En un mensaje dirigido a trece nuevos embajadores acreditados ante la Santa Sede, el papa León XIV delineó con inusual claridad el rol que asumirá el Vaticano en un escenario internacional marcado por tensiones crecientes, desigualdad y retrocesos democráticos. “La Santa Sede no será un espectador silencioso ante las graves disparidades, injusticias y violaciones de los derechos humanos fundamentales”, afirmó el pontífice, subrayando que la diplomacia vaticana no se limitará a las formalidades protocolarias, sino que reclamará un compromiso activo frente a los conflictos y sus víctimas.
León XIV recordó su discurso ante el cuerpo diplomático en mayo, cuando insistió en que la paz no debe entenderse como ausencia de conflicto, sino como “un don activo y exigente” que se construye “en el corazón y desde el corazón”. Ese llamado —dijo— se vuelve más urgente en un mundo donde la fragmentación geopolítica “agobia a las naciones y tensa los lazos de la familia humana”.
El Papa pidió a los representantes de Uzbekistán, Moldavia, Bahréin, Sri Lanka, Pakistán, Liberia, Tailandia, Lesoto, Sudáfrica, Fiyi, Micronesia, Letonia y Finlandia revitalizar el compromiso multilateral y fortalecer los organismos internacionales encargados de resolver disputas. La diplomacia vaticana, remarcó, está orientada a “servir al bien de la humanidad”, con especial atención a “los pobres, quienes viven en situaciones vulnerables o han sido empujados a los márgenes”.
En paralelo, León XIV renovó su llamado a promover una “paz desarmada y desarmante”, exhortando a los Estados a renunciar al orgullo, la venganza y “la tentación de usar las palabras como armas”. Los sectores más frágiles —advirtió— son siempre los primeros en sufrir las convulsiones globales. Citando al papa Francisco, recordó que la medida de una sociedad se halla en el trato que brinda a sus más necesitados.
En pleno Año Jubilar de la Esperanza, el pontífice aseguró a los diplomáticos el respaldo de la Secretaría de Estado y los animó a abrir “nuevas puertas de diálogo” en un momento en que, más que nunca, la comunidad internacional anhela “una paz justa, fraterna y duradera”.