La Iglesia católica tiene un nuevo líder. Este jueves, desde la chimenea de la Capilla Sixtina en el Vaticano, emergió la tradicional fumata blanca, señal inequívoca de que los cardenales reunidos en cónclave han alcanzado un acuerdo: el sucesor del papa Francisco ha sido elegido.
Los 133 cardenales, aislados desde el miércoles, alcanzaron el quórum requerido de 89 votos tras la cuarta votación. Aunque aún no se conoce el nombre del nuevo pontífice, miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro celebraron el momento con oraciones, cantos y emoción, en espera del anuncio oficial.
Se espera que en breve el nuevo papa sea presentado al mundo desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, junto con el nombre que adoptará durante su pontificado. La tradición marca que esta proclamación se realice poco después de la elección, encabezada por el cardenal protodiácono.
Este es el tercer cónclave del siglo XXI que concluye en su segundo día de votaciones. En 2005, Benedicto XVI fue elegido tras la cuarta ronda, y en 2013, el papa Francisco fue proclamado tras cinco votaciones. La elección actual reafirma la rapidez con la que el colegio cardenalicio puede alcanzar consensos en momentos clave para la Iglesia.