El poder de TACO

Aquí en el Perú y en buena parte del mundo de habla hispana, puede referirse a la plataforma posterior de un zapato, en especial de los calzados femeninos.

por Edgar Mandujano

Por: Leda M. Pérez | Prof. Asociada, Depto. de Ciencias Sociales y Políticas Universidad del Pacífico, junio de 2025.

Resulta que la palabra “taco” puede significar diferentes cosas dependiendo del momento y el contexto.  Aquí en el Perú y en buena parte del mundo de habla hispana, puede referirse a la plataforma posterior de un zapato, en especial de los calzados femeninos.  Es también el palo con el cual se juega billar.  En todas partes del mundo, igual que acá, el taco es una rica comida mexicana, una suerte de emparedado – sándwich — hecho de maíz molido relleno de, entre otras cosas, carnes, chiles, lechugas, salsas y jalapeños.  Y, más recientemente en Estados Unidos de América ha surgido un nuevo uso de la palabra. En referencia a las marchas y contramarchas de la política arancelaria del personaje ese autoritario que finge a una presidencia democrática, hoy día TACO es el acrónimo de Trump Always Chickens Out.  Es decir, el mandatorio Trump siempre se chupa.

Ni los esfuerzos calculados por mostrar lo cruel e internacionalmente dañino de sus políticas anti migrantes, ni los fallos de las diferentes cortes del país – incluyendo los de la Corte Suprema — señalando lo ilegal del proseguir de su administración en deportaciones que han obviado el debido proceso, ni la evidencia de que sus guerras arancelarias con China y el resto del mundo perjudicarán sobre todo al consumidor estadounidense, han servido para convencer a esa parte del pueblo estadounidense que votó por él de que hay que parar este tren sin frenos. 

Claro está que el 49.8% del voto popular a favor de Trump en los comicios de noviembre del 2024 no constituye ni una mayoría de la población ni un grupo monolítico.  Además, los que pusieron a Trump en la Casa Blanca son un grupo diverso de al menos dos grandes vertientes.

Una es la de los realmente creyentes en que Trump pueda devolverles una gloria antigua que el resto del mundo les ha arranchada.  Dentro de esta agrupación hay diferencias entre los que se han cansado de su marginación económica en un país cuya desigualdad ha crecido de manera constante desde el año 1980, y aquellos que, además de sentirse excluidos, también son racistas y misóginos – los “you will not replace us” (no nos reemplazarán). Y dentro de estos marginados también podemos encontrar esa cúpula de nacionalistas cristianos (aunque no sean necesariamente ni religiosos ni compasivos) que apuestan por una identidad y unos valores que sienten que se pierden ante la conquista de derechos de las mujeres, las minorías étnicas y la diversidad sexual, por ejemplo.  

Así es que al final de cuentas, este sujeto gana con una efectiva minoría del voto compuesta por intereses que varían entre los malestares de los perdedores por la ultra concentración de riqueza en el país, sectores conservadores y algunos abiertamente racistas, misóginos, y/o quasi-religiosos, y tal vez también aspiracionales, por una parte, – y los muy ricos que ya están invirtiendo en los cohetes de Elon Musk que los transportarán a Marte con los demás trillionarios de nuestros tiempos, por otra.  Hay incluso sectores etno-religiosos que se han creído la fantasía de que Trump es algún tipo de Mesías para los nuevos tiempos. 

Es en este contexto que surge la imagen del TACO, como una manera potente de desenmascarar al supuesto salvador de los marginados, para los cristianos blancos, los conservadores de todo tipo, y los megáricos.  Surge de manera muy oportuna en el marco de una oposición desorganizada.  Pues, en los casi seis meses desde que Trump ocupó la Casa Blanca, puede que sea esta entre las tácticas más sabias para combatir el tipo de autoritarismo de Trump, personaje vanidoso como él solo.

La etiqueta, TACO, revela a Trump como lo que realmente es – y no muy diferente de decenas de dictadores vulgares a lo largo de la historia – ¡un cobarde que, a la hora de la hora, echa p´atrás! Sus impuestos a las importaciones no pueden frente a un Wall Street que no le rinde pleitesías al creído que se las da de emperador de por vida cuando solo hay que mirar de cerca para ver que es un mafioso barato con sus días contados.  Asimismo, la ultra arrogancia de prometerle al pueblo estadounidense que sería él quien terminaría la guerra israelí contra Hamás (que en su proceso le ha quitado la vida a más de 50 mil personas) simplemente porque Bibi Netanyahu seguiría sus órdenes, mientras Israel prosigue, sordo a los tweets de Trump.  Asimismo, hemos visto como le armó un espectáculo al presidente Volodímir Zelensky de Ucrania en la Oficina Oval de Estados Unidos, insistiendo sobre la mentira iniciada por Vladimiro Putin de que fue Ucrania la culpable de la invasión rusa.  Esto, para luego tener que usar su plataforma preferida – X – para suplicarle a Putin, ¡¡“Stop”!! frente a la continuación de las agresiones rusas en Ucrania.  Pero, como nos sugiere el término TACO, en todos estos espectáculos, a Trump el tiro le sale por la culata.

Es que los mafiosos como él, — entre ellos Putin, Netanyahu, como también Orbán en Hungría, entre otros — no juegan por las reglas.  No reconocen el debido proceso, ni con el resto ni entre ellos.  No les importa nada, ni nadie, más allá de lo que pueda aumentar su riqueza y poder personal.  Por eso es que los otros matones del planeta no llegarán a acuerdos con él y si los firman, no los respetarán. Porque así son entre ellos. Es la ley de la selva y lo que cuenta ahí es ver quién es el que echa p´atrás primero.  En esta arena Trump queda como el TACO mayor.  Hay solo que ver los tuits furiosos recientes entre él y su niño querido, Musk, a quien ahora le amenaza con rescindir sus contratos gubernamentales.

Curioso es que aquí en el Perú se le dice también “taco” a aquel que no es especialmente listo.  Parece que, en este juego de gato y ratón, Trump va quedando como el ratón – e incluso, cada vez más, como un pequeñísimo pericote.  Como en el cuento infantil, “el emperador está desnudo”.  Hace tiempo que sus detractores lo saben. 

La pregunta ahora: ¿cómo es que esta imagen incidirá en los que le dieron su voto?  Si Trump siempre se chupa y da marcha atrás, qué pasará con la promesa de MAGA (hacer América grande nuevamente). ¿Será más bien, hacer América el ganso – make América the goose (again)?

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