que el Tribunal Constitucional del Perú dictara una sanción para aquellos que definitivamente están inactivos e indiferentes y que promovió un decreto y una decisión para darle ese saneamiento que por derecho humano tiene. Una señora me dijo que gastan 20 soles al día de agua. ¡20 soles! En pleno calor. Esto está pasando ahora. Hace un año que el Tribunal Constitucional les dio la razón. Y no pasa absolutamente nada. Y esto es importante darlo a conocer, porque quieren luchar pacíficamente.

Usted prefiere no declarar de política coyuntural. Pero estamos ante un Congreso que promulga una ley sobre delitos de lesa humanidad que la ONU lamenta, y que le otorga a Alberto Fujimori una pensión que es abiertamente ilegal. No hay coherencia frente a las obligaciones internacionales a las que el país comprometió. En una situación así, ¿cómo este país va a alcanzar la reconciliación?

Yo creo que en este momento el mensaje que los obispos del Perú emitimos en enero pasado sigue vigente. Me remito a ese comunicado porque fue aprobado por unanimidad. Es decir, el Perú necesita beber esta experiencia de esperanza, pero sin verdad no hay reconciliación. Ese mensaje lo asumo plenamente.

En febrero renunció al arzobispado al cumplir 80 años, pero está mejor que muchos de 50. Tiene en la cabeza nombres de todos los que cita y números de leyes. ¿Cuál es su porvenir inmediato?

Como obispos a los 75 años tenemos que presentar al Santo Padre la renuncia por norma, pero tenemos cinco años de prórroga, si es que el Papa Francisco consideraba oportuno que yo continuara. El Papa me concedió cinco años hasta el último día, pero yo ya era presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, algo que a mí personalmente, desde muy pequeño, aunque soy limeño, me interesaba mucho, a raíz de encuentros con misioneros jesuitas del nororiente. Entonces, ahora yo estoy abocado a la Conferencia eclesial de la Amazonía. Estoy visitando también la Amazonía que incluye nueve países. Ahí estamos dedicados. Pero Cardenal seguiré siendo hasta el final de mi vida. Lo único que a partir de los 80 años ya no soy elector de papas. Pero estoy feliz.

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