Las lluvias intensas que han azotado Perú desde diciembre de 2024 han dejado hasta el momento un saldo trágico de 94 muertes. Las principales causas de estas víctimas han sido huaicos, tormentas eléctricas y accidentes relacionados con el transporte acuático. Además, 17 personas siguen desaparecidas debido a los efectos de las precipitaciones y otros desastres naturales en diversas regiones del país, especialmente en áreas rurales y de difícil acceso.
El impacto de las lluvias también ha sido devastador para miles de familias, con más de 112,000 damnificados. Los departamentos más afectados han sido los de la Sierra y la Selva, donde los deslizamientos de tierra y las inundaciones han destruido viviendas y afectado la seguridad alimentaria de muchas comunidades. A su vez, más de 37,000 personas han perdido sus medios de vida, enfrentándose a una difícil situación de pobreza y necesidad inmediata de ayuda.
En términos de infraestructura, las lluvias han dejado un rastro de destrucción, con más de 6,400 viviendas completamente destruidas y otras 43,000 que han quedado inhabitables. Los huaicos, derrumbes y colapsos de estructuras han sido algunos de los desastres más frecuentes, especialmente en las zonas altas y en las cuencas de ríos que han registrado niveles alarmantes. Este escenario ha generado una gran preocupación entre las autoridades y organizaciones humanitarias, que buscan dar respuesta inmediata.
A pesar de los esfuerzos de los gobiernos locales y nacionales, la situación sigue siendo crítica, con más de 7,000 emergencias registradas hasta la fecha. La respuesta de emergencia incluye la atención a los afectados, la reconstrucción de viviendas y la rehabilitación de infraestructuras, además de medidas preventivas para evitar mayores tragedias. Sin embargo, las autoridades advierten que las lluvias podrían seguir afectando al país, lo que demanda una preparación constante frente a los riesgos naturales.