Bacilio Núñez Quispe, de 30 años y natural de Abancay, murió en combate en octubre de 2024 mientras servía en el ejército ruso durante la guerra con Ucrania. Había solicitado licencia sin goce de haber a la Policía Nacional del Perú en 2023 para unirse a las filas extranjeras, motivado por convicción y necesidad.
Desde su muerte, su madre y hermanos viven una espera angustiante. No han podido repatriar su cuerpo por falta de apoyo oficial y limitaciones económicas. A pesar de las gestiones realizadas ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, no han obtenido respuestas concretas.
La familia pide ayuda para poder despedir a Bacilio en su tierra, en medio de una lucha silenciosa que ya supera medio año. Su caso no es el único: otra familia peruana, la de José Ávila Tuanama, también atraviesa el mismo dolor tras perder a su ser querido en la misma guerra.
Ambas familias han iniciado campañas en redes sociales, buscando visibilizar su situación. No exigen privilegios: solo poder cerrar el duelo con dignidad, y traer de regreso a casa a quienes partieron a pelear en una guerra que no era la suya.