Carlos Bruce: “Se viene otra tormenta” | Entrevista

Alcalde de Surco Carlos Bruce se une al pelotón de las encuestas y advierte que fragmentación complica tanto al país como en la época de Montesinos.

por Edgar Mandujano

Surco es un distrito muy diverso, con casi medio millón de personas y un área de 52 kilómetros cuadrados. Sus problemas son en buena medida los de Lima. Carlos Bruce, su alcalde, inauguró la semana pasada un centro de convenciones de dos mil metros cuadrados en el emblemático Parque de la Amistad. Cuenta con estacionamiento subterráneo para 114 autos y al lado se concluyen las obras del moderno teatro municipal, con más de 400 butacas. Al mismo tiempo, este año espera entregar renovados la mitad de los 375 parques del distrito,  y el próximo culminar con la segunda mitad. En Tomás Marsano se construye la que promete será la más moderna central de seguridad del país, con 1550 cámaras interconectadas con inteligencia artificial. Los vecinos del distrito han respondido con un incremento importante en la recaudación y casi el 79 % de respaldo en la encuesta de CPI publicada en junio. La misma empresa lo acaba de posicionar entre el pelotón de presidenciables y ya encabeza las preferencias por Lima para las elecciones de 2026. Son porcentajes todavía modestos, pero su aparición anima un escenario marcado por el pesimismo y la incertidumbre.     

–Ha sido ministro, congresista y ahora es alcalde. ¿Cómo diferenciaría los cargos?

Lo de ministro y alcalde tiene mucho que ver. El congresista es totalmente distinto. Estuve 13 años en el Congreso y cuando Vizcarra lo cerró estaba tan molesto que me dejó marcado. Se me quitaron las ganas de volver. El ministro y el alcalde sí son cargos ejecutivos. Las escalas son otras, por supuesto.

–Y los tiempos son otros, porque el ministro se va en cualquier momento.

El 80 % de las primeras piedras que pones lo inauguran dos o tres ministros después. En cambio, aquí hay una satisfacción porque tienes un arco de gestión más claro. Y encuentro que el puesto de alcalde es mucho más gratificante y quizás un poco más estable porque el ministro depende desde el presidente de la República, que te pide tu renuncia, o el Congreso que te censure. De alcalde tienes que hacer una barbaridad muy grande para que termines revocado.

–Buena parte de su discurso en la inauguración del Centro de Convenciones trató del momento difícil que vive la democracia, que comparó con otras crisis. ¿Qué busca realmente el peruano actual?

Mira, no lo sé. Y no le echaría la culpa al peruano, sino a la élite que está sirviendo los platos sobre la mesa. Más que una polarización, hay una fragmentación, una sobreoferta. Eso no es culpa del pueblo. De los veintitantos años que tengo en la vida política, este es un momento tan complicado como fue la lucha por la democracia contra Montesinos. Quizá más complicado porque no había fragmentación. Hubo polarización, pero también unidad política por parte de la oposición. En ese momento Toledo resultó el más indicado para encabezarla y todos lo apoyaron.

–Para llegar a Toledo quemaron a Andrade y a Castañeda…

Por supuesto. Cuando Toledo me pidió que lo acompañe como su jefe de campaña, le dije: “Mira, yo he estado con Andrade, déjame pedirle permiso, no puedo desvincularme así nomás”. Cuando le conté a Andrade me dijo: “Anda Carlos. Cualquiera menos Fujimori. Hay que sacarlo del juego. Llévate todo Somos Perú para apoyarlo en toda la maquinaria porque Toledo no va a tener tiempo de organizar una de segunda vuelta. Te autorizo”. Ahora hay un fraccionamiento terrible y grupos políticos que tienen en agenda cosas respetables pero muy distintas. Por ejemplo, es obvio que uno de los criterios del fujimorismo para tomar sus decisiones son sus procesos judiciales. Cualquiera haría lo mismo. Pero eso los sesga, es un tema subalterno frente al país. Y hay que entenderlo. Keiko ha estado injustamente presa tres veces y debe ser terrible. Súmale esta perversidad que es la de castigar con 1 % más para pasar la valla a los partidos que se unan en alianzas. Es una forma de decir “aquí nadie se junta” y entonces están todos los elementos para la tormenta perfecta. Ya nos pasó con Castillo. Y se viene otra tormenta.

