La mañana del lunes 8 de septiembre de 2025 comenzó con un nuevo episodio de violencia en Lima. Un conductor de transporte público, identificado como Alfredo Arturo Ramón Ramos, fue asesinado a balazos en la avenida Central, cerca de la concurrida Pista Nueva, en San Juan de Miraflores.
El ataque ocurrió cuando Alfredo iniciaba su recorrido habitual desde Carabayllo hasta San Juan. Según testigos, dos falsos pasajeros lo interceptaron y lo obligaron a detenerse antes de dispararle cinco veces a quemarropa. El bus, perteneciente a la empresa Nueva América, quedó detenido a un costado de la vía, con la puerta abierta y el cuerpo del conductor desplomado sobre el volante.
Este nuevo hecho de sangre ha encendido las alarmas sobre el crecimiento de las redes de extorsión que operan en la capital, apuntando sus amenazas directamente contra las empresas de transporte público.
¿Qué ocurrió dentro del bus?
Los pasajeros que se encontraban en el vehículo describieron escenas de pánico y desesperación.
“El hombre ha parado y ahí le han metido los cinco balazos. La gente que estaba en el carro salió corriendo. Sí estaba con pasajeros. Solo atacaron al chofer. Atrás de él había una chica llorando”, relató un testigo.
La versión coincide con lo declarado por otros vecinos de la zona, quienes aseguraron haber visto a dos hombres subir al bus en calidad de pasajeros, para luego desenfundar sus armas y perpetrar el ataque. Tras el crimen, los sicarios habrían huido rápidamente por la avenida Salvador Allende.
La Policía Nacional acordonó la zona y solicitó la presencia de peritos de criminalística y representantes del Ministerio Público para iniciar las investigaciones. La familia del conductor llegó poco después, completamente devastada por la noticia.
Extorsión en el transporte público: ¿un problema fuera de control?
Este asesinato no es un hecho aislado. Apenas tres días antes, otro bus de la misma empresa fue atacado a balazos en Carabayllo, dejando tres heridos. Para los investigadores, esta coincidencia apunta directamente a una misma causa: extorsiones contra las empresas de transporte.
La hipótesis principal de la PNP es que bandas criminales estarían cobrando “cupos” a las empresas para permitirles operar con normalidad. Quienes no pagan, sufren las consecuencias: amenazas, atentados y, en casos extremos, asesinatos.
¿Está Lima al borde de una guerra por el control del transporte público? Las cifras parecen respaldar el temor. Según datos de la División de Investigación Criminal (Dirincri), en lo que va del 2025, los ataques contra buses y choferes de transporte urbano han aumentado en un 42% en comparación con el año pasado.
Las rutas más peligrosas de la capital
La violencia se ha concentrado en distritos clave donde operan grandes líneas de transporte:
- San Juan de Lurigancho
- San Juan de Miraflores
- Carabayllo
- Villa El Salvador
- Comas
En estos sectores, las organizaciones criminales detectan empresas vulnerables y las presionan mediante llamadas, mensajes y atentados directos. El caso de Nueva América ilustra el modus operandi: primero, una amenaza; luego, un atentado menor para amedrentar; y finalmente, un asesinato para dar un mensaje ejemplar a quienes se resistan a pagar.
Una ciudad atrapada entre el miedo y la impunidad
La sensación de inseguridad se intensifica cada día. Testimonios de vecinos en San Juan de Miraflores coinciden: “Antes podías salir tranquilo, ahora no sabemos si el próximo disparo nos va a tocar a nosotros”.
Mientras tanto, los gremios de transporte exigen mayor protección policial y un plan integral para combatir la extorsión. Sin embargo, fuentes dentro de la PNP admiten que desarticular estas bandas es complicado: se trata de organizaciones transnacionales que operan desde distintos puntos del país e, incluso, desde cárceles.
¿Qué viene ahora?
El asesinato de Alfredo Arturo Ramón Ramos no solo deja un vacío en su familia, sino que revela un problema mayor: la vulnerabilidad del transporte público frente a mafias que operan con total impunidad.
Las autoridades anunciaron que desplegarán operativos especiales en San Juan de Miraflores y distritos colindantes, pero los choferes temen que esto sea insuficiente. El miedo ya se ha instalado y, para muchos, salir a trabajar se ha convertido en una ruleta rusa.
La pregunta inevitable es: ¿cuántas muertes más serán necesarias para frenar la violencia que asfixia a Lima?