Davos, Suiza, no solo será el escenario de los tradicionales selfies entre multimillonarios y líderes globales, sino también el lugar donde la presidenta Dina Boluarte buscará una imagen de confianza en el Perú. En la reunión anual del Foro Económico Mundial, la mandataria se sentará con cinco jefes de Estado y cerca de 14 gigantes empresariales. Y, según el canciller Elmer Schialer, el mensaje será claro: “El Perú es un destino confiable para las inversiones”.
“Lo que queremos transmitir es que en Perú, la palabra del gobierno es absolutamente confiable. Aquí todos pueden venir a invertir tranquilos”, aseguró Schialer, con un tono que no da lugar a dudas, pero que en los pasillos de Lima sigue levantando sospechas sobre la realidad de la seguridad y la gobernabilidad del país.
Uno de los temas candentes de la reunión será, según Schialer, la seguridad. “Es cierto que la minería ilegal es uno de los principales generadores de violencia e inseguridad. Enfrentarla es una tarea ineludible”, apuntó el canciller, como si la solución fuera cuestión de desearla con más énfasis. Años de inacción frente a esta crisis parecen ser el trasfondo de este discurso de urgencia, ahora que el tema empieza a preocupar seriamente a los inversionistas.
El lema del Foro de este año, “Colaboración para la era inteligente”, promete ser una apología de la tecnología como la gran salvadora de un mundo cada vez más fragmentado. ¿Pero será suficiente para tapar los huecos de una economía que aún sufre las secuelas de la inestabilidad política y la violencia que azota ciertas regiones del país?
Mientras Boluarte se prepara para el evento, Schialer no perderá la oportunidad de hacer lo suyo, reuniéndose con los cancilleres de Portugal y Arabia Saudita, además de un diálogo con el alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU. Claro, un análisis sobre los derechos humanos en el Perú no parece el mejor tema de conversación cuando los enfrentamientos en las calles siguen siendo el pan de cada día.
Este lunes, la presidenta Boluarte partirá rumbo a Suiza, dejando atrás un país donde el futuro no se ve tan claro como en las brillantes salas de Davos. Entre las sesiones privadas, como “Finanzas sostenibles e inversión para la Amazonía” y la discusión sobre “las fallas de América Latina”, solo queda esperar que la receta de optimismo político que se cocina en Davos no se enfríe demasiado al regresar al país.