El domingo 15 de junio, en pleno Día del Padre, un sismo de magnitud 6.1 sacudió Lima y Callao. Al día siguiente, el lunes 16, una réplica de 4.2 volvió a estremecer la capital. Nadie fue advertido. Nadie recibió una alerta. Ninguno de los sistemas diseñados para prevenir una tragedia hizo lo que prometieron: funcionar.
Una vez más, el país evidenció que está a merced de su suerte. Ni el Sistema de Mensajería de Alerta Temprana de Emergencias (Sismate) ni el Sistema de Alerta Sísmico Peruano (SASpe) están operativos. Años de promesas, millones invertidos, y cuando más se necesitaba: silencio absoluto.
Dos sistemas. Cero funcionamiento. Cero responsabilidad.
Sismate, a cargo del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, debía enviar mensajes de emergencia a los celulares de todos los peruanos. Costó más de S/40 millones y debía estar listo en 2021. En 2025, todavía no funciona. Su última prueba fue en diciembre de 2023. Desde entonces, nada.
El MTC asegura que el sistema estará listo “en las próximas semanas”, pero no da fechas. La empresa a cargo es Everbridge, un consorcio con experiencia internacional. ¿Entonces, por qué tantos retrasos? ¿Dónde están los responsables? El ministerio culpa a la pandemia, a la burocracia y a los cambios políticos. Pero la verdad es simple: los peruanos seguimos desprotegidos.
El SASpe, por su parte, está a cargo del IGP e Indeci. Se prometió que alertaría con sirenas entre 8 y 10 segundos antes de un terremoto. Ya van más de cinco años de retrasos. De los 114 puestos de alerta prometidos, solo 6 se han instalado. ¿La fecha de funcionamiento? Primer trimestre de 2025… si no hay más demoras.
Un futuro terremoto que todos saben que llegará
No se trata de especulación. El Instituto Geofísico del Perú ha sido claro: Lima está esperando un sismo de magnitud 8.8, como el que destruyó la ciudad en 1746. Ese terremoto será diez veces más fuerte que el de Pisco en 2007. Las placas tectónicas no han liberado la energía acumulada en más de 277 años. La advertencia es científica. Pero parece no importar.
Mientras tanto, más de 1.4 millones de peruanos están en riesgo por huaicos, deslizamientos y lluvias intensas. El clima extremo ya afecta zonas como Chaclacayo, Chosica, Mala, Jaén y Cerro de Pasco. Y sin un sistema de alerta temprana, todo puede empeorar.
Denuncias, omisiones y promesas rotas
La Contraloría ya ha advertido irregularidades. En noviembre de 2023, recomendó acciones penales contra seis funcionarios de Indeci por otorgar la buena pro del SASpe a un consorcio que entregó equipos sin la protección adecuada. Pese a ello, el sistema continúa avanzando sin claridad ni sanciones.
Carlos Felipa, subgerente de Defensa Civil de Chorrillos, fue contundente: “No tenemos sistema de alerta. Desde niño vivo en Chorrillos y nunca he visto una acción concreta de Defensa Civil. Si llega un tsunami, tenemos entre 12 y 15 minutos para evacuar. Necesitamos esa alerta ya.”
¿Esperar hasta que sea demasiado tarde?
La demora no es técnica. Es política. Es negligencia. ¿Cuántas veces más tiene que temblar el suelo para que se actúe con responsabilidad? ¿Cuántas vidas tienen que estar en juego?
La alerta temprana no es un lujo. Es un derecho. Y hoy, miles de peruanos están expuestos sin saber cuándo llegará la próxima sacudida… y sin saber si alguien los va a advertir.