El comandante general de la Policía Nacional del Perú (PNP), Óscar Arriola Delgado, dispuso una reestructuración en la alta jefatura de la institución tras los recientes hechos de violencia ocurridos durante las protestas contra el Gobierno del presidente José Jerí Oré. La medida tuvo como propósito reforzar la capacidad de respuesta policial y contener la crisis interna generada por las críticas al uso excesivo de la fuerza en las manifestaciones.
Según la resolución firmada el 17 de octubre, Arriola designó al general Manuel Gustavo Vidarte Perrigo como nuevo jefe de la Región Policial Lima, al general José Antonio Zavala al frente de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) y al general Julio Óscar Mariño en la Dirección de Inteligencia (Dirin). Los relevos se realizaron con retención de cargo por causal de servicio, un mecanismo usual en situaciones de emergencia institucional.
Cambios en medio de tensión social y presión política
La decisión del alto mando policial se produjo en un contexto de protestas y movilizaciones sociales en distintas regiones del país, que dejaron un saldo de enfrentamientos y un civil fallecido en Lima. De acuerdo con información oficial, el deceso ocurrió tras el impacto de un proyectil disparado por un efectivo policial, hecho que generó indignación y reavivó las críticas a la PNP por su actuación durante las manifestaciones.
Las movilizaciones comenzaron luego de la vacancia de Dina Boluarte y el ascenso de José Jerí a la Presidencia de la República. Desde entonces, el Ejecutivo enfrentó la difícil tarea de mantener el orden público sin vulnerar derechos humanos, y al mismo tiempo, procurar que la Policía recuperara la confianza de la población.
Óscar Arriola, quien asumió la comandancia general tras la salida del general Jorge Angulo, optó por una estrategia de “ajuste interno” que incluyó renovar los mandos responsables de la seguridad en Lima y del trabajo de inteligencia. “No se trata de sancionar, sino de fortalecer las líneas operativas”, expresó un oficial cercano al comando policial en declaraciones a Caretas.
¿Qué buscaba la nueva estructura de mando?
¿Por qué la PNP realizó estos cambios justo después de las protestas?
Fuentes del Ministerio del Interior indicaron que la decisión respondió a una necesidad de “optimizar la articulación entre las áreas operativas y de inteligencia”. En otras palabras, se buscó evitar las descoordinaciones evidenciadas durante las movilizaciones de octubre, cuando distintos sectores policiales actuaron sin una estrategia unificada.
En el caso del general Vidarte Perrigo, su designación en la Región Policial Lima fue considerada clave, ya que se trata del principal frente operativo del país. Lima concentró más del 60% de las marchas registradas en los últimos meses y fue el escenario donde la imagen institucional de la Policía se deterioró más gravemente.
Por su parte, el general Zavala, quien pasó a liderar la Dirincri, recibió la tarea de recuperar la eficiencia en las investigaciones criminales, especialmente en casos de violencia durante protestas, crimen organizado y delitos cometidos por efectivos en servicio. Mientras tanto, el general Mariño, al frente de la Dirin, asumió la misión de fortalecer los sistemas de inteligencia estratégica ante la creciente infiltración del narcotráfico y la minería ilegal en las zonas de conflicto.
La sombra del exceso policial
La Oficina de Integridad Institucional de la Policía y la Inspectoría General recibieron denuncias sobre presuntas irregularidades en el operativo del 10 de octubre, donde un manifestante perdió la vida en el Cercado de Lima. El caso fue derivado al Ministerio Público, que inició una investigación para determinar si existió responsabilidad directa o negligencia por parte de los mandos intermedios.
A nivel político, el Gobierno de José Jerí Oré expresó su respaldo a la institución policial, pero a la vez pidió “ajustes urgentes” en la cadena de mando para evitar nuevos abusos. La Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) ordenó que se izaran las banderas a media asta en señal de duelo por las víctimas de la violencia y reafirmó su compromiso con la paz y la seguridad ciudadana.
En paralelo, organizaciones de derechos humanos como la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) exigieron investigaciones transparentes y sanciones efectivas a los responsables. “No se puede repetir un patrón de impunidad en los casos de muertes durante protestas”, señaló su secretaria ejecutiva, Gissella Vásquez.
Una policía entre la crítica y la necesidad de reforma
Los recientes cambios en la PNP se sumaron a una serie de medidas orientadas a modernizar la estructura policial y responder a las demandas de transparencia. Sin embargo, diversos analistas advirtieron que los movimientos internos no serían suficientes sin una reforma de fondo en la doctrina y la formación de los efectivos.
“El problema no es solo quién dirige, sino cómo se dirige. La Policía necesita liderazgo civil fuerte, control político efectivo y una política de seguridad que no dependa del estado de emergencia permanente”, explicó el sociólogo Eduardo Toche, especialista en temas de seguridad.
La crisis institucional de la PNP, acentuada desde 2020 con la salida sucesiva de varios comandantes generales, evidenció la falta de continuidad en sus políticas de seguridad y el deterioro de su imagen ante la opinión pública. La gestión de Arriola se desarrolló en un escenario de alta sensibilidad, donde cualquier error operativo podía traducirse en costos políticos para el Ejecutivo.
Un mensaje hacia adentro y hacia fuera
El reajuste en la cúpula policial envió una señal de control y autoridad del comando general, pero también de respuesta ante la opinión pública. En el corto plazo, el éxito o fracaso de estas designaciones dependió de la capacidad de los nuevos jefes para reducir los excesos, mejorar la inteligencia operativa y reconstruir la confianza ciudadana en la Policía.
Mientras tanto, el país permaneció atento a las siguientes movilizaciones convocadas por distintos colectivos. El reto para la PNP fue, una vez más, mantener el orden sin repetir los errores del pasado.