Gisella Orjeda y la equidad de género en el ámbito científico

El Perú necesita un espacio institucional donde, tanto hombres como mujeres puedan contribuir equitativamente. La ciencia es un campo que requiere colaboración y diversidad para prosperar.

por Diana

Gisella Orjeda, reconocida científica peruana y actual vicepresidenta de la Academia Nacional de Ciencias (ANC Perú), ha sido durante gran parte de su carrera –de más de 40 años– una voz poderosa en la defensa de la inclusión de las mujeres en el ámbito científico en el Perú.

Orjeda describe esta problemática “como una tubería repleta de huecos, a diferencia de la de los hombres que es una tubería impecable”. Eso significa que “el agua, que en el origen tiene cierto caudal, llega mucho menor al final a causa de esos huecos”.

En la mayoría de países y más aún en el Perú, las mujeres enfrentan desde niñas obstáculos que reducen su presencia en disciplinas científicas, aunque este fenómeno no es exclusivo del ámbito científico, sino que se refleja en la sociedad en general. El origen está en que son criadas de tal manera que después “toman decisiones basadas en sus emociones y no en evidencias”, señala Orjeda. Es por eso que las mujeres a menudo tienden a preferir roles de cuidado en lugar de roles de liderazgo y toma de decisiones. 

para Orjeda “hombres y mujeres poseen de manera natural el mismo grado de interés, o preferencia en todas las ramas de la ciencia”. 

Por otro lado, algunos estudios señalan que las mujeres tienen un mejor rendimiento académico que los hombres, tanto en la escuela como en la universidad; sin embargo, persisten las desigualdades de género en la educación. Y para Orjeda “hombres y mujeres poseen de manera natural el mismo grado de interés, o preferencia en todas las ramas de la ciencia”.  Aquí no se trata de aptitud o capacidad.

Hace unos días, la comunidad peruana en general se vio sacudida por el comentario que hizo el congresista fujimorista Ernesto Bustamante durante una sesión de la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología. El doctor en biología molecular de la universidad Johns Hopkins señaló: “Hoy día ya no hay mayor limitación en el acceso de las mujeres a la ciencia sino es, porque, sencillamente, no hay una condición biológica, ¿aparentemente? ¿no?…”

Para Gisella Orjeda las palabras de su colega fueron “desafortunadas” y son un reflejo de una mentalidad que aún persiste en la sociedad. “La participación de las mujeres en la ciencia es valiente, dadas las condiciones adversas que enfrentamos. No se trata de que las mujeres estemos menos capacitadas, sino de que estamos menos representadas”, afirma.

Además de la lucha por la inclusión, Orjeda también ha abordado el tema del “sentido de culpa” que muchas mujeres experimentan al equilibrar la vida laboral y familiar. “Yo recuerdo ese sentimiento de culpa al quedarme en la universidad sabiendo que mis hijos estaban en casa. Un hombre rara vez siente esa culpa porque se va a trabajar, sabiendo que eso redundará en un beneficio económico”, reflexiona. Este tipo de presión puede resultar en la deserción de mujeres talentosas en el ámbito académico, un fenómeno que se traduce en la disminución de la representación femenina en la ciencia.

Gisella Orjeda señala que ella se aproximó a la ciencia de manera natural y gracias a que su padre fomentó su curiosidad. “Mis regalos siempre eran un microscopio, un juego de química y cuando me regalaban una muñeca, yo la operaba para ver cómo funcionaba”, comenta con nostalgia.

Orjeda junto a la científica canadiense, Elizabeth Clare, quien hizo los primeros experimentos exitosos con ADN ambiental y hoy es socia en el proyecto en Cordillera Escalera en la región San Martín.

El panorama actual en el Perú es preocupante. Gisella Orjeda destaca que “el número de mujeres científicas está directamente proporcional al maltrato a la mujer y los feminicidios en cada departamento del Perú”. Esta correlación, evidenciada en un geoportal de Concytec, es más pronunciada en el sur del país, donde la violencia de género afecta no solo a las mujeres en su vida diaria, sino también en su capacidad para participar en la ciencia.

