
Por: Patricia Larios, investigadora del Centro de Investigadora de la Universidad del Pacífico (CIUP)
Los Camélidos considerados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura como héroes de las alturas, alimentos para los pueblos y culturas, son el recurso de subsistencia para millones de familias que habitan entornos hostiles, en particular entre los Pueblos Indígenas y comunidades locales, es por tal motivo que se declaró el 2024 como el Año Internacional de los Camélidos (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2023).
Los camélidos sudamericanos, están comprendidos por cuatro especies: dos domésticas, la alpaca (Vicugna pacos) y la llama (lama glama). Asimismo, dos especies silvestres: la vicuña (Vicugna vicugna) y el guanaco (lama guanicoe), las que habitan en zonas altoandinas por encima de los 3,800 msnm (MIDAGRI, 2023; Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, 2021b), y contribuyen a la seguridad alimentaria, a la nutrición y al crecimiento económico, además de poseer una gran relevancia social y cultural para muchas comunidades (Argentino De Producción Animal, 2005; FAO, 2005).
Las actividades alrededor de la cadena de valor de los camélidos sudamericanos desempeñan una función importante en el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con: la erradicación de la pobreza extrema porque son el sustento económico de más de 400.000 familias, generando entre el 70% a 80% del ingreso familiar anual de la zona altoandina (FAO, 2008; Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, 2021a); con la lucha contra el hambre, al proveer de carne de alta calidad caracterizada por ser orgánica, nutritiva por contener alta biodisponibilidad de hierro y zinc, saludable por poseer bajos niveles de grasa y colesterol.
Asimismo, por asegurar un trabajo decente y crecimiento económico a lo largo de su cadena productiva, desde la crianza por parte de los productores, los artesanos que usan su fibra y piel, su aporte con fertilizante biológico y el uso como animales de carga, así como con la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, debido a que la crianza de camélidos sudamericanos constituye la única forma de uso productivo de las extensas áreas de pastos naturales donde es casi imposible la agricultura o la crianza de otras especies domésticas (Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo, 2024a, 2024b; Grupo Inca, 2023; Huanca Mamani, 2020).
En la actualidad, el cambio climático es un factor que incide de manera negativa en la actividad pastoril andina y en la productividad del sector de camélidos sudamericanos, degradando la tierra, mermando la calidad y potencial alimenticio de los pastos naturales, a causa del estrés hídrico, debido al deshielo de los glaciares, grandes sequías y alta radiación solar que afecta el ecosistema andino (Dupuits, 2021; Lanegra, 2021; Postigo, 2009; Vilá & Arzamendia, 2022); lo que provoca un desequilibrio en los nutrientes que conlleva a una disminución de las tasas productivas y reproductivas de los animales, de igual modo, ha generado pérdidas cíclicas anuales de miles de camélidos, y pérdida de biodiversidad, amenazando la sostenibilidad de la actividad pastoril y el sustento económico de las comunidades (Cárdenas Minaya, 2020; FAO, 2018; Ministerio del Ambiente, 2023; Pepper et al., 2023).
La degradación del ecosistema andino es un problema crítico que está relacionado con el modelo de organización de las comunidades, el manejo de la tierra, la aplicación de una tecnología predominantemente tradicional con poca adopción de innovaciones tecnológicas. Por ello, resulta necesario identificar alternativas de mejoras para minimizar el impacto del cambio climático en la cadena de valor de camélidos sudamericanos.