Son las ocho de la mañana en Andahuaylillas, provincia de Quispicanchi, Cusco. La pequeña plaza que alberga la iglesia de San Pedro empieza a llenarse de personas y danzantes con trajes multicolores típicos de Cusco. Hoy, 29 de junio, celebran el Corpus Christi en honor a San Pedro, con una particularidad: 56 santos saldrán a recorrer las angostas calles de esta localidad cusqueña, donde la fe y la devoción marcan esta tradición muy arraigada en este pequeño pueblo de los Andes peruanos.
CARETAS llegó hasta Andahuaylillas, un pequeño y acogedor distrito ubicado a 39 kilómetros, a una hora de la Ciudad Imperial. Aquí, el último domingo de junio, los pobladores llevan a cabo la festividad del Corpus Christi, en honor a Dios y a San Pedro, apóstol de Jesús y patrón de los pescadores, cuya imagen adorna la llamada “Sixtina de América”, famosa a nivel mundial por su riqueza artística.

LA FE EN MAMÁ NATIVIDAD
La santa misa ha iniciado y, entre las imágenes religiosas en fila, la Virgen Natividad está siendo arreglada por los artesanos del lugar, quienes ponen esmero para que todo esté perfecto. Colocan en su sitio la corona de plata, la túnica luce limpia y el velo es cuidadosamente ajustado por Crispín Fuentes y Juan Mamani, artistas en orfebrería y madera. Ambos, con mucho cariño, quieren que “mamá Natividad” luzca radiante en esta tradicional festividad.
“Mamá Natividad luce bien; con mucho esmero la estamos arreglando, pero parece que hoy está muy seria. Quizás sea porque ya no hay tanta fe en lo que hacemos”, comenta Crispín Fuentes. Por su parte, Juan Mamani, más emocionado, nos anima a estar felices y con buen ánimo; asegura que debemos ser pacientes y ponerle fe a todo lo que hacemos. “Mamá Natividad nos mira a todos; en Andahuaylillas siempre somos alegres y tenemos mucha fe en nuestro arte y en la vida”, sonríe Juan Mamani mientras ultiman detalles para la imagen religiosa, a la que ambos son devotos.
Dentro de la iglesia, el sacerdote ha culminado la ceremonia y ordena que las personas sigan un orden establecido para dar inicio a la procesión, pidiéndoles responsabilidad y cuidado en el traslado de las sagradas imágenes.

LA SENCILLEZ DE LOS SANTOS PATRONES
Los santos religiosos comienzan a salir en fila, cargados por fieles devotos, quienes ocupan los cargos patronales. Demostrando fe y devoción, llevan las imágenes. Destacan las representaciones del patrón San Cristóbal y San Sebastián, no por su fastuosidad pictórica, sino por la sencillez de ambas iconografías.
Más atrás sorprenden dos santos muy conocidos: el santo moreno Fray Martín de Porres y Santa Rosa de Lima, venerados en la capital, pero también muy queridos en Andahuaylillas. A la beata limeña le confían sus penas y le dedican oraciones; a Fray Martín le piden humildad, calma y salud para los enfermos.
Durante un momento de descanso en la procesión, conocemos a Javier Miscua, músico local que toca el acordeón. Es muy creyente del Señor de Qoyllur Rit’i (Señor de las Nieves) y cuenta que, cada vez que toca, se encomienda a él, y las notas de su acordeón se vuelven alegres en cada huayno cusqueño que interpreta. “La música es el sonido del alma y de nuestros corazones”, nos dice Miscua.
La fe también es personal y así lo demuestra Miguel Carpio, un Qhapac Qolla de Andahuaylillas, quien al vernos pasar pide una fotografía junto a la imagen del Cristo flagelado. Se muestra feliz y cuenta que “Tayta Cristo” (Señor Jesucristo) le infunde valor y fe, algo que demostró al subir al nevado Ausangate en la peregrinación al Señor de Qoyllur Rit’i, hecha por fe y para pedir bendiciones para su familia. Con voz emocionada dice que no hubiera sido posible sin su ayuda y esa fe que considera fundamental. “No lo hubiera logrado sin él; sin su compañía no hubiera podido caminar porque quería pedir por mi familia y agradecer las bendiciones que nos da”, subraya Carpio.
Más adelante, las historias continúan. La fe toma la imagen de inocencia con el pequeño Carlos Fuentes. Su padre, Felipe, quien nos autoriza conocerlo, cuenta una historia interesante: su hijo es muy creyente de San Francisco y conoce mucho sobre su historia. Relata que la imagen del santo franciscano ha sido venerada desde tiempos ancestrales en su casa, y que hoy la fe de su vástago lo llena de fuerzas en un momento difícil para la familia (prefirió no dar más detalles).

SAN SEBASTIÁN: LA FE DE MAMÁ TOMASA
La procesión alcanza su máxima efervescencia al llegar a la plaza de armas, en medio de esta multitudinaria muestra de fe. Una imagen destaca: la del patrón San Sebastián de Andahuaylillas, llevada por la familia de Tomasa Quispitupac con gran devoción. El traslado es encabezado por Tomasa, matriarca de la familia, quien comenta que la imagen es muy sencilla, a diferencia de la imponente que se encuentra en la iglesia de San Sebastián en Cusco. La figura tiene acabados modestos y, a pocos días de celebrarse el Corpus en Andahuaylillas, la familia se reúne para preparar los adornos: flores, velas, ramas y reparar el anda que sirve para trasladar a su “pequeño chapakito”, como cariñosamente lo llama Tomasa.
Tomasa relata que, gracias a su fe, “el chapakito” le ha concedido muchos milagros, como sanar a miembros de su familia, obtener buenas cosechas de maíz en tiempos de sequía y, sobre todo, protección durante la pandemia del COVID-19, etapa en la que muchas amistades fallecieron y ya no están con ellos.
“No estaría acá sin la ayuda de mi chapakito; me ha dado mucho: salud para mi familia, buenas cosechas cada año y que en la pandemia todos hayamos estado bien de salud”, nos cuenta Tomasa, quien nos permite cargar al santo religioso en esta significativa procesión cusqueña.
JULIA Y ROBERTO: AL CUIDADO DE LA VIRGEN DE LAS NIEVES
Los hijos siempre cuidan de los padres, y con esa premisa, Julia Paz y Roberto Huamán acompañan a la Virgen de las Nieves en un descanso de la procesión. Aprovechan para arreglarle el traje tradicional cusqueño que este año luce: la Mestiza Qoyacha, regalo de sus fieles devotos. Ambos ponen empeño en su cuidado y en ordenar la montera que adorna la figura de la santa religiosa.
Julia nos cuenta que este año quería que el anda luciera hermosa con flores que resaltaran la imagen sagrada, por lo que escogió cuidadosamente los ornamentos en su casa. “Este año quería bonitas flores para colocar en el anda de la mamá Nieves; junto a su traje de mestiza, ella luce muy bonita”, nos dice Paz.
Roberto Huamán, más retraído, trabaja como sastre en el pueblo y nos confiesa, tímido, que la Virgen de las Nieves es muy milagrosa. Nos relata entre lágrimas que su madre estuvo enferma y varios días hospitalizada, y que cuando le oraba sentía mucha paz. “La fe en ella me ha dado mucho; mi mamá está mejor y recuperada, por eso este traje es una fuerza que me ayuda a seguir adelante”, finaliza Roberto.