Lo que caracteriza a una persona que quiere dedicarse a la ciencia es que tiene que ser “superdeterminada”. Sin embargo, también reconoce que el medio puede hacer que las mujeres se sientan inseguras y hasta “un poco paranoicas”. “A lo largo de los años, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que yo no era consciente de las barreras que enfrentaba. Las mujeres en ciencia necesitamos un entorno que nos apoye y nos empuje a seguir adelante”.

Un factor crucial en esta disparidad es la falta de apoyo institucional. Orjeda critica cómo el Ministerio de Economía y Finanzas limita el número de plazas en universidades e institutos públicos de investigación, lo que afecta directamente la capacidad de las mujeres para contribuir en el campo científico. “Un investigador no puede trabajar solo como hacen los artistas. Necesitas un espacio institucional, equipos costosos, capacidad de importación de consumibles, como químicos que el Perú no produce”, explica.

Además de vicepresidenta de la ANC Perú, Orjeda es profesora principal en la Universidad Mayor de San Marcos y tiene a su cargo varias importantes investigaciones no solo para el Perú sino para el mundo.

Los bosques de algarrobo en la costa peruana atraviesan un drama y se está investigando cuáles serían las causas.

Entre ellas, una es en Pomac, el bosque de algarrobo más grande del mundo. De acuerdo a datos oficiales del Inventario Nacional Forestal de Fauna Silvestre (INFFS) el 46% de los árboles de algarrobo del país están muertos en pie y el 27% de los vivos están enfermos.

Los algarrobos cumplen una función vital en particular agrupados en bosques como Pomac.  Su red de raíces de hasta 60 metros de profundidad ayuda a filtrar el agua subterránea que viene de los Andes y que llega a los pozos en la costa. Además de eso, en medio de la floresta de esta zona desértica con altas temperaturas se alojan flora y fauna endémica “diferente a la que hay en otros lugares porque está protegida. Como en una isla”.

La investigación está estudiando los algarrobos sanos versus los algarrobos enfermos. Para eso se están analizando los microorganismos bacterianos y virales que habitan en el suelo alrededor del algarrobo y los que están en sus raíces, en sus tallos.

Han estudiado el genoma, cromosoma por cromosoma. “Dentro de todos los cromosomas, hemos identificado todos los genes de resistencia a enfermedades que tiene el árbol”, dice orgullosamente.

Estos pequeños aspiradores de ADN ayudan al monitoreo de la biodiversidad, uno de los ejes de la estabilidad planetaria.

Otras investigaciones son en la selva. En la Cordillera Escalera de San Martín ha implementado un nuevo mecanismo para el monitoreo de la biodiversidad, uno de los ejes de estabilidad planetaria. Para eso emplea una técnica llamada metabarcoding ambiental que implica colocar unos aspiradores de ADN pequeñitos en los árboles, los mismos que ayudan a identificar las especies que viven alrededor.

Manuel Saucedo, un tesista dirigido por Orjeda va a estudiar las abejas meliponas. Estás son más chiquitas, no tiene aguijón y producen una miel muy especial. La idea es que sea un medio de vida alternativo para mucha gente que deforesta.

Se va a evaluar la flora en un radio de 600 metros alrededor de las colmenas que se instalen. Aspirarán el aire de dentro de las colmenas con unos aspiradores de ADN, “mucho más chiquitos” para conocer de qué flores obtienen néctar las abejas de esa colmena.

Con En Órbita, apoyado por la Embajada Británica, 100 mujeres científicas visitaron diversos colegios de la periferia de Lima

“Además, vamos a evaluar el microbioma intestinal de las diversas castas de abejas. Es decir, de la reina, de los zánganos, de los drones y de las obreras, y verificar si hay una influencia del microbioma en la preferencia floral, o sea, de los microbios que habitan los intestinos de estas abejas con el tipo de flores a las que van”.

Estos proyectos no solo son cruciales para el Perú, sino que tienen implicancias a nivel mundial en la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.

“Necesitamos más científicos en el Perú, y no podemos desperdiciar al 50% de la población. Especialmente ante los desafíos de la pérdida de biodiversidad y otras problemáticas globales. La falta de inversión en ciencia y tecnología es un obstáculo que debemos superar”, enfatiza Orjeda. Con solo 0.55 científicos por 1000 integrantes de la PEA en el país, en comparación con los 2.11 de Chile o 3.11 del promedio de Iberoamerica, es evidente que el Perú tiene un largo camino por recorrer.

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