El Instituto de Radio y Televisión del Perú – IRTP es uno de los dos medios de comunicación que el Estado se ha reservado. El otro es Editora Perú (El Peruano y Agencia de Noticias Andina). En el caso de IRTP maneja los dos medios audiovisuales de comunicación de mayor cobertura geográfica del país (TV-Perú y Radio Nacional). En una democracia ideal, los medios públicos deben preciarse por la calidad de su contenido e independencia de sus profesionales, del poder político de turno. Modelos como la BBC de Reino Unido o como la Televisión Nacional de Chile, para compararnos con realidades parecidas a la nuestra, siempre han sido referentes ideales para nuestra televisión nacional.
Estamos lejos de estas autonomías y profesionalismos, pero algo habíamos avanzado en ese camino desde que María Luisa Málaga tomó las riendas de IRTP en 2012. Después, los experimentados periodistas Hugo Coya y Eduardo Guzmán continuaron en esa ruta como presidentes ejecutivos de IRTP. Debiera ser un objetivo nacional que la radio y televisión públicas no sean medios de comunicación al servicio del gobierno de turno, sino del Estado peruano. De todos los peruanos.
En el régimen de Pedro Castillo, IRTP fue tomado por asalto. Se puso al mando del canal del Estado a gente incondicional a Perú Libre sin ninguna experiencia ni bagaje profesional. Poco a poco fueron desmantelando lo que se había avanzado en una década. Se despidió a periodistas que no eran incondicionales o que no acataban las órdenes o presiones de Palacio de Gobierno, en su intento de tapar el sol con un dedo en los noticiarios del canal y la radio. Después, vino lo previsible. TV-Perú inventó un nuevo género periodístico audiovisual: la publientrevista.
Son de antología las “entrevistas” a Pedro Castillo hechas por Julio César Navarro –un viejo funcionario de las Relaciones Públicas que fue colocado como gerente de noticias–, y otra perpetrada por un mal llamado “periodista alternativo”, que fue transmitida vía satélite desde algún paraje de la sierra. Eran intentos burdos de propaganda política que interrumpían la programación del canal de todos los peruanos. Con la llegada de Dina Boluarte, el IRTP continuó en la senda del despeñadero. Solo que peor.
Nicanor impone a su amiguísima Ninoska
Nicanor Boluarte Zegarra, el “Primer Hermano de la Nación” impuso en la Presidencia Ejecutiva de IRTP a Ninoska Chandía Roque, que había fungido de “secretaria de comunicación estratégica” de la Presidencia de la República. No se trataba de una competente asesora de prensa de Dina Boluarte. Era, para todo efecto práctico, una mujer cuya ambición es inversamente proporcional a su capacidad, preparación y experiencia. Alguien que, en las postrimerías del gobierno de Ollanta Humala, gracias a sus amigos, logró saltar del cargo de asistenta a directora del área de comunicaciones en el ministerio de Trabajo.
Ahí conoció a Nicanor Boluarte que era el viceministro de Daniel Maurate, quien está de regreso en la misma cartera. Esta vez, en el gobierno de la hermana de su amigo y exviceministro.
Al imponer Nicanor Boluarte a Ninoska Chandía al mando del IRTP, los primeros cuestionamientos tenían que ver con la independencia de la línea editorial de Canal 7 y Radio Nacional. Cuando está por cumplir un año de gestión, la neófita e imprudente presidenta ejecutiva del IRTP, ha acumulado un rosario de cuestionamientos que van desde manoseo grosero al contenido de los noticieros hasta contratación de los amigos de su padrino político en puestos clave del IRTP. Pasando por el uso y abuso de bienes públicos para beneficio de ella y de su universidad, la César Vallejo, donde estudia Derecho en la modalidad virtual.
Podríamos decir, sin exagerar, que la gestión en el IRTP es el caso que mejor resume el régimen de la señora de las joyas de oro y relojes de alta gama: repartición de puestos de trabajo para los amigos, obnubilación y frivolidad en el poder. Y esa sensación malsana de sentirse impunes frente al reclamo generalizado. Según investigaciones periodísticas solventes, Ninoska Chandía ha hecho del IRTP la agencia de empleos para los amigos del que la puso en el puesto.Y también para los suyos. Ha gastado buena parte de su presupuesto de 2024 en grandes ideas o ideotas (como transmitir los noticieros desde la plaza de alguna ciudad del interior) o viajando al extranjero, supuestamente en misiones de trabajo, cuando se trató de giras de turismo con una cuota exagerada de diversión.
Ninoska Chandía no ha tenido reparo en usar las instalaciones de IRTP para grabar un video publicitario para la Universidad César Vallejo. Y, cuando no pudo aprobar el curso de Derecho Penal en sus clases virtuales, contrató al profesor Julio César Díaz Paz en IRTP por cuatro meses, pagándole 40 mil soles en total, única y exclusivamente para que la apruebe. Chandía, tendrá que repasar su Código Penal, especialmente aquel artículo que define qué es peculado de uso, el delito que ha cometido flagrantemente.
Lo increíble es que la ministra de Cultura Leslie Urteaga, a cuyo sector está adscrito el IRTP, sabía desde el principio de la serie de tropelías que viene cometiendo la recomendada del hermanísimo al mando de TV-Perú y Radio Nacional, y no ha hecho nada. Incluso, cuando esta semana se le ha preguntado por el caso –después que un contundente reportaje de Marycielo Del Castillo en el programa Contracorriente de Willax, expusiera en 15 minutos su errática e investigable gestión–, Urteaga solo se ha limitado a decir que está “bastante sorprendida” y que ha pedido información.
Todo indica que el poder del hermanísimo Nicanor sigue incólume en el gobierno de su hermana, a pesar de la investigación fiscal por presunta organización criminal y de los días que pasó en detención preliminar. Por eso, Dina Boluarte no tiene intención de expectorar del cargo a Ninoska Chandía y la ministra Urteaga no pasará de hacer la finta, pidiendo información a la oficina de integridad, para seguir conservando su fajín. Nada raro en la cada vez más degradante medianía en la que se hunde este gobierno. Un gobierno donde hay Chadías como cancha.