La Corrupta Comedia

Por Rubén Quiroz Ávila | El valor social de esta extraordinaria puesta en la sala del Nuevo Julieta, es realmente catártico.

por marcerosalescordova@gmail.com
La Corrupta Comedia.

En un repaso memorístico y sanador, los actores, hilarantes, desalmadamente divertidos, implacables con nuestra desmemoria colectiva, nos van dando dosificadamente escenas de la historia peruana que son una lección de profunda y despiadada pedagogía. En esa inclemencia escénica nos recuerdan el ominoso pasado de traiciones políticas, artificios financieros, artimañas sociales, de criminales que asumen el poder lleno de tretas descaradas y argucias brutales. Es decir, una historia de las emboscadas de la clase política y de sus cómplices en las diversas capas sociales.

Sin embargo, a pesar de las perversas maquinaciones de aquellos que tenían la responsabilidad de un buen gobierno, hay diversos culpables posibles en la comunidad peruana. Es decir, a varios de los que nos sustrajeron, además del dinero, la fe, y mucho de la esperanza, fuimos nosotros quienes los elegimos. Ergo, si realmente quisiéramos comprender la célebre e irresuelta pregunta de Vargas Llosa: ¿cuándo se jodió el Perú?, hay inminentes procesados e inculpados públicos, pero también somos nosotros los causantes al consentir ese descalabro moral y, lo que es más terrible, seguir permitiéndolo. Pareciera ser que estamos condenados a repetir la misma y cruel tradición de trampas, timos y felonías.

A la par, el hilo conductor es la corrupción como una forma deplorable de existencia imbricada en la cotidianeidad nacional. En la que los vínculos humanos no son de buena fe, sino una plétora de zancadillas, alguna celada amenazadora, una intriga próxima y, como una señal del desmoronamiento ético, cualquier decisión tiene un precio, aunque bajo el subterfugio engañador del bien común. El bienestar del Perú es usado como un eufemismo para el embaucamiento. Cualquiera sea la ideología, pareciera que los individuos aspiran a gobernar solo para satisfacer sus ambiciones personales y enriquecerse indiscriminadamente a costa de sus compatriotas. Ante nuestros sorprendidos y pasmados ojos pasan los acontecimientos como un déjà vu de miserias, vicios y descaros concluyentes.

A pesar de la clave cómica de la puesta, incomparablemente delirante, como si fuera la historia del Perú un trastorno, un equívoco mayúsculo, un desvarío compartido, lo que sucede en las tablas está imbuido de certidumbres y que nos interroga a través de las evidencias mostradas. El teatro como una radiografía de lo que somos y de nuestra imposibilidad como nación. A pesar del apremiante pesimismo, de la apatía continua, de la desazón circunstancial, la obra tiene esa intensidad crítica y rigurosa que nos empuja a una honda reflexión sobre lo que nos toca hacer aquí y ahora.

Dramaturgia: Daniel Subauste y Bea Heredia

Dirección: Bea Heredia

Elenco: Job Mansilla, Gretha Bazán, Walter Ramírez, Andrea Brissolese y Pedro Cáceres.

Lugar: Nuevo Teatro Julieta, Pje. Porta 132, Miraflores

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