“Andrade me enseñó que la imagen de un alcalde se forja en los primeros 6 meses”.

–Pero un componente central de esa tormenta es el antifujimorismo. Cuando soltaron a Fujimori usted estuvo de acuerdo por ser un tema de humanidad. ¿Qué piensa ahora con su anuncio de candidatura?

No tengo ningún problema en decir que me equivoqué en estar a favor del indulto a Fujimori. Es una persona de más de 85 años con varias enfermedades encima. Después de 16 años preso pensaría que salía para malcriar a sus nietos y vivir lo que le quede de vida. No regresar a esto de pretender candidatear porque entonces su estado de salud no era tan delicado como decían. Así que reconozco públicamente que me equivoqué. Ahora, él puede querer candidatear, pero no creo que el cuerpo le dé.

–El fujimorismo es un actor que polariza y al mismo tiempo tratarlos como una secta después de 25 años es antidemocrático. ¿Cómo romper la trampa?

Lo democrático es aceptarlo. A algunos no nos gustaría, pero eso existe. Y es una decisión del pueblo libre y soberano. Está claro que han llegado tres veces a la segunda vuelta. La mayoría no quiere que sea gobierno y prefiere votar por cualquiera. Y subrayo la palabra cualquiera menos Fujimori. Es una complicación muy, muy grande. Quizás el mismo fujimorismo no quiere eliminar ese 1 % adicional de las alianzas porque no le conviene que otras fuerzas se junten.

–Pero el próximo presidente va a necesitar armar algún tipo de mayoría. Lo hicieron Toledo, Ollanta, Alan. Lo que está pasando entre Dina y el Congreso puede verse muy mal pero finalmente tienen un entendimiento que es más estable que el colapso al que nos llevaba Castillo.

Antes veía críticamente a las democracias parlamentarias. Y ahora me pregunto si quizás eso no es exactamente lo que necesitamos. Si no puedes asumir la función de jefe de Estado y no tienes mayoría, que eso se construya en el parlamento con un jefe de Gobierno y un jefe de Estado distintos.

OBJETIVO LIMA

–Hace un tiempo le bromeaba que si teníamos un alcalde de Lima que usa cilicio por qué no podíamos tener otro gay. En el acto del Centro de Convenciones había cientos de cabezas blancas que lo aplaudieron. ¿Qué piensa ahora de la posibilidad?

Probablemente la mayoría de la gente que estuvo aquí no apruebe los derechos LGTB. Las encuestas dicen que solo un 30 % está a favor de aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero también dicen “yo no me voy a meter en la cama con él. Si está haciendo bien su función pública, entonces qué me importa”.

–No parece, pero es un avance, ¿no?

Nunca he dicho esto públicamente. Siempre he tenido ese complejo de que si lo hago mal en un cargo público infrinjo un doble daño. No solamente profesional, sino a la causa de la comunidad. Entonces estoy obligado a hacerlo bien. Efectivamente, la orientación sexual no tiene nada que ver en el momento de entregar resultados, que es además lo que los demócratas debieran hacer en favor de la democracia. Porque el Perú es uno de los países que menos aprecia la democracia. No porque el concepto sea malo, sino porque no le entrega resultados. Para qué quiero democracia si sigo sin agua, ni vivienda, si no hacen pistas o no mejoran parques. La democracia liberal está obligada a mejorar materialmente la vida de las personas para que se consolide.

–Está hablando de gestión. ¿Qué reformas priorizaría?

Empecemos por las cosas sencillas. Por ejemplo, hay un clasificador de cargos que obliga a que los Municipios solo puedan contratar gente con experiencia municipal. Si tú tienes experiencia estatal, digamos del gobierno central, no puedes ir. O si vienes del sector privado no puedes entrar. Yo no sé quién diablos ha hecho esa norma o cuánto le habrán dado a ese fulano, pero los municipales deben estar aplaudiendo con los pies. ¿Y nosotros? He contratado mucha gente, algunos ingenieros del Ministerio de Vivienda que trabajaron conmigo y la Contraloría nos puso peros. Al final les dije, “méteme preso pero esta gente tiene experiencia estatal”. Al final lo anotaron como una falta, pero no hicieron nada. Entonces cambiemos.

HOMOFOBIA EN LA CANCHA

–Usted tiene la marca del personaje Techito y diversas experiencias de gestión para mostrar. Pero no tiene en realidad partido. Está en Avanza País, pero la inscripción de Phillip Butters, a quien muchos califican de homofóbico, ha despertado controversia. ¿Usted sería candidato a alcalde de Lima con un homofóbico que va a la Presidencia?

Cuando ingresé a Avanza País después de que Peruanos por el Kambio desapareció, busqué al partido más cercano a lo que pienso. Me considero liberal y en ese momento la candidatura de Hernando de Soto iba, digamos, en esa línea. Nadie tiene derecho a decirte qué producto comprar ni qué cosa debes producir, ni a qué precio. Y tampoco decir cómo manejar tu proyecto de vida en tanto que sea una decisión libre de dos adultos y por lo tanto eso se respeta en Avanza País. No sé la posición de Phillip Butters y no puedo prejuzgar. Hay que esperar a que él lo diga públicamente. En tanto esos principios se respeten, no tengo problema.

–¿Podría estar en un partido donde una parte de la militancia sea homofóbica?

De ninguna manera. No puedo estar en un partido que deje de ser de centro derecha liberal, que es Avanza País, y se convierta de derecha conservadora. Para eso hay otros partidos con esa oferta. Tienen todo el derecho de hacerlo y yo tengo todo el derecho a no inscribirme. Así que no podemos adelantarnos.

–¿Qué sensación le produce el caso de Toledo?

No me agrada en absoluto y siento lástima. Él arriesgó mucho en la lucha contra Fujimori y Montesinos. Muchos arriesgamos con él y por él. Realmente tuvo esa valentía y la verdad es que no hizo un mal gobierno. No tenía ningún complejo y trajo al gabinete gente mejor que él y no le importaba. Estaba Bobby Dañino, PPK, los hermanos Quijandría. Se estabilizó el régimen político que era un bote en medio de una tormenta. La economía empieza a crecer este y terminamos con el grado de inversión.

–Pero el lugar común fujimorista te dice que todo cambió con Fujimori, cuando los gobiernos posteriores hicieron lo suyo.

No hay que negarle sus logros a Fujimori, pero el proceso virtuoso llega a su cúspide en el segundo gobierno de García. Te voy a contar una infidencia y todavía hay gente viva para contarlo. Con García de presidente y yo en el Congreso, me llama Toledo porque quería que el gobierno condecore a un premio Nobel que él traía. Lo consulté con Luis Nava y me respondió que García lo hacía encantado, pero con una condición: que Toledo le acepte un desayuno en Palacio. “De ninguna manera”, me respondió Toledo. “¿Pero quieres o no quieres medalla?”. Y se hizo la reunión donde solamente había cuatro personas: García, Toledo, Nava y yo. Ya sin cámaras, García le dijo que en cierta forma le agradecía que le ganara la elección en 2001 porque en 2006 le había tocado un país en mejores condiciones. “¿Por qué no lo dices públicamente?”, le dijo Toledo. “Porque no soy tonto”, respondió Alan. Fíjate cómo era la realidad. El país estaba mejorando y eso es gobernar.

–Es falso cuando se dice que eran gobiernos en piloto automático.

En el caso de Toledo fue mucho más difícil porque había muchas revueltas sociales. Claro, en un momento su popularidad estaba en un dígito y mucha gente alrededor le decía que suelte más plata porque había una fuerte austeridad fiscal impuesta por Kuczynski. Era otro MEF y otra PCM. Él tenía la autoridad y el señorío para hacerlo. Y Toledo respondía “no, esperen, ahorita la economía va a responder”. No cayó en ese populismo y García se lo reconoció. Pero eso nunca trascendió.

NO DESCARTO NADA

–Hablando de eso, hoy tenemos casi un 70 % de la población entre pobres y vulnerables de serlo. Los programas sociales atienden a muy poca gente. ¿No se debería soltar más plata?

Si tú sueltas la plata sin un mayor proyecto atrás, tampoco se va a sentir. Simplemente se va a chorrear entre toda la burocracia intermedia. Lo que tienen que hacer es ponerse objetivos claros de cosas concretas como el agua, vivienda, vías de comunicación. En Ayacucho los ómnibus se siguen cayendo y hay muertos. La gente protesta por eso. Es como que se caigan dos aviones que vienen a Lima. Todos salimos protestando con seguridad porque algún conocido nuestro estaría allí. Los grandes proyectos que se hicieron en el Gobierno de Toledo, como los de subsidio directo a las familias más pobres y los programas de vivienda donde el Estado solo invierte en el bono y el privado construye, se han mantenido por los últimos 20 años. Más que plata es creatividad y gerencia. Mejorar la gerencia del sector público sería mucho más efectivo que soltar más plata.

–¿Qué opina de la situación del Poder Judicial y el Ministerio Público?

Si te equivocas en el sector privado, aprendiste. Si te equivocas en el sector público, vas preso. Así nadie quiere entrar. Ahorita el gran problema es la Fiscalía, que es el primer poder del país. Antes se abrían investigaciones a los funcionarios públicos, a los congresistas, que está muy bien. De esa manera el político rinde cuentas y demuestra si esa acusación que le han hecho es falsa. Pero si en el marco de la investigación se van a meter a tu casa a las tres de la mañana y te van a sacar en pijama es brutal. Y ya está la acusación hecha. Antes se ponía día y hora del momento en que iba el fiscal a tomar la manifestación en privado porque no hay nada peor que desprestigiar autoridades. Se rompe el principio de autoridad y eso es lo que está pasando en el Perú. Se ha desprestigiado a todas las autoridades. Ya no hay gobernabilidad. Nadie cree en nadie. ¿Y para qué? Para beneficio de algunos que en la noche salen en televisión. 

–¿Es necesario un cambio de gabinete?

Creo que es necesario ajustar. Hay sectores donde no se ve mayor gestión. Yo sé que es complicado porque quién va a entrar a un gobierno no muy estable y con la fiscalía actual. Es difícil captar talento. Hay buenos ministros. Por ejemplo, el ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes, a pesar de la ausencia de técnicos que se fueron y seguro no quieren volver. Pero donde yo pondría todos los huevos en la canasta es en el tema de la inseguridad, porque tiene efectos muy rápido. Si yo fuera presidente, anuncio que voy a encabezar el tema. Y cuando el presidente ordena que se haga una cárcel, si valoras tu puesto, haces la cárcel. Entonces el presidente puede hacer acciones más inmediatas que cualquier otro funcionario dentro de la administración. Más allá de las críticas, es un poco el valor de fondo de la política de Bukele. Haga una cárcel, cómprele más armas a la policía.

–Convengamos que con esta presidenta esperar esa capacidad de liderazgo es pedirle peras al olmo.

Pero bueno, el PCM está obligado a potenciar las acciones de la presidenta. No es lo ideal, pero un PCM la puede sustituir en ese sentido. Si logran resultados concretos de mejora en la seguridad, la gente va a decir que por lo menos están haciendo algo y empieza a legitimarse.

–¿Ha decidido entre la alcaldía de Lima o la presidencia de la República?

No he decidido nada todavía. Estoy metido en mi trabajo en Surco.

–¿Pero cuál de las dos posibilidades le atrae más?

Mira, estoy mucho más compenetrado con el trabajo municipal. Me gusta. Lo estoy haciendo bien. No lo digo yo. En Surco, el 78 % opina favorablemente sobre nuestra gestión.

–Y si va por Lima tendría la gran ventaja de no tener que dejar la gestión en Surco a medias.

Exacto. Termino la gestión y ahí recién se asumiría el otro cargo. En el caso de la Presidencia, si dejas el cargo casi todo el último año.

–Pero como dice el lugar común, ¿no lo descarta?

No, ahorita no descarto nada. Pero me siento más atraído a la gestión municipal.

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