En la penumbra limeña, el presidente José Jerí apareció esta madrugada en San Martín de Porres, uno de los distritos más golpeados por la delincuencia urbana. Sin previo aviso, el mandatario supervisó los operativos conjuntos entre la Policía Nacional del Perú (PNP) y el serenazgo municipal, en el marco del estado de emergencia decretado para Lima y Callao.
El recorrido incluyó varios puntos de control donde agentes realizaban verificaciones de identidad a transeúntes y conductores. Según fuentes de Palacio, la visita buscó “reforzar la moral de las fuerzas del orden” y mostrar un liderazgo de proximidad, aunque en la práctica fue una acción más simbólica que operativa.
Acompañado por el alcalde Hernán Sifuentes, Jerí llegó luego a la central de videovigilancia del distrito, desde donde observó en tiempo real la labor de la PNP y del serenazgo. El sistema, que cuenta con 100 cámaras de seguridad, permite monitorear incidentes y coordinar respuestas rápidas frente a robos y agresiones.
El Gobierno insiste en que las medidas excepcionales empiezan a dar resultados, pero en la calle la percepción es otra: los asaltos y extorsiones siguen marcando el pulso cotidiano. En distritos como San Martín de Porres, donde la frontera entre la formalidad y el crimen se ha vuelto difusa, la presencia presidencial de madrugada tiene el efecto de un gesto mediático: visible, pero breve.
Jerí ha anunciado que continuará visitando distintos distritos de Lima y Callao para “fortalecer la lucha contra la delincuencia y el crimen organizado”. Lo cierto es que, en tiempos de emergencia, la seguridad también se juega en el terreno de las imágenes: un presidente en chaleco antibalas entre patrulleros encendidos, buscando convencer a un país que aún no duerme tranquilo.