Áncash: Promueven acciones para hacer frente a la violencia

 Junto a las autoridades locales trabaja en la prevención de la violencia desde las raíces: protegiendo a la niñez, acompañando a las familias y humanizando el acceso a la justicia.

por Edgar Mandujano

En Áncash, como en muchas regiones del país, la violencia no son solo cifras: está presente en los hogares, en las escuelas, en el desarrollo de niñas, niños y adolescentes. Cuando la violencia se vuelve parte del entorno más cercano -a veces normalizada, a veces silenciada- sus efectos van más allá de la agresión o del insulto. Dejan huellas profundas en la salud mental y en el desarrollo emocional.

La organización de desarrollo humanitario World Vision responde a esta situación desde la restauración del vínculo humano a través de la ternura. Esta iniciativa se ve reflejada en acciones concretas, como la reciente donación de una cámara Gesell a la Unidad de Medicina Legal I de Caraz, que permitirá atender a personas, entre ellas niñas, niños y adolescentes sin revictimizarlos. Un espacio protegido donde sus testimonios puedan ser escuchados con respeto, sin exponerlos a nuevos traumas.

“Es un acceso oportuno a la justicia ya que muchas familias tenían que viajar horas para acceder a esta herramienta. Ahora tienen un lugar más cerca y acogedor”, refiere una vecina de la zona.

Además, se ha firmado una alianza con la Dirección Regional de Salud de Áncash para que el personal de los centros de salud comunitarios puedan ser capacitados en dos prácticas restaurativas con enfoque de ternura: La voz de mi corazón, dirigida a la niñez que ha vivido experiencias de violencia; y Bálsamo de ternura, orientada a adultos cuidadores, como padres, madres, docentes o profesionales de salud.

Estas prácticas no buscan solo aliviar el dolor, sino reconocerlo y transformarlo. La voz de mi corazón utiliza el arte, el juego y la música como herramientas para que las niñas y niños puedan resignificar su historia, expresar lo que les ha pasado y reconstruir su confianza. Bálsamo de ternura, por su parte, invita a los adultos a mirar su propia infancia, reconectar con las memorias de cuidado y de adversidad, y desde ahí, recuperar la capacidad de acompañar con empatía.

Para Milagros Fernández, de la Dirección de Salud de Áncash, este asocio “va a permitir que el personal realice sus intervenciones en lo que respecta a casos de violencia haciendo uso de musicoterapia, de arte-terapia, con un trabajo integrado que fortalezca las capacidades del personal del centro de salud”.

La región de Áncash no es ajena a la violencia extrema. Según el Programa Aurora del Ministerio de la Mujer, solo en el primer trimestre del año, Áncash ocupa el segundo lugar con incidencia de feminicidios. Detrás de cada víctima hay también una red de afectos que se rompe: hijos e hijas que quedan marcados por el miedo y la violencia.

“Cuando una niña deja de jugar, de dormir bien o de confiar en los adultos, no solo estamos perdiendo una infancia: estamos dejando que la violencia defina su vida”, enfatiza Guillermo Salcedo, coordinador de la macroregión norte de World Vision.

“Restaurar no significa olvidar, sino crear nuevas posibilidades para narrar lo vivido y resignificar el futuro”, afirmó.

